Pedro Sánchez ha encontrado un nuevo argumento para los indultos que pretende conceder a los políticos condenados por el procés separatista de octubre de 2017. Según el presidente del Gobierno la recuperación tras los estragos de la pandemia y las heridas no cerradas de la anterior crisis no podrá ser posible si no somos audaces para "encontrar la solución a determinados problemas que nos lastran en esto, en España y en Cataluña".
Ese futuro, del que no dejó de hablar Sánchez en su intervención, "nos exigirá grandes dosis de innovación empresarial", pero también "algo más". Según el presidente, a quien Foment del Treball y le Generalitat le concedieron por protocolo la última intervención en el acto, "hemos vivido demasiado tiempo encerrados en dilemas estériles, en callejones sin salida y no podemos seguir así".
Por eso, "ha llegado el momento de dar pasos que nos permitan de una vez avanzar: con decisión, con serenidad y con sentido de la justicia, buscando en todo momento el beneficio del conjunto de la ciudadanía por encima de la pequeñez de los intereses partidistas o de los cálculos electorales".
Para el presidente, "no habrá mayor beneficio que dejar atrás el escenario de conflicto porque sólo ha dejado dolor". Y llenó de pragmatismo, más que de apelación a las leyes su "apuesta por la concordia como arma de progreso". Según Sánchez, "no van a ser los maximalismos los que nos lleven a recuperar la fortaleza perdida por el conflicto enquistado", sino "el reencuentro".
En un acto de empresarios, pero lleno de sentido político, Sánchez no pronunció la palabra indultos, claro, ni siquiera la palabra perdón... sino que bajó ese "reencuentro" a las cosas del comer y a las "decisiones audaces que miren a los proyectos a largo plazo" y no al pasado. "Nos jugamos el futuro, y éste vendrá de la mano del reencuentro, que sólo se alcanza con argumentos, más allá de las emociones".
Cataluña, dijo, es imprescindible, "necesitamos la mejor versión de Cataluña para liderar la recuperación de nuestro país, como siempre ha hecho". El presidente defendió que "estamos en un momento de modernización económica, social y política", esta última la subrayó, "que determina nuestro futuro en tres décadas". Y para aprovecharla "tenemos que ser generosos, responsables y esforzarnos unos y otros". Pero sobre todo, "dejar atrás la dialéctica estéril de los unos y los otros, buscando juntos un nuevo nosotros".
Junqueras preparó el terreno
Sánchez, sonriente en el acto de los 250 años de Foment del Treball en Barcelona, había recibido una buena noticia a su llegada a Barcelona, este lunes. En su campaña para "normalizar" los indultos, emprendida por su promotor en el interior del Gobierno como ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, el presidente fue informado de la carta de Oriol Junqueras desde prisión. El cabecilla del referéndum ilegal y de los acontecimientos que desencadenaron en la declaración unilateral de independencia de octubre de 2017, ahora sí -por fin- acepta el indulto como un "alivio".
Lo último que había dicho el líder de Esquerra a propósito de la medida de gracia es que "se la pueden meter por donde les quepa".
Con esa carta pública del preso por sedición y malversación, el presidente del Gobierno se sintió legitimado para instar a los allí presentes a "cambiar amenazas por propuestas", a buscar "soluciones y no revanchas". Y a hacerlo "con pragmatismo, honestidad y enormes dosis de sentido común". Porque "ese 'nuevo nosotros' será la clave del futuro".
El presidente se encontraba en Barcelona para rendir homenaje a Javier Godó, editor del grupo de comunicación, al que entregaba su medalla la patronal catalana, Foment del Treball, en su 250 aniversario. Y allí se vio cara a cara, por primera vez con Pere Aragonès, president de la Generalitat y número dos de ERC, a la espera de la libertad recuperada de su jefe Junqueras en las próximas fechas.
"Hemos de abrir una nueva etapa, desde una visión muy distinta, pero escuchando todas las propuestas", dijo Aragonès. "Éste es mi primer acto oficial con el presidente Sánchez", apuntó advirtiendo de que "será muy difícil resolver este conflicto político, pero debemos superar el bloqueo dejando el inmovilismo".
En su carta, Junqueras le marcaba el camino a Sánchez, apostando por la vía escocesa porque es la que "genera más garantías y reconocimiento internacional".
Y aunque no haya atisbo de arrepentimiento, ni de petición de perdón, ni de propósito de enmienda, no es baladí esa nueva toma de posición. Sobre todo, teniendo en cuenta que, en lo jurídico, ni la Fiscalía ni el Tribunal Supremo apoyan el indulto y tres aspectos fundamentales, en lo político: el primero, que Sánchez está dispuesto a conceder el perdón a los 12 condenados en contra de la opinión pública... y aunque no lo hayan pedido ellos y hasta lo rechacen.
El segundo, que ERC encabeza el Govern de Cataluña por primera vez en democracia. Y que el Ejecutivo central sostiene que, "por primera vez en mucho tiempo, Esquerra ha cambiado de actitud y ahora renuncia a la vía unilateral".
Y el tercero, que los votos de los republicanos son imprescindibles para que Sánchez pueda seguir gobernando hasta la fecha final de la legislatura que prevén las leyes, diciembre de 2023. Y que ya hace meses sus líderes en Madrid han dejado claro que exigían "una fecha ya para la salida de los presos" como condición para mantener el apoyo al Gobierno de coalición.
Junqueras parece querer entrega a Sánchez, con esta carta, el argumentario del que precisa Campo en la redacción de los expedientes de indulto. Así, razona el líder independentista que los indultos "pueden aliviar el conflicto político" en Cataluña.
Y, aunque anuncia por anticipado esa desinflamación reconociendo que la vía unilateral no funciona, adhiere este argumento a la explicitación de que seguirá intentando la secesión. Porque sólo se aparta de la deslealtad a la Constitución, el Estatuto y las leyes porque es "inviable" pero, sobre todo, porque "nos aleja del objetivo a alcanzar".
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