La crisis desatada entre España y Marruecos tras la acogida del secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, cumple hoy cien días.

Ghali llegó el domingo 18 de abril a la base militar de Zaragoza en un vuelo secreto procedente de Argelia. Un día después Rabat denunció públicamente los hechos. Fue en ese momento cuando inició una guerra diplomática y migratoria sin atender las explicaciones del Gobierno de Pedro Sánchez.

Primero llegaron advertencias y amenazas a través de comunicados del Ministerio de Asuntos Exteriores marroquí, que dirige Naser Burita. Después llegaron la avalancha de más de 10.000 ciudadanos por la frontera a la ciudad de Ceuta y la retirada de la embajadora en Madrid, Karima Benyaich.

La diplomacia marroquí pidió la cabeza de la ministra Arancha González Laya y de su equipo, a quienes responsabilizó de cobijar a Ghali, líder del Frente Polisario y uno de los mayores enemigos de Marruecos.

Sánchez destituyó a González Laya. Sin embargo, no parece suficiente. El nuevo ministro de Exteriores, José Manuel Albares, no ha conseguido aún que le reciba Marruecos para rebajar la tensión.

Los expertos apuntan que las relaciones entre Marruecos y España atraviesan por su peor momento en las últimas seis décadas; una situación más grave, aseguran, que la vivida durante el mandato de José María Aznar, en 2002, con la crisis de Perejil.

En aquel momento, "los canales de comunicación entre Rabat y Madrid permanecieron abiertos y hubo una voluntad compartida de bajar la tensión", subraya a EL ESPAÑOL Samir Bennis, politólogo, especialista en relaciones hispano-marroquíes y cofundador de la publicación Morocco World News en Rabat. "Desde la independencia de Marruecos hasta hoy día jamás se habían roto los canales de comunicación y de diálogo entre ambos países", añade.

La visita de Albares

José Manuel Albares ya se ha puesto en marcha. Sus propósito inicial, cuando le traspasó la cartera González Laya, era acudir a Marruecos para conseguir minimizar la crisis diplomática.

Finalmente, su primer viaje ha sido a Londres, para encontrarse con su homólogo Dominic Raab. La visita ha servido para presentar el mandato negociador para el Tratado UE-Reino Unido sobre Gibraltar, y también para llevar en mano la propuesta de José Pascual Marco como próximo embajador.

En las dos últimas semanas, el nuevo ministro habló también on line con su homólogo en Italia, Luigi Di Maio, e incluso con el primer ministro israelí, Yair Lapid. Pero ¿qué hay del viaje a Rabat? Se llegó a barajar que se realizase al principio, pero Marruecos no le dio cita. Posteriormente, los embajadores de ambos países, Karima Benyaich y Ricardo Díez-Hochleitner, mantuvieron una reunión en la capital marroquí.

Benyaich, criada en el Palacio Real y amiga personal del rey Mohamed VI desde la infancia, fue llamada a consultas el 18 de mayo, justo un mes después de la entrada de Ghali en España. Desde entonces, continúa en Marruecos, y no hay una fecha para su incorporación a la embajada marroquí en Madrid.

Por lo tanto, "independientemente de quién esté al frente de Asuntos Exteriores en España, si este Gobierno no reconsidera su enfoque hacia Marruecos y aclara su posición sobre el tema del Sáhara, no es posible volver a la normalidad en las relaciones bilaterales, por lo menos en el futuro cercano", asegura Samir Bennis.

El Sáhara, Ceuta y Melilla

Tanto la embajadora como el ministro de Exteriores advirtieron a España de que la salida de Ghali no era suficiente para terminar con la crisis. A la lucha por arrancar un reconocimiento del Plan de Autonomía para el Sáhara Occidental, Rabat une ahora la reivindicación de la cosoberanía de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, que consideran "presidios ocupados"

El primero en poner este asunto sobre la mesa fue el primer ministro, Saadeddine El Othmani, en una entrevista con una televisión egipcia el pasado mes de diciembre, poco después del decreto presidencial de Donald Trump que reconocía la soberanía marroquí del Sáhara Occidental.

"Vamos a trabajar por la cosoberanía. Es la única manera de convivir durante unos cuantos años, y después por la adhesión de Melilla. Muchos melillenses están con nosotros", explica telefónicamente a EL ESPAÑOL el líder regional de uno de los partidos marroquíes.

Otro escollo que no se ha podido resolver en estos cien días es que Rabat acepte el plácet de un nuevo embajador español en el país. El actual, Ricardo Díez-Hochleitner, lleva un año de prórroga en el puesto a la espera de jubilarse en España.

Madrid depositó la confianza en el diplomático cuando en Rabat no descolgaban los teléfonos. Sin embargo, al producirse la salida de Ghali de España, Rabat llegó a barajar echar a Díez-Hochleitner del país.

Para Marruecos, la salida de Ghali era "una burla" y acusó a España de "facilitar la escapada" del líder saharaui. Esa jornada, "el nerviosismo en el Ministerio fue evidente todo el día", confirmó un diplomático español.

Una de las propuestas de nuevo embajador rechazada por Marruecos fue la de Camilo Villarino. Ocupó el segundo puesto en la embajada de Rabat hasta que lo fichó el ministro Alfonso Dastis como jefe de gabinete de Exteriores en junio de 2017, puesto que mantuvo hasta la llegada de Albares.

Pendiente desde junio del plácet de Moscú para convertirse en el embajador en Rusia, desde Marruecos consideran que está implicado en la acogida de Ghali. Solo cuatro días después de la llegada de Albares, salió del Gabinete de Exteriores, donde había acompañado a cuatro ministros.

Afecta a la economía

La actual crisis afecta también a las relaciones económicas. Marruecos decidió anular la Operación Paso del Estrecho (OPE). "Un precedente muy significativo que indica lo profundo que ha calado la crisis actual. Y lo que hace que esta crisis sea diferente y más profunda que la de Perejil es el cambio geopolítico al que asistimos en los últimos años, donde Marruecos ha venido cobrando más relevancia y más influencia", explica Samir Bennis.

España sigue liderando las importaciones y exportaciones con Marruecos. Casi una cuarta parte de las exportaciones marroquíes y el 15% de sus importaciones se realizan con España.

De hecho, Europa (66% del comercio total de mercancías), junto a China y Estados Unidos son los principales socios comerciales de Marruecos. Pero están empezando a surgir otros países con posibilidades, como India, Brasil o Rusia, según el informe anual sobre el comercio de Marruecos de la Oficina de Cambio de Divisas difundido en el digital Le360.



India es el cuarto cliente más grande de Marruecos, seguido de Brasil. Las importaciones de Rusia a Marruecos aumentaron un 17,5% en 2020, convirtiendo a este país en el octavo proveedor de Marruecos.

"Marruecos es un país que ha vuelto con fuerza a la Unión Africana. Es asimismo un país de mayor proyección en África, que se esfuerza en ganar cada día más relevancia y aspira a desempeñar un papel de liderazgo en la región. A eso se añade el reconocimiento americano de la marroquinidad del Sáhara", recuerda Bennis.

Desde España, los marroquíes residentes solo ven una salida a la crisis: que intervengan los reyes. Según explica a EL ESPAÑOL Elouali Charafi Aarab, presidente de la Asociación Horizontes Marroquíes, han enviado un escrito al consulado para pedir "un encuentro entre Mohamed VI y Felipe VI, que tienen una gran amistad".

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