La colonofobia llega este viernes a Madrid con motivo del 500 aniversario de la toma de México-Tenochtitlan por los españoles. Las comunidades indígenas zapatistas han organizado una marcha que va desde la Puerta del Sol a Plaza de Colón bajo el lema ¡No nos conquistaron! ¡No claudicaremos! para denunciar la "invasión" que sufrieron sus ancestros... ¡Hace medio milenio!
Los congregados se manifiestan contra lo sucedido el 13 de agosto de 1521, cuando la capital mexica fue sitiada y tomada por la tropa liderada por Hernán Cortés, que se componía de unos 400 españoles y miles de nativos -como los tlaxtecas o los totonacas- que se rebelaron contra la opresión del Imperio azteca -al que algunos historiadores se refieren como "régimen del terror"-.
La concentración ha sido organizada por Encuentro de Lucha por la Vida, que aglutina cincuenta colectivos de Madrid movilizados para recibir y acoger a los zapatistas en España. ¿Su ideología? "Transfeminista", "antipatriarcal", "antirracista", "decolonial", "internacionalista" y defensora de la "memoria histórica".
Los zapatistas, que se encuentran de gira por varios países de Europa, admiten en conversación con EL ESPAÑOL estar realizando una "reinvasión" o una "invasión a la inversa": "Estamos realizando el viaje que hizo Cristóbal Colón a las Américas pero a la inversa; es un mensaje político y poético de reinvasión".
El acto tiene lugar en un momento en el que la leyenda negra goza de gran predicamento en Norteamérica y América Latina. Uno de sus máximos exponentes es el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que sigue insistiendo en que el Rey Felipe VI y el Papa pidan disculpas por la conquista en 2021.
Una demanda que ni el propio Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) secunda, pues considera que la obsesión del presidente mexicano por el pasado añejo sólo es una cortina de humo para no abordar los problemas que los indígenas mexicanos sufren hoy: "Ni el Estado español ni la Iglesia Católica tienen que pedirnos perdón. No nos haremos eco de los farsantes que se montan sobre nuestra sangre y así esconden que tienen las manos manchadas de ella".
La leyenda negra también tiene un gran aliado en el presidente de Perú, Pedro Castillo, que tomó posesión ante el entusiasmo de la izquierda española pese a haber criticado en numerosas ocasiones la herencia española de su país y la conquista de América. Castillo ha dedicado calificativos como "colonianistas", "atracadores" o "explotadores" a los colonizadores españoles.
Todo esto sin olvidar la ofensiva que las estatuas de Cristóbal Colón o Isabel la Católica han sufrido en los últimos años en Estados Unidos y América Latina, víctimas de la ola de revisionismo histórico que se ha puesto como objetivo vandalizar decenas de monumentos y símbolos españoles.
"Chivo expiatorio"
El repunte de este fenómeno hispanófobo en los últimos años no es casual. Tal y como señala Alberto Gil Ibáñez, autor de La leyenda negra: historia del odio a España, "el movimiento indigenista ha resurgido milagrosamente al mismo tiempo que se ha unido con movimientos izquierdistas": "Una combinación absurda ante la que cabe preguntarse Cui prodest? ("¿A quién beneficia?)".
Y es que según el escritor, la leyenda negra tiene como función principal "ocultar las leyendas negras de los demás", en referencia a Inglaterra y Estados Unidos: "Ellos sí que perpetraron un verdadero genocidio, con una filosofía de fondo que lo justificaba". Nada que ver con los españoles, que fueron ayudados en su labor por "indígenas esclavizados y sistemáticamente asesinados por aztecas e incas".
"El mito del paraíso prehispano no se sostiene mientras se olvida el modelo más que exitoso que representó la América Virreinal. Con la independencia, los indios perdieron derechos, tierras y hasta la vida, pero de esto no se habla. En lugar de apuntar a las élites criollas o a la intervención extractiva del mundo anglosajón en la América hispana postindependencia se opta por la cantinela de utilizar a España como chivo expiatorio", zanja Gil Ibáñez.
Pero quizá no haya mejor defensa de la actuación española en América Latina que la realizada por el poeta mexicano Octavio Paz, Premio Nobel de literatura en 1990: "Sobre los reinos del mundo precolombino los españoles levantaron una construcción histórica grandiosa que, en sus grandes trazos, todavía está en pie. Unieron a muchos pueblos que hablaban lenguas diferentes, adoraban a dioses distintos, guerreaban entre ellos o se desconocían. Les unieron a través de leyes e instituciones jurídicas y políticas pero, sobre todo, por la lengua, la cultura y la religión. Para juzgar con equidad la obra de los españoles en México hay que subrayar que sin ellos en nuestro país, no seríamos lo que somos. Seríamos probablemente, un conjunto de pueblos divididos por creencias, lenguas y culturas distintas".