Se trata de uno de los escándalos más sonados de la semana. A nivel internacional. El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, ha dimitido después de que un informe de su propia fiscal general haya recogido el testimonio de once subordinadas que aseguran haber sido acosadas sexualmente por él.
A Cuomo, que ha renunciado al cargo por exigencia del presidente Joe Biden, le ha sucedido la vicegobernadora Kathy Hochul, que se ha convertido así -justicia poética- en la primera mujer en ejercer el cargo de gobernador de Nueva York.
Cuomo ha protagonizado uno de los colapsos más espectaculares de la política de EEUU. Para que se hagan una idea de la magnitud del caso, el equivalente nacional sería que un presidente autonómico socialista dimitiera por petición expresa de Pedro Sánchez tras ser acusado de acoso por algunas subalternas.
Todo una hipótesis, pues apenas ha habido cargos políticos relevantes en la historia democrática española salpicados por escándalos sexuales. ¿Por qué? Entre las feministas, el análisis más extendido -que no unánime- es el que sostiene que las mujeres sufren de todo tipo de presiones para no denunciar este tipo de acosos, pero los hay.
"Hay miedo"
Lidia Falcón sostiene que hay muchos Cuomos ocultos, pero existe "miedo" a denunciarlos: "El miedo es el hilo conductor de la conducta de todos los españoles en todos los sentidos en los últimos 80 años".
Así explica que no haya cargos políticos españoles involucrados en un escándalo sexual en las últimas décadas más allá del caso Nevenka, cuyo nombre hace referencia a la primer mujer en España que denunció a su jefe acosador, que resultó ser el entonces alcalde de Ponferrada, Ismael Álvarez.
"La muchacha fue valiente, pero se tuvo que ir de la ciudad. ¡Fue ella la que se tuvo que ir! Ahí están las consecuencias de denunciar la situación", reflexiona Lidia Falcón, que censura que "después no ha habido denuncias a altos cargos políticos" porque "al final las consecuencias las paga la víctima, que habrá sido la inductora, la seductora, la provocadora... O habrá mentido para fastidiar al tipo".
Por todo ello la presidenta del Partido Feminista cree que hay que "quitarles a las mujeres el miedo a denunciar" y ve necesario un "movimiento feminista con una fuerza que actualmente no tiene".
"¡Claro que hay Cuomos!"
Una opinión similar a la que sostiene la periodista Carme Freixa, feminista de la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres: "¡Claro que hay Cuomos! !Hay Cuomos en cada peldaño de las jerarquías políticas!". ¿Y por qué no se denuncian? "En este país varias generaciones de mujeres crecieron con la idea de que tomar la píldora anticonceptiva y desnudarse era sinónimo de su liberación sexual y que estar siempre dispuesta a atender las peticiones de ellos era ser lo más".
En ese contexto, Freixa considera que "las feministas lo denunciaban pero lo progre, el machismo disfrazado de progresista, lo impregnaba todo y la crítica feminista era cuestionada y situada como antifeminista": "Es la misma situación que se vive hoy por culpa de la machista y falsa progresía de Podemos".
"Las mujeres, por mucho que algunos partidos se llamen feministas y se autoarroguen este título, son vistas como intrusas que les arrebatan la cuota del 100% masculino. Por tanto, ellas pueden ser feministas mientras no cuestionen la melodía del jefe y mientras su feminismo consiga votos y no cuestione pactos y negociaciones", zanja Freixa.
Por su parte, la politóloga Núria Suero asegura que el acoso sexual es una realidad "nada excepcional" en la vida de las mujeres, pero se trata de un problema "invisibiizado": "Por un lado debido a que para las mujeres forma parte de la normalidad y por lo tanto se tiende a normalizar o pensar que lo que sucede 'no es tan grave'".
Pero también porque, según la politóloga, "la mujer tiene que demostrar que ha sufrido acoso y es muy difícil tener pruebas de ello": "Además, la voz de las mujeres siempre es cuestionada, puesta en duda, mientras que la voz de los hombres tiene autoridad y se considera certera".
Por todo ello, Suero dice que el caso Cuomo nos recuerda "que donde hay poder hay resistencia y que la lucha de las mujeres puede socavar el poder de hombres poderosos": "En España también puede pasar".
"La mayoría no acosa"
Pero la lectura del feminismo hegemónico no es la que hacen todas las mujeres. La periodista Rebeca Argudo concibe como "perversa" la idea de "percibir como sospechosos de estar cometiendo acoso a todos los políticos bajo el prisma de que todas las mujeres están desamparadas ante la justicia y la sociedad": "Eso no quiere decir que no crea que existe acoso en diferentes ámbitos de la vida, lo que quiere decir es que la gran mayoría de los políticos no acosan a sus subordinados, igual que la gran mayoría de los hombres no acosan ni abusan de las mujeres que tienen cerca. Lo hacen algunos miserables a los que hay que perseguir".
"Además, hoy en día, es más fácil que nunca denunciar estos casos. Ni siquiera hay que dar la cara o identificarse ni desplazarse a un juzgado a prestar declaración ante la autoridad pertinente, ni aportar más prueba que el propio testimonio. Basta con tener conexión a internet, perfil en redes y lanzar un #MeToo capaz de condenar a la muerte civil a un hombre, independientemente de su posición, despojándole de su derecho a la presunción de inocencia por el mero hecho de ser hombre. Ahí tenemos el caso de Plácido Domingo, por ejemplo, o el del cineasta Luis María Ferrández", abunda Argudo.
El problema, según la colaboradora de EL ESPAÑOL, es que "tenemos poca memoria", pues "sólo hay que recordar el caso Nevenka" o "el caso del concejal de Más Madrid, Pablo Soto, pasando por los del líder de PSOE en Huelva en 2020, Ignacio Caraballo, o Eduard Pujol de JxCat". "Tenemos nuestros 'Cuomos' pero es menos pintón decir 'Ponferrada' que 'Nueva York'", zanja Argudo.