Nada de lo vivido durante las últimas horas en la campaña electoral madrileña ha sido espontáneo. No lo ha sido la radicalización del discurso de Ángel Gabilondo y su giro a la izquierda, replicando la idea de Podemos de que Madrid no es segura para los gays, las mujeres y los menores extranjeros no acompañados.
Tampoco lo han sido las medidas provocaciones de Rocío Monasterio a cuenta de esos mismos mena o sus dudas acerca de la veracidad de las cartas amenazantes recibidas por Pablo Iglesias, Fernando Grande-Marlaska y María Gámez, la directora de la Guardia Civil que hace campaña por el PSOE.
Ni mucho menos la teatral espantada del líder de Podemos durante el debate de la cadena SER del pasado viernes y su enésima apelación a una "lucha antifascista" a la que, de momento, y a la luz de los fracasos de convocatoria de los mítines de los morados, apenas parecen haberse alistado un puñado de bukaneros del Rayo Vallecano.
Esos tres giros de guion no son, en definitiva, fruto de las pedradas de Vallecas o de las balas que recibieron Iglesias, Marlaska y Gámez, sino consecuencia de las tendencias que marcan los sondeos electorales.
Porque si a algo temen los estrategas de los tres candidatos mencionados no es a los porcentajes concretos que arrojan la encuestas, sino a las tendencias que se intuyen tras ellos.
Fin de la fantasía
En el cuartel de campaña del PSOE, que es el despacho de Iván Redondo en la Moncloa, no preocupa tanto que Gabilondo ronde los 31, 32 o 33 escaños como que se haya desplomado desde los 38 tras mostrarse incapaz de captar al electorado de Ciudadanos.
Es decir, de convencer a ese madrileño moderado al que se intentó seducir en un primer momento con la idea de que Gabilondo no haría vicepresidente bajo ningún concepto a Iglesias, pero para el que ha pesado más la sospecha de que el PSOE no romperá en ningún caso su alianza con Podemos.
En Vox no preocupa tanto rondar el 10% de los votos como ver a Isabel Díaz Ayuso comerse poco a poco a su electorado. Algo que podría generar tras el 4-M la idea de que el PP ha encontrado finalmente la fórmula para frenar a un Vox.
Y, más peligroso aún para el partido, la idea de que Santiago Abascal jamás le dará el sorpaso a Pablo Casado como líder de la derecha. La principal de las fantasías demoscópicas con las que Vox sigue alimentando a sus simpatizantes.
En Podemos, que caía medio punto al día en beneficio de Mónica García, la cuestión era de vida o muerte para los morados.
A nivel político, porque a Podemos le habría sido casi imposible recuperarse del golpe que supondría ver a Más Madrid doblar sus resultados en la Comunidad de Madrid. Por no decir el de quedarse fuera de la Asamblea, una posibilidad que empezaba a resultar verosímil pocas horas antes del debate de la SER.
A nivel personal, porque ese sería el fin de Pablo Iglesias. Pero, sobre todo, el fin de su influencia en el Gobierno de Pedro Sánchez, que le necesita tanto por sus votos en el Congreso de los Diputados como por su condición de puente hacia el nacionalismo de ERC, la CUP, EH Bildu, Compromís y BNG.
No es casual, en fin, que hayan sido Gabilondo, Monasterio e Iglesias los que han intentado forzar un cambio de rumbo de la campaña electoral, puesto que eran ellos los que se perfilaban hasta hace apenas 48 horas como futuros grandes perdedores de la cita electoral del próximo 4 de mayo.
Madrid no es Cataluña
En el cuartel general de Podemos no parece haber muchas dudas acerca del porqué del giro de 180 grados de Ángel Gabilondo, que ha pasado de defender el "con este Pablo Iglesias no" al "Pablo, tenemos doce días para ganar las elecciones".
"El PSOE ha intentado pescar en el caladero de Ciudadanos" afirman fuentes del equipo de Pablo Iglesias. "Pero el electorado de Ciudadanos no ha respondido como Gabilondo esperaba, y el PSOE ha visto que no hay nada que rascar por el centro, así que se han visto obligados a un giro a la izquierda".
El relativo éxito de la campaña de Salvador Illa en Cataluña, que no presidirá la Generalidad pero que ha logrado hacerse con una buena parte del electorado que en 2017 apoyó a Ciudadanos, hizo pensar al PSOE que podría repetir el truco en Madrid. Es decir, ganar a Isabel Díaz Ayuso comiéndose a los naranjas.
Pero los sondeos han corroborado que el escenario catalán tiene poco que ver con el madrileño.
Un analista de Ciudadanos confirma la tesis. "El votante de Ciudadanos en Cataluña no es el votante de Ciudadanos en Madrid. En Cataluña, el votante de Ciudadanos proviene en su mayoría del PSC, y en menor medida de una derecha muy antinacionalista. En las últimas elecciones, el primero volvió al PSC. Y el segundo se fue a Vox, ni siquiera al PP".
"En Madrid, sin embargo, el perfil es muy diferente" añade. "El votante de Ciudadanos en Madrid es más de derechas, más liberal, muy afín a las tesis de Ayuso. Y de ahí la estrategia de Ciudadanos, que ha pasado de estar abierto a pactos tanto con Gabilondo como con Ayuso a defender la idea de que la opción A es repetir el gobierno de coalición con la presidenta".
Machos alfa de izquierdas
Ramón Espinar, exsecretario general de Podemos Madrid y portavoz del partido en el Senado, va más allá y analiza el giro de Ángel Gabilondo desde un punto de vista casi de semántica del lenguaje político.
"Gabilondo ha interpretado que se le está yendo el electorado de izquierdas, sobre todo a Más Madrid, y que su estrategia de ir a por los votos de Ciudadanos no está teniendo éxito" dice.
"Pero hay que leer bien el mensaje. Gabilondo le está tendiendo la mano a Iglesias, pero desde el punto de vista del análisis del discurso, lo que está haciendo en realidad es darle una orden. Le está diciendo 'Pablo, ponte las pilas porque tienes doce días para ganar las elecciones".
Espinar no ve tanto una mano tendida de Gabilondo a Iglesias como una coartada para su posible derrota el 4-M.
"Gabilondo está culpando a Iglesias de una derrota de la izquierda. Porque Iglesias se ha bajado de la vicepresidencia para ganar unas elecciones en Madrid. Así que Gabilondo le da una orden, le culpa de esa derrota y reclama su posición como macho alfa de la izquierda. Orillando además a Mónica García, que no interviene para nada en la conversación".
En Ciudadanos no creen ni siquiera que haya que buscar demasiadas explicaciones al giro de Gabilondo. "Es obvio que los sondeos del PSOE les estaban dando un resultado pésimo. Y la lógica política más elemental dice que si por ese camino (el del centro) no obtienes resultado, lo que tienes que hacer es girar en redondo y caminar en sentido contrario. No hay más profundidad que esa".
Consecuencias del debate
Pero, más allá de que el motivo del endurecimiento del discurso del PSOE sea el apremio demoscópico y no la supuesta amenaza fascista, la pregunta es cuál será el impacto que puede tener en el electorado la elevación de la tensión electoral y ese intento, por parte del PSOE, de Podemos y de Más Madrid, de reconvertir la campaña en una elección entre "democracia" y "fascismo".
En Ciudadanos, el partido cuya entrada en la Asamblea podría evitar que Vox y Podemos tuvieran un papel clave en un hipotético gobierno de Ayuso o de Gabilondo, restan importancia a los ya habituales y muy histriónicos estallidos de indignación escenificados por ambos partidos, y secundados por PSOE y Más Madrid.
"En estas elecciones lo que importa es la dinámica de bloques" dice la jefa de gabinete de un político de Ciudadanos. "Y por eso el planteamiento no es si alguien a la izquierda va a tener muchas más ganas de votar por el toque a rebato de PSOE, Más Madrid y Podemos. La pregunta es si hay alguien del bloque de la derecha o del bloque de la izquierda que vaya a pasarse al otro bloque por lo ocurrido esta semana".
Y la respuesta, en opinión de esta analista, es "no". "Por más que los votantes de Ayuso estén asqueados con Vox, ya han asumido desde el principio que el partido de Abascal es un hipotético elemento de la ecuación. Así que eso no les va a hacer cambiar de opinión. Si la motivación de los votantes de Ayuso fuera la de frenar a Vox, ya habrían optado por opciones de izquierdas".
No habrá más movilización
Según Ciudadanos, Vox ha "revolucionado el gallinero" e Iglesias ha sido hábil aprovechándose de ello para intentar revitalizar una campaña en la que corría peligro de quedar muy lejos de Más Madrid, su principal rival en el terreno de la extrema izquierda. Pero el electorado de izquierda, dicen, ya está todo lo movilizado que va a estar.
En el partido naranja no creen, en definitiva, que lo ocurrido en la SER vaya a mover más voto que el cartel de Vox referente a los mena o que cualquiera otra de las provocaciones de Monasterio. "¿Esto va a provocar un cambio en alguien que, pensando si votar o no a Ayuso, crea ahora que hay que frenar a la ultraderecha y vote al PSOE, a Más Madrid o Podemos? No. Vox ya está asumido. Tanto a derecha, como a izquierda".
El último factor determinante es la posibilidad de una alta participación. Alta participación que, dice el tópico demoscópico, suele favorecer a la izquierda. "No lo vemos tan claro en Ciudadanos" dicen en el partido naranja. "La alta participación es un problema para nosotros y para Podemos porque encarecerá el precio de los escaños".
"Pero para alguien como Ayuso, que tendrá más de un millón de votos, estos márgenes son irrelevantes" añaden. "Es más, te diría que a Podemos le interesa una baja participación. Quizá salga escaldado de su propia estrategia".
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