El mes de agosto, la época tradicional de vacaciones en España, nos trae de vuelta al Gobierno de España, ése que se fue de veraneo el 3 de agosto y se había renovado menos de un mes antes, en una revolución que sigue inexplicada por parte del presidente, Pedro Sánchez. Hasta la noche anterior de aquel sábado 10 de julio no sólo pasaba que Fernando Grande-Marlaska estaba cesado y a la mañana siguiente no, ni que a José Luis Ábalos le pasó exactamente lo contrario... pasaba que hasta los socios morados del Ejecutivo creían que la crisis de Gobierno se retrasaría hasta la vuelta de vacaciones.

Sólo Yolanda Díaz supo, muy a última hora, lo que iba a ocurrir a la mañana siguiente. Ni siquiera tuvo tiempo -ni ocasión- de avisar a los suyos de que todos se quedaban donde estaban. Pero a la vista de lo que ha ocurrido desde entonces, nadie diría que hace sólo mes y medio que se renovó más de la mitad socialista del Ejecutivo, se redujeron las vicepresidencias y el presidente se cargó a todo su equipo de confianza: junto a Ábalos, hicieron las maletas Carmen Calvo, Iván Redondo, Juan Carlos Campo...

¡Qué lejos queda ahora ya todo eso! La crisis afgana lo está solapando todo... y porque la facción de Unidas Podemos ha aprovechado su engrase previo para ir tomando posiciones y demostrar que la simpática y sonriente Díaz sabe ser tan dura y agresiva como lo era Pablo Iglesias.

Son otras las formas, pero la vicepresidenta segunda no renuncia a sus posiciones. Y si agarra una presa no la suelta: hace sólo cinco días, Sánchez convocó un grupo de trabajo interministerial para abordar la crisis de Afganistán y la evacuación de los españoles y colaboradores afganos desde el aeropuerto de Kabul. Moncloa no contó con ella, y emitió dos notas oficiales sin incluirla. Pero a última hora, su equipo elevó la queja, comunicó públicamente que sí que estaría... y a Presidencia no le quedó otra que convocarla.

Las nueve peleas

Ésa fue sólo "media" pelea, porque su entorno se negó a mostrar el enfado en público. Pero tampoco desmintió lo ocurrido. Y hay más, hasta nueve.

Antes del receso vacacional, había querido un techo de gasto como el de 2021 para los Presupuestos, se le negó a través de filtraciones... y al final lo consiguió. Se empeñó en el IPC para las pensiones, no se bajó de su exigencia -apoyada en que "lo firmado obliga"-, y lo logró.

¿Que a cambio hubo que aceptar "un mecanismo" que sustituya la derogación del factor de sostenibilidad? Se aceptó ese envite, pero se pospuso... Porque ésa ya sería otra negociación, y vendría en otoño, y a todos convenía ese receso.

¿Que llevamos años atacando la política de devoluciones en caliente en la frontera que hacía el PP y ahora aplica Marlaska? Pues se aprovecha la invasión de Ceuta impulsada por Rabat y el millar de menas que continúan vagando por la ciudad para poner el asunto sobre la mesa... y ya vendrá alguien a pararlo en los juzgados

El placer íntimo en Podemos de erosionar la figura del ministro del Interior no es pequeño. A nadie se le escapa en el seno del Ejecutivo y en su entorno que es, junto a la vicepresidenta primera Nadia Calviño, el ogro de los morados. Lo era especialmente de Iglesias y lo sigue siendo para sus herederas (y herederos).

A la vista de que en un Gobierno de coalición todo está sujeto a negociaciones y nada está fijado de antemano -porque el PSOE será el más grande, pero sin Unidas Podemos no sacaría nada adelante-, la líder morada quiere más. Ahora, quiere ver "ya mismo" la subida del Salario Mínimo y -a poder ser- con efecto retroactivo, siquiera de unos meses. Y quiere llamarle "derogación" a la reforma laboral. Y tener voz en la OPA de Naturgy... Pero hay más.

Presupuestos

Hasta ahora, hemos citado unas cuantas de las broncas que ya venían de atrás. ¿Y qué viene ahora? Para empezar, la negociación de los Presupuestos Generales del Estado, en la que Díaz tiene encargado lo más duro del trabajo a Nacho Álvarez, secretario de Estado de Economía Social y hombre de los números de Podemos.

Como ya hemos esbozado, la antigua mano izquierda de Iglesias arrancó a María Jesús Montero un techo de gasto inesperadamente récord. "Queremos que sea similar del de 2021", decían las fuentes de Unidas Podemos a mediados de julio. "Eso es imposible, está completamente descartado", respondían desde Hacienda... y, sin embargo, al final, la cosa fue como querían los de morado.

Y ahora, Unidas Podemos aprovechará que la negociación se producirá al mismo tiempo que la reanudación de la mesa con Cataluña para recordarle al PSOE que "los socios de referencia" son los que son. A saber: los independentistas de ERC y, junto a ellos, los de Bildu. Al PNV se le da cabida por su condición de impugnatorio del régimen y de pragmático a la hora de "sacar cositas para su parroquia". 

Porque los morados saben que, con esos aliados, las cuentas serán "como mínimo, muy progresistas". Y le podrán imponer al PSOE pasos concretos de cumplimiento del programa de Gobierno que dejen fuera cualquier tentación de mirar al centro del arco parlamentario. "Eso es lo que querría Nadia Calviño", apuntan las fuentes, "pero no ocurrirá". 

La factura de la luz

Este lunes, como aperitivo del reencuentro ministerial en Moncloa, los ministros de Consumo y de Derechos Sociales, Alberto Garzón y Ione Belarra, enviaron su propuesta estrella de intervención del mercado "para bajar ya los precios de la luz" poniendo precios tope a la factura. Según las fuentes consultadas por este diario, los cálculos de Unidas Podemos "acarrearían un ahorro de entre 1.500 y 3.200 millones de euros al año" para los consumidores.

Es la enésima arremetida en este campo, especialmente sensible para las bases de Unidas Podemos, que se nutrió desde el inicio de su existencia de los movimientos sociales contra los desahucios y la llamada "pobreza energética". Los meses de vacaciones, julio y agosto, han sido un continuo rally batiendo récords históricos de precios eléctricos.

Se dobló la mano de la ya citada Montero y de Teresa Ribera en julio para que se bajara el IVA "de manera transitoria" hasta diciembre... y los morados ya exigen que la reducción sea perenne. Luego se consiguió que la vicepresidenta tercera abriera la puerta a la solución de crear una empresa pública de energía, cortada de raíz en 24 horas por Félix Bolaños... y ahora se exige "ser valientes" e "intervenir el mercado" ¡tirando incluso de las nucleares, que fueron el enemigo número uno de los morados siempre!

La Corona

Aún queda una pelea. Ésa que el PSOE y el presidente sostienen que nunca ganarán los morados. Ésa que supondría, de verdad, cumplir las peores profecías de la oposición, que pinta al Ejecutivo como un peligro para la España del 78. La Corona es el objetivo definitivo de Unidas Podemos y ataca por aire, mar y tierra: peticiones de comisión de investigación, declaraciones vinculando los presuntos delitos del padre con el hijo, manifiestos firmados con formaciones republicanas e independentistas...

Pedro Sánchez, no por casualidad, hizo coincidir su única entrevista con Felipe VI en Marivent con el día en que se cumplía un año de la salida de Juan Carlos I de España, camino del autoexilio en Dubái. Hubo quien quiso ver en ello una jugada maquiavélica del presidente para vincular la imagen del Monarca con la de su padre, tan deteriorada por los escándalos. Pero fue muy al contrario, porque las imágenes y la noticia en sí del encuentro, dejaron sin protagonismo el aniversario, que lo habría ocupado todo en caso contrario.

Y ya ha informado este diario de que el presidente quiere ayudar a consolidar el reinado del Jefe del Estado como hace ya casi 40 años hizo Felipe González con Don Juan Carlos, recién salido del 23-F y con el continuo ruido de sables... similar al de los morados y los "socios naturales", ésos a los que las fuentes del entorno de Sánchez admiten que cederá en muchos puntos, pero nunca en éste.