La posición del Ministerio de Exteriores respecto a la situación que atraviesa Nicaragua ya tiene respaldo internacional. Los gobiernos de Colombia, Chile y Estados Unidos apoyan la decisión del ministro José Manuel Albares de llamar a consultas a la embajadora española.
La crisis comenzó a mediados de esta semana, cuando el régimen de Daniel Ortega atacó con dureza lo que considera una "intromisión" de España en los asuntos domésticos del país. En el escrito, que desde el departamento de Albares se considera como "desmedido y a destiempo", se hacía alusión a temas tan lejanos en el tiempo como los GAL. Incluso se tachaba de "inmorales" a las instituciones de España.
La respuesta no tardó en llegar. España llamó a consultas a su embajadora, María del Mar Fernández-Palacios, la cual se encuentra en España y no tiene fecha de vuelta a Managua. El ambiente que se respira en los despachos de Exteriores es de pesimismo ante el creciente autoritarismo de Ortega, que en los últimos días ha endurecido las represalias a los políticos opositores.
La cuenta de Twitter de la embajada estadounidense en España mostraba su respaldo a la decisión del ministro. "Compartimos la preocupación de España sobre la situación en Nicaragua y nos unimos a su llamamiento a respetar los Derechos Humanos", publicaba.
Desde la Moncloa se ha planteado que España lidere la ofensiva diplomática esperando un respaldo internacional que ha llegado este jueves. El objetivo es que Ortega recapacite de cara a las elecciones del próximo 7 de noviembre.
Giro en política exterior
El Gobierno se ha marcado como objetivo que España vuelva a tener un papel relevante en el panorama internacional. En algunas regiones del planeta incluso quiere llevar la voz cantante.
Tras la remodelación del Consejo de Ministros este verano, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, encargó esta misión al entonces embajador en París, José Manuel Albares.
El diplomático llegó al Ministerio de Exteriores para sustituir a González Laya, un activo quemado tras la grave crisis con Marruecos. Su departamento fue el encargado de aceptar y planificar la llegada del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, hecho que desencadenó la furia alauita.
En el mes y medio que Albares lleva en el cargo, en el Ministerio no se ha dejado de trabajar ni un solo día. La idea es que España sea un referente en varios países del mundo para trasladar la línea de trabajo de la Unión Europea, al mismo tiempo que se defienden los intereses españoles.
América Latina es uno de esos sitios donde se quiere aumentar la presencia. Un ejemplo claro es el encontronazo con Nicaragua.
La respuesta de Exteriores de llamar a consultas a Fernández-Palacios fue contundente. Más si se compara a la de hace unos meses, cuando ante otro comunicado González Laya se limitó a responder desde Roma aludiendo a que hay un "clamor internacional" sobre la falta de derechos humanos en el país que dirige Ortega.
Albares quiere desligarse de la gestión del anterior gabinete. La línea de trabajo del nuevo equipo diplomático pasa por ser firme, sin paños calientes, allí donde haga falta.
Otra muestra de las diferencias que se quieren marcar se encuentra en que el nuevo ministro no ha demorado el nombramiento de varios puestos clave. Por el momento, se han nombrado tres nuevos secretarios de Estado y siete directores generales, con los que Albares busca abrir una nueva etapa en las relaciones diplomáticas y afrontar algunos de los problemas con los que se ha encontrado.
Antes de 12 meses debe enfrentarse al reto de designar 75 nuevos embajadores, ya que 50 cumplen cuatro años en sus destinos y más de 20 se quedaron en el tintero durante el mandato de González Laya.
Papel en Venezuela y Cuba
Así, Nicaragua es la primera muestra de firmeza de un ministro que espera ampliar la presencia en países con los que España tiene intereses económicos, políticos, culturales e históricos muy marcados.
Nada más aterrizar en su nuevo despacho, Albares tuvo que hacer frente a la crisis desatada en Cuba. El país vivió las mayores protestas y manifestaciones de los últimos 60 años.
El papel que juega España en la isla es clave para los intereses económicos de varias empresas, y la presencia en La Habana siempre se plantea como fundamental para todos los Gobiernos. La idea para el futuro es estar en los futuros acontecimientos que puedan producirse.
Como suele ser normal, Venezuela también será un tema candente durante el resto de legislatura. Aquí los equilibrios son algo más complicados por la conformación del Gobierno de coalición y la presencia de Unidas Podemos en el Consejo de Ministros.
Pero el planteamiento que Albares ha transmitido a sus colaboradores es similar: defender los intereses de España allí donde más falta hace, siempre con contundencia cuando la situación lo requiera. Habrá que comprobar si esto se transmite más allá de los muros de los despachos y se convierte en hechos. Por el momento, una embajadora ya ha sido llamada a consultas en los primeros 45 días de su gabinete.