Cuatro y media de la tarde en la Plaza Mayor de Valladolid. Sale volando una sombrilla que parecía bien anclada. Es lo que sucede con las entrevistas al alcalde, Óscar Puente. Siempre pasa algo así. De pronto, ¡zas! La sombrilla es también como su cuenta de Twitter. Cuando aprieta el botón a más de uno se le cae la cerveza de la mano.
Tiene Óscar Puente (Valladolid, 1968) una extraña afición: contesta a lo que se le pregunta. Y ofrece Óscar Puente un suculento atractivo para el periodista: no echa el freno al doblar las curvas. Si se estrella, no se arrepiente.
Ahí llega. Sube por la escalinata del Ayuntamiento. Por cierto, menudo Ayuntamiento. El mármol, las vidrieras, los tapices… El salón de plenos parece una reproducción en miniatura de la Cámara de los Lores. El butacón de la sala de recepciones, como si lo hubieran sacado de Juego de Tronos; y ya en la balconada apunta un asesor: “Es la Plaza Mayor más grande de España”. Y eso que no estamos en Bilbao.
Los techos son muy altos. El color general del despacho, granate. Junto a la mesa, un perchero. Con una americana, una bufanda del Pucela y una corbata morada. Visto de refilón, cualquiera diría que se trata de la casulla púrpura de un sacerdote. Puente, por cierto, es “muy cristiano”, “cada vez más”; y aprieta para que el PSOE “esté cerca del Papa”. Cardenal Richelieu del sanchismo, más de uno va a ser excomulgado esta tarde.
Le planteamos al alcalde una “confesión” en tres actos. Le hace gracia porque fue actor de teatro. Pupilo de Juan Antonio Quintana, giró por los teatros de toda España. Debutó en Almagro, Lisboa y París.
-Me ha dicho un compañero vallisoletano que si no le saco un titular gordo, seré el periodista más inútil del país.
-No tengo la lengua de madera. Su misión será sencilla.
Venimos a resolver el misterio. Digno de Cuarto Milenio. Cuando se lo decimos, el alcalde se ríe. Óscar Puente es también el portavoz de la Ejecutiva federal del PSOE. No va en broma. Sobre el papel, es el encargado de ofrecer las ruedas de prensa de su formación. Pero no participa en una desde 2018. ¿Por qué? Quizá la respuesta esté en este reportaje.
-Usted es el portavoz, pero nunca comparece tras las ejecutivas socialistas.
-Bueno, al principio tuve una etapa más activa como portavoz, pero poco a poco me fui quitando.
-¿Se quitó o le quitaron?
-Es muy difícil ser alcalde y portavoz del PSOE al mismo tiempo. Se lo trasladé a Pedro desde el principio. A pesar de todo, él lo quiso así. Luego hubo un cúmulo de factores. En Madrid tenéis una costumbre que no existe en provincias.
-Diga.
-Aquí, si te preguntan por algo y respondes una vez, no te lo vuelven a preguntar cinco veces. En Ferraz, te preguntan cinco veces lo mismo. Lo llevaba fatal.
-Le faltaba paciencia.
-Puede ser. No soy hombre de consignas y un portavoz debe comportarse de manera disciplinada con lo que se decide en la Ejecutiva. Soy un verso suelto. Además, cuando el partido empieza a gobernar, se decide, con acierto, que la comunicación recaiga en alguien que esté en el Gobierno. Así se logra una sola voz.
-Tengo otra teoría: Pedro Sánchez tiene miedo de los incendios que usted prende.
-También puede ser. ¡Ponerme a mí como portavoz raya en lo temerario!
-Y tanto.
-Pedro es prudente -sonríe-. En un momento, debió de decir: “Esto es una temeridad”. No he recibido instrucciones para dejar de salir, fui yo el que dijo que no quería. Vi que no era mi sitio. Aquí en Valladolid soy el alcalde de todos y estar haciendo de mamporrero de un partido… Por eso creo que Almeida se equivoca. De hecho, pienso que Casado le tendió una trampa con el nombramiento. Un alcalde no debe ser portavoz de un partido.
-Oiga, ¡pero usted sigue siendo el portavoz del PSOE! Aparece en el organigrama. ¿Por qué no renuncia? ¿Por qué no le relevan?
-Tenga en cuenta que nunca había existido esta figura en la historia del partido. Soy el primero. Tampoco pasa nada si el portavoz formal no ejerce. A pesar de que me he prodigado poco, se me ha pedido que salga en determinadas contiendas electorales… y he salido.
-¿Cobra un sueldo por la portavocía que no ejerce?
-No. En la Ejecutiva federal no se cobra por pertenecer a ella.
Sánchez, ¿'El avaro'?
Óscar Puente es alcalde de Valladolid desde 2015. Cuando acabe esta legislatura, llevará ocho años en el cargo. No piensen que en términos pucelanos es mucho. Antes que él, en democracia, sólo ha habido otros dos. Uno tuvo la vara de mando 16 años; y el otro, veinte. Con Franco, los alcaldes aquí duraban mucho menos.
Puente gobierna en coalición con una amalgama de izquierdas que reúne a Podemos e Izquierda Unida. Son como una familia. Hasta cenaron juntos, telemáticamente, la pasada Navidad. Este político defiende a Sánchez con todas las consecuencias. Lo hace ahora y lo hizo cuando nadie daba un duro por él.
-Sánchez y usted fueron uña y carne en la toma de Ferraz. Ahora que está en Moncloa, ¿lo siguen siendo?
-Tenemos, exactamente, la misma relación que antes. No es verdad que seamos uña y carne. Mantenemos una relación muy estrecha, pero fundamentalmente política. Claro que seguimos hablando.
-¿Por WhatsApp?
-No somos íntimos, no hablamos de lo personal, pero sí de política. Compartimos whatsapps, ideas… Él me conoce. Soy claro, directo, le digo lo que pienso. “Oye, te cuento esto, coge lo que quieras y lo demás tíralo a la basura”. Es mi forma de entender la lealtad.
-Le ofreció un ministerio. ¿De qué cartera se trataba? ¿Sánchez tiene miedo de que usted hable, pero no de que gestione?
-No puedo entrar en detalles porque afectaría a personas que están hoy gobernando. Le trasladé que mi sitió está aquí. Mi mayor ambición es ser alcalde de mi pueblo. Creo que tiene una buena opinión de mí como gestor. Valladolid es referente en muchas cosas. Cuando habla con mandatarios internacionales, se refiere así a esta alcaldía. También propició mi relación con la alcaldesa de París.
Puente se subió a las tablas quinientas veces para representar El avaro, de Molière. En Madrid, compitieron en taquilla con Lina Morgan. Y ganaron. Haro Tecglen, tan afilado siempre, les puso lo suficientemente bien como para convertir la obra en un fenómeno mediático. Les llamaron de París y allí fueron los primeros en poner en escena un molière en castellano. ¿Sánchez es un remedo político de aquel “avaro de poder”? ¿Sánchez es ese Harpagón borracho de codicia y necesitado de admiración?
-Cómo es Sánchez.
-Es una persona difícil de descifrar. Una esponja que aprende de quienes le rodean. Difícilmente perturbable. Para mí, esa es su mejor virtud. Para estar donde está, hace falta una voluntad muy sólida. Y la tiene. Cualquiera, con la mitad de lo que él ha pasado, estaría literalmente en la cuneta.
-¿Disculpe?
-Sí, en la cuneta.
-¿Muerto?
-Que sí. He dicho “en la cuneta”. Pedro ha atravesado vicisitudes difícilmente superables. Un trance por el que no ha pasado ningún secretario general del PSOE. ¡Un motín del comité federal para descabezarle con el objetivo de dar el poder al PP! Tiene una voluntad de hierro.
-Desideologizado, pacta con quien sea para alcanzar el poder. Imagino que no comparte esa tesis.
-No, claro que no la comparto. Ha jugado las cartas que le han tocado. Y las ha jugado bien. Con audacia y frialdad de ánimo. Es un tipo mucho mejor de lo que algunos dibujan. A veces leo cosas y… en fin.
-¿Qué tal les ha sentado a las socialistas de Valladolid que se hayan traspasado determinadas líneas rojas? El deshielo con Bildu, los pactos con ERC…
-El vallisoletano es auténtico. No soporta a los hipócritas ni a los impostores. Entiende perfectamente la situación. No se le da gato por liebre. Ciudadanos no quiso un acuerdo. La derecha no ofrece hoy acuerdos. Sánchez juega las cartas que le tocan.
-Respecto a Ciudadanos: es la palabra de uno contra la del otro. Ellos dicen que el Gobierno jamás les ofreció un pacto.
-Mire, le voy a decir algo. Forma parte de las cosas a las que accedo por mi relación con Pedro. ¿Sabe qué fue lo primero que le dijo Rivera antes de las elecciones que hubo que repetir?
-¿Antes de las generales de noviembre?
-Sí. Cuando Albert se sienta en Moncloa con Pedro, lo primero que le dijo fue: “Te voy a hacer la vida imposible”.
-¿También literalmente?
-Sí. Ese es Albert Rivera. No quiso pactar porque deseaba ocupar el lugar del PP. Estratégicamente, fue muy torpe. Era incapaz de entender que, para eso, debía quitarles el oxígeno, pero se lo dio.
-No sé por dónde va.
-Si Ciudadanos le llega a quitar al PP Murcia, Castilla y León, el Ayuntamiento de Madrid, etcétera, mediante pactos con el PSOE, ¿qué habría quedado de Génova? Casado habría cerrado por derribo. Por concurso de acreedores. No habría podido siquiera afrontar sus pagos ordinarios.
-Pero, ¿usted tiene alguna prueba de que el Gobierno ofreció ese pacto a Ciudadanos?
-No hubo lugar para esa negociación. ¿Cómo vas a hacerle una oferta a alguien que te dice que te va a hacer la vida imposible?
-¡Pero si Ábalos dijo el otro día que sí hubo oferta!
-Ciudadanos podía habérselo puesto muy complicado al PSOE poniendo sobre la mesa un pacto programático. No se produjo porque no querían saber nada de Sánchez. Y luego viene el razonamiento cumbre de la estupidez: “¿Lo ven? Yo tenía razón. Pactan con Bildu”. Claro, porque tú no has querido pactar. Esa es la historia.
Felipe González y Alfonso Guerra
Alcanzamos el esprint final de este primer acto. La conversación se calienta. Y eso que todavía no hemos hablado del descenso del Pucela, de los árbitros ni de Ronaldo. Están a punto de salir dos nombres que van a prender fuego a la vehemencia de Puente. Cuidado, que vienen las sombrillas.
-La negociación con Bildu ha revuelto las tripas a muchos socialistas.
-Mire, soy secretario general de la agrupación de Valladolid, que tiene mil afiliados. No he escuchado ni un solo reproche a ese respecto. Todos saben que eran lentejas. O las tomas o las dejas. ¿Cuál era la alternativa? ¿Ir a elecciones? En la derecha tampoco había alternativa. PP, Vox y Ciudadanos suman menos que PSOE y Podemos. Con esos mimbres había que hacer el cesto.
-¿Le apena que los veteranos del PSOE estén tan lejos de su proyecto? Felipe González y Alfonso Guerra, por ejemplo.
-Me apena por ellos. Soy socialista de cuna. Mi madre es socialista, mi abuelo lo fue en la república. Llevo 32 años en el PSOE. En mi casa, González y Guerra eran Dios. Ahora, en la sede del PSOE, no tienen el menor predicamento. No respetan lo que fueron ni las siglas a las que pertenecen.
-¿Cree que han cambiado ellos y no ustedes?
-Indudablemente. Su planteamiento es cero elegante. Cuando pasas a un segundo plano, tienes que ayudar al que está en el cargo. ¿Con qué finalidad hacen esas declaraciones? No pretenden ayudar, sólo quieren causar daño y socavar los cimientos del actual PSOE. No son respetuosos siquiera con la idea que la gente tenía de ellos.
-¿Ya no los considera de izquierdas?
-Si uno escucha las cosas que dicen y hacen… Me planteo seriamente que sean un referente de la izquierda. Yo no reparto carnés, pero no me reconozco en su discurso y creo que la mayoría de españoles tampoco. Les preocupa la patria, la unidad de España… ¿y los problemas de la gente? La desigualdad, el acceso a la vivienda. ¿Dónde quedó el Felipe de la chaqueta de pana? Están irreconocibles. Me da pena. Soy un niño del PSOE y lo eran todo para mí. Hoy no me representan.
-Una vez usted dijo: “El PSOE tiene el culo en pompa hacia la derecha”. ¿Lo tiene hoy hacia la izquierda?
-El PSOE tiene el culo en su sitio. Sentado en el Gobierno y mirando hacia los desfavorecidos. ¿Por qué lo dice?
-Por la campaña de Madrid. Han estado ustedes muy arrimados a Podemos, diciendo que el PP es la “ultraderecha” y que Ayuso “apoya el golpe de 1936”.
-Fuimos a una campaña electoral probablemente a destiempo y a contrapié. Dijimos cosas contradictorias: primero que no gobernaríamos con Iglesias, para intentar captar el voto de Ciudadanos; luego nos metimos en eso de “democracia o fascismo”. Yo creo en otras cosas. La campaña electoral no es indicativa de la posición de un partido.
-Eso que acaba de decir, que “la campaña electoral no es indicativa de la posición de un partido”, es algo gravísimo. Supone la perversión de la política. Si los partidos no se muestran como son cuando tienen que pedir la confianza a los electores…
-El ciudadano no es tonto. Se lo explico.
-Entonces, ¿son los partidos quienes toman al ciudadano por tonto?
-Es como en el amor. Tienes una pareja y lo que marca la historia es el día a día. No puedes estar cagándola todo el tiempo y, en dos momentos, intentar venderle la moto.
-¿Es lo que intentó hacer el PSOE en Madrid?
-No. Es lo que intentan hacer, en general, los partidos políticos. Yo creo más en la trayectoria, en las organizaciones que fraguan los liderazgos a base de tiempo y trabajo diario. Cuando vas a la campaña y no tienes nada que exhibir, te ves obligado a entrar en estrategias y partidas de ajedrez. Entonces, a eso iba, no muestras lo que realmente eres, simplemente te posicionas para obtener rentabilidad electoral. Y eso, asumámoslo, es parte de nuestro fracaso en Madrid.
-Menudo batacazo.
-Debemos analizarlo con perspectiva. Aquí no ha sucedido y estamos a ciento y pico kilómetros. A nosotros nos llaman “Fachadolid”, pero donde está la derecha apalancada desde hace décadas es en Madrid.
-¿Le dio lástima lo que hizo su partido con Ángel Gabilondo? Mire que hacerle decir esas cosas a un venerable profesor de Metafísica…
-No me puede dar lástima un señor de setenta años que dice cosas porque alguien se lo ha pedido. Ya somos mayorcitos. Si ha dicho algo que no se correspondía con su pensamiento, es su problema, y no del partido.
-¿Qué tal le cae Ayuso?
-Ni bien ni mal. Me parece un personaje melifluo. No acabo de entender muy bien por qué un sector la ha apoyado.
-Un sector muy amplio.
-Sí.
-¿Se arrepiente de lo que dijo sobre ella? -la definió en Twitter como “incompetente y de dudoso equilibrio mental”-
-No me arrepiento nunca de decir lo que digo porque no soy un personaje de cartón piedra ni un farsante.
-Cualquier persona puede decir algo y luego darse cuenta de que se ha resbalado sin ser un farsante. Eso es la vida, ¿no?
-No quiero volver a ese tema.
-¿A qué tema?
-A lo del equilibrio mental de Ayuso. Pero suelo decir las cosas que dice el señor que pasa por la calle.
-¡Pero es que usted es alcalde y portavoz nacional de un partido!
-¿Y qué? Tenemos la idea de que un alcalde debe hablar con dobleces. Pues no. Pienso, más o menos, lo mismo que el señor que va por la calle. Soy un tipo normal y corriente. Mis reflexiones en voz alta muchas veces se corresponden con las del ciudadano de a pie.
-¿Se reafirma en que Ayuso tiene "un dudoso equilibrio mental"?
-No voy a entrar en ese tema. Usted me ha preguntado si me arrepiento. No, no me arrepiento. Dije lo que pienso. He visto cosas que me llevan a pensar así. Insisto: creo que es un pensamiento bastante extendido. No sólo lo pienso yo. Los periodistas os rasgáis las vestiduras, pero en vuestros cenáculos venís a decir lo mismo.
-Me rasgaría las vestiduras igualmente si un rival del PP dijera de usted que tiene problemas mentales.
-De mí dicen otras cosas. Por algo será. Si pudieran decir eso, lo dirían sin ningún problema. Si hay veces que parece que no sé qué pienso o adónde miro, qué expresiones profiero… La derecha no escatima para hacer oposición. Hay mujeres en la izquierda que aguantan verdaderas barbaridades. No obstante, para dedicarse a la política hay que estar un poco zumbado. Probablemente yo también lo esté.
-¿Celebró o le apenó la marcha de Iglesias?
-Ni lo uno ni lo otro. Me produjo indiferencia. No me sorprendió. Es un personaje que no me ha gustado nunca. Jamás le he comprado el discurso. Escribí un tuit hace ya tiempo sobre Iglesias y Rivera: “Les va a ir bien a estos dos”. No me equivoqué, ¿no?
Fin del primer acto.
Ronaldo y el fútbol
El alcalde calza el mismo traje que se puso para su toma de posesión en 2015. Apenas se lo había puesto desde entonces. Le pedimos que nos lleve a un sitio de Valladolid que le guste… para hablar de Valladolid. Aquí, ciudad de 300.000 habitantes, se va a todas partes andando.
Nos acompañan el director de Comunicación del Ayuntamiento y un fotógrafo. No han estado presentes en la conversación anterior. Puente cumple con su palabra: dice y luego no se arrepiente. No pide rectificaciones. Sabe -sabemos- que esto puede ser una bomba de relojería.
Cruzamos la Plaza Mayor. Caminamos, dice el alcalde, hacia “uno de los sitios más bonitos y desconocidos” de la ciudad. El Pasaje Gutiérrez. Suelo de ajedrez, recoleto y acogedor. Repleto de locales comerciales y con bonitas estatuas. Entramos en La sastrería, un bar de copas con muy buena pinta. Las mesas -y de ahí el nombre- están adornadas con máquinas de coser.
-¿Se va a notar económicamente el descenso del Real Valladolid?
-Sí, se notará, pero todavía está por cuantificar. No he tenido nunca en la mano un estudio serio que diga cuál es la repercusión total. La hostelería y otros sectores lo notarán, sí.
-Me han dicho que ha tenido choques con Ronaldo, el dueño del equipo.
-No.
-Hombre…
-Hubo un momento, a un mes de las elecciones de 2019, en que el representante de Ronaldo se fue a la radio a echarnos un órdago inaceptable: o negociábamos la venta del estadio en las condiciones que a ellos le convenían o se llevaban el equipo a otro lado.
-Y usted dijo.
-Otro titular de los buenos: a mí no me chantajea ni Ronaldo ni Michael Jordan. Después de eso, la relación ha sido muy buena.
-¿La han tenido? He leído que él no viene mucho por aquí.
-Nos hemos reunido, hemos tenido cenas juntos. Sí, la relación es buena. Ronaldo viene bastante a Valladolid. Que no viva aquí no significa que no esté. De hecho, tiene una casa y pasó allí buena parte de la pandemia.
-¿Cómo es en el regate corto?
-Muy simpático, muy abierto. Tampoco es que cuente muchas cosas del Valladolid.
-Como aficionado de los de verdad, ¿le dice cosas a Ronaldo o se muerde la lengua? Por ejemplo, el equipo, pese a la funesta trayectoria, no cambió de entrenador.
-Tengo mi opinión, pero me abstengo de darla. No debo entrar en ese territorio.
-Se ha quejado de los árbitros.
-Una vez. Por lo del Camp Nou. Fue un atraco. Lo sabe cualquiera que tenga ojos en la cara. No le sirvió de mucho al Barça…
-El fútbol, directa o indirectamente, acaba perjudicando al pequeño.
-Sin duda. El VAR. De no haber existido, el Valladolid tendría seis puntos más.
-El VAR mejor con “b”, alcalde.
-Pues sí.
Fin del segundo acto.
Psicoanálisis en el bar
Vamos, entonces, a un bar. Puente elige El Farolito. Elogia, de camino, la disciplina de los vallisoletanos. Tiene razón. Jóvenes y ancianos se suben la mascarilla entre trago y trago. Nos para una señora. Quiere saber acerca de las obras en el “Patio de las francesas”. Puente le cuenta el proyecto en marcha para solucionar los problemas. Seguimos. Nos sentamos. El alcalde pide una Coca-Cola zero. No hay. Se conforma con Pepsi, que es lo mismo que pactar, en su caso, con Vox.
Venimos al bar para psicoanalizar al personaje. Acepta de buen grado. El bar es el mejor diván para hacerlo. Antes, nos habíamos dejado algo.
-Oye, ¿y lo de Fachadolid?
-El término lo acuñó un periodista en Interviú, Fernando Valiño, en relación a unos sucesos de los años ochenta, cuando aquí Fuerza Nueva todavía tenía presencia. La ultraderecha puso una bomba en un lateral del Ayuntamiento y disparó a un chico. Entonces, Valiño habló de “fachadolid”. Manda narices, él es republicano y de izquierdas. Se lució. El sambenito nos ha acompañado toda la puñetera vida.
-Pero, ¿Valladolid es conservadora?
-No.
-Pues sólo ha tenido tres alcaldes en democracia.
-Si por conservadora entendemos una ciudad de derechas, diré rotundamente que no. Si conservadora significa ofrecer cierta resistencia al cambio, diré que sí. Valladolid quiere conservar su cultura, su historia, su tradición… Tiende a la estabilidad, pero puede votar al centro, la izquierda y la derecha.
-Le he pedido a Javier Zurro, que trabaja en la sección de Cultura de este periódico, una pregunta para usted. Es de Valladolid. Me manda este mensaje: “¿Por qué me tiene bloqueado en Twitter si soy más rojo que él?”.
-¡A lo mejor por eso! -se ríe-. Carlos Alsina escribió un artículo muy bueno, titulado “Por qué te bloqueo”. Que tu compañero se busque ahí, seguro que se encuentra.
-Vamos con el psicoanálisis. Hay una leyenda que le relaciona con un pollo en el Toni2.
-No he estado en mi vida. He oído hablar mucho del local. La única vez que estuve a punto de ir acabé en el Opium, tras una fiesta del Huffington Post.
-Se perdió un sitio muy divertido.
-Y ellos a un posible cantante.
-Canta usted mucho.
-Sí. Bueno, un poco. Me gusta el soul. He tratado de inculcárselo a mi hija.
Teníamos que llegar a este punto. Carmen tiene 15 años. Se ha convertido en una estrella de la tele tras su participación en La Voz Kids, de Antena 3. Las redes sociales le han puesto el apodo de “Dama del soul”.
-La que hay montada. ¿Cómo lo vivís en casa?
-Nada que no estuviera en el guion. Tiene mucho talento, sé lo que tenemos en casa. Es una joya, un portento. Es una niña muy natural, muy espontánea, canta muy bien…
-El papel de los padres en la educación de los talentos emergentes es muy delicado. Muchos acaban siendo juguetes rotos.
-Ella ya vivió la parte mala de la popularidad. Era la hija del alcalde en una ciudad donde todo el mundo se conoce. Hoy está viviendo la buena: la gente habla de ella por tener arte, cantar y conmover. Lo está llevando bien. Estaba preocupada por la reacción de los amigos más cercanos, por el colegio… Pero está bien.
-Estábamos con el psicoanálisis. Conteste como si tuviera un polígrafo puesto: ¿su mayor ambición política es ser alcalde de Valladolid?
-Sí. Todo lo que venga después será propina. No me cambio por nadie. Mi plan es seguir, en principio, cuatro años más.
-¿Qué hará cuando deje la política?
-No lo sé, no me lo he planteado. Soy abogado, lo fui hasta el 12 de junio de 2015, un día antes de tomar posesión. Me he reinventado muchas veces. Fui actor de teatro once años; luego estuve veinte como abogado.
-¿Le ha servido lo del teatro? Es una pregunta muy tópica.
-Es una pregunta clásica, sí. Bueno, es que yo no represento un papel. En ese sentido, no. Pero es verdad que todo lo que es utilizar el cuerpo, perder el miedo a hablar en público, etcétera, es muy útil.
-Toni Cantó.
-Fue y es un gran actor. Sin duda, mucho mejor actor que político.
-¿Cuál es el mecanismo que opera en usted cuando pone esos tuits incendiarios?
-Me rebelo contra algo que considero injusto. No tengo un asesor que me lleve las redes. Sería un engaño. El ciudadano tiene que saber cómo soy. Para lo bueno y para lo malo. Saben que a veces me caliento y digo cosas políticamente incorrectas. No quiero timar a nadie. Tengo mi temperamento, mis filias y mis fobias. Como todos.
-¿Qué le dice su familia cuando lee cosas como esta?
-Es que no hago entrevistas de otro tipo. Laura, mi mujer, es mucho más prudente que yo. Pero me conoce. Hasta aquí he llegado siendo así. No debo de ser tan malo, ¿no? Como ciudadano, agradezco que el político se exprese con claridad. Me enervan los que dan 57 vueltas para no contestar a lo que se les pregunta. Siento mucho respeto por los ciudadanos, no quiero tomarles el pelo.
-Es un gran defensor de la Semana Santa. ¿Cree en Dios o es folclore?
-Creo en Dios. Pertenezco a la comunidad católica de mi ciudad. Tengo una posición discrepante con la Iglesia, pero cada vez tengo más motivos para creer. He logrado los objetivos perseguidos. De alguna manera, siento que he tenido ayuda. Algo ha cuadrado en el cosmos para que consiguiera ciertas cosas.
-¿Cuáles son esas discrepancias?
-El aborto, el divorcio… Pero me identifico mucho con el mensaje original del cristianismo. Entregarte a los demás. Trabajo para que los que peor lo pasan puedan pasarlo un poquito mejor. Cuando llegué al Ayuntamiento, había 14 millones dedicados a la acción social. Ahora hay 34. Para mí, eso es cristianismo con mayúsculas. No entiendo que haya una izquierda que quiera estar lejos del cristianismo.
-El Papa.
-Un referente absoluto. Me alegra mucho que Pedro diera el paso y se reuniera con él. Tenemos que estar al lado de una Iglesia aperturista que defiende al ser humano y la justicia social. No pintamos nada fuera o al margen de eso.
-¿Cree que esa es la postura de su partido?
-Soy cristiano y estoy en el PSOE.
-Ya no tengo más preguntas.
-Espero que se haya quedado a gusto.
-Creo que usted también se ha quedado a gusto.
El alcalde se monta en su coche eléctrico y se va.
Noticias relacionadas
O gestiona tu suscripción con Google
¿Qué incluye tu suscripción?
- +Acceso limitado a todo el contenido
- +Navega sin publicidad intrusiva
- +La Primera del Domingo
- +Newsletters informativas
- +Revistas Spain media
- +Zona Ñ
- +La Edición
- +Eventos