"Argelia ha decidido romper las relaciones diplomáticas con Marruecos a partir de hoy", anunció el martes en rueda de prensa el ministro de Asuntos Exteriores argelino, Ramtane Lamamra. Y en Madrid, las maderas del Palacio de Santa Cruz, sede de Exteriores, se estremecieron.
"La historia ha demostrado que el reino de Marruecos nunca ha dejado de llevar a cabo acciones hostiles contra Argelia", sentenció Lamamra, que leyó frente a la prensa una declaración en nombre del presidente, Abdelmadjid Tebboune.
Fuentes oficiales del Ministerio de José Manuel Albares aclararon a este diario que no les sorprendía la situación, que en principio no tiene por qué afectar a España pero que, en ningún caso, gusta lo que está ocurriendo entre los dos principales vecinos, socios y amigos -aunque rivales entre ellos- del norte de África.
Argel había llamado a consultas a su embajador en julio después de que el embajador marroquí en la ONU respaldase la autodeterminación del pueblo amazigh de la Cabilia en Argelia. Tampoco le agradó que el ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Yair Lapid, cuestionase desde Marruecos el papel que desempeña Argelia en la región.
El Gobierno argelino recrimina igualmente a Marruecos su supuesto apoyo a organizaciones consideradas terroristas, así como el espionaje a través del software Pegasus, del que habría sido víctima.
La ruptura no cogió por sorpresa. Solo cinco días antes, el 18 de agosto, Argelia decidió "revisar" las relaciones con Marruecos a causa de "actos hostiles", al acusar al país vecino de estar implicado en los incendios en la región de la Cabilia, donde perdieron la vida más de 90 argelinos, entre ellos, 33 soldados; así como del asesinato del artista Djamel Bensmail, que fue linchado y quemado el 11 de agosto en la región de Tizi Ouzou.
La decisión fue tomada en una reunión extraordinaria del Alto Consejo de Seguridad argelino, presidida por Tebboune, para evaluar la situación del país tras los enormes incendios forestales. En ese momento se mencionaron "actos hostiles incesantes perpetrados por Marruecos y su aliado, la entidad sionista, contra Argelia".
El ministro Lamamra ya había dibujado el panorama de esos "actos hostiles" en un comunicado dirigido a la prensa el 15 de agosto. Después de que su homólogo israelí mostrase su preocupación por el papel "que juega Argelia en la región, su acercamiento con Irán y la campaña que lideró contra la admisión de Israel como observador" miembro de la Unión Africana (UA).
La lista de reproches de Argelia es extensa. Desde el apoyo al MAK (Movimiento por la Autonomía de la Cabilia) y al movimiento político islamoconservador Rachad, que aboga por un cambio pacífico de régimen en el país, hasta la falta de un referéndum en el Sáhara Occidental o el estancamiento en el que se encuentra la Unión del Magreb Árabe (UMA).
Ninguneo a Mohamed VI
De poco ha servido el discurso reconciliador del rey Mohamed VI con motivo de la fiesta del Trono, el pasado 31 de julio.
El monarca alauita en su alocución llamó a privilegiar "la lógica de la sensatez y de los intereses supremos" de Marruecos y de Argelia para poder superar esta lamentable "situación en la que se malgastan las energías de nuestros dos países".
En su estrategia de contentar a potencias mundiales, a quienes ofrecer estabilidad como puerta de África, Mohamed VI, confesó que "la situación actual de estas relaciones no nos satisface ni beneficia a nuestros dos pueblos, amén de ser inaceptable para numerosos países".
En referencia a la seguridad y la estabilidad del entorno africano y euromediterráneo, aseguró que "todo cuanto sobrevenga a Marruecos, ha de repercutir sobre Argelia, porque los dos constituyen un solo cuerpo".
Al igual que con España, el soberano tendió la mano al diálogo y a restablecer las relaciones bilaterales "sin condiciones, a fin de edificar unas relaciones bilaterales fundadas en la confianza, el diálogo y la buena vecindad".
Incluso, propuso enviar dos aviones anfibios para ayudar a Argelia a combatir los incendios.
Sin embargo, las invitaciones del monarca alauita hasta ahora no habían recibido respuesta. A pesar, de que considera que las causas que llevaron al cierre de las fronteras entre ambos países "ya han sido superadas y ahora no tienen ninguna justificación aceptable". Algo poco creíble porque la cuestión de la soberanía del Sáhara Occidental sigue siendo el primer motivo de disputa.
A diferencia de Pedro Sánchez, a quien también se dirigió directamente la semana pasada, el presidente Tebboune no aceptó la mano tendida del monarca alauita.
Casualmente, la crisis entre Marruecos y España por la acogida humanitaria del secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, tuvo también como protagonista a Argelia. El saharaui abandonó España en un avión fletado por la Presidencia argelina el 1 de junio y fue ingresado en un hospital de Argel, donde al día siguiente recibió la visita del presidente Tebboune y de la cúpula militar argelina.
Rivalidad armamentística
El intento de mantener la estabilidad en el Magreb, con Libia en un conflicto bélico desde la muerte de Muamar el Gadafi; Túnez con el parlamento disuelto por el presidente Kais Saied; y Mauritania con su expresidente, Mohamed Ould Abdel Aziz, encarcelado y acusado de corrupción, se ve ahora amenazado por el país más grande del continente y el más estable, junto a Marruecos.
Esa cierta inseguridad en la región, próxima al Sahel, ha llevado a las dos potencias del norte a reforzar sus fuerzas armadas en los últimos años. La eterna "guerra fría" entre ambos países empeoró con el rearme de Marruecos, mientras Rabat se ha dedicado a comprar armamento, Argel ha modernizado su ejército.
En esa relación histórica de rivalidad y enfrentamientos después de la independencia de 1962, Argelia cuenta con Rusia como aliado y Marruecos con Estados Unidos.
De hecho, Argelia adquirió recientemente cazas Su-57 y submarinos avanzados a Rusia; mientras Marruecos firmó un acuerdo de Defensa con Washington para la próxima década.
España, entre dos frentes
Un conflicto entre Argelia y Marruecos pondría en juego la estabilidad política y económica del norte de África, pero también la del sur de Europa, por su vinculación histórica y la cercanía geográfica.
A España, que acaba de reanudar las relaciones con Marruecos tras cuatro meses de crisis diplomática, le afecta directamente. Son numerosos los acuerdos de Madrid con Rabat y Argel, en materia de migración, seguridad, pero también en el plano económico, con incluso una dependencia de recursos naturales.
La postura de España de apoyar las resoluciones de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para una salida al conflicto del Sáhara Occidental, que es la razón perenne de las pésimas relaciones entre Argelia y Marruecos, queda ahora comprometida.
Exteriores adelanta que se mantendrá expectante -aunque preocupado- ante la evolución de la escalada entre Marruecos y Argelia.
Mohamed VI ha puesto los ojos en el Sáhara Occidental, ha demostrado que ésa es su china en el zapato con España, y nuestro país ya ha ofrecido "conversaciones sin tabúes". Pero a Argelia le costaría aceptar pasos explícitos en este asunto, y Madrid sabe que deberá andar con pies de plomo. Sólo en el caso de que ambas partes soliciten una mediación, el Gobierno español se plantearía inmiscuirse en este enfrentamiento.
España mantiene relaciones comerciales e inversoras con ambos. Marruecos es el primer destino de la inversión española en el continente africano. En 2019, España fue su principal socio comercial y su segundo inversor por detrás de Francia. En cuanto a Argelia, es uno de los países principales para la política comercial española y está incluido en la lista de países prioritarios de la 'Estrategia Horizonte África', recientemente aprobada por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.
España importa gas principalmente desde Argelia. En el año 2019, las importaciones de combustibles desde este país representaron el 92% sobre el total de importaciones españolas, según datos del Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX). Las inversiones más relevantes de España en Argelia se centran en los sectores de energía, construcción y agua.
En todo caso, Marruecos no ha tardado en reaccionar y, en un comunicado escueto de Exteriores, lamentó y rechazó "categóricamente" la reacción "injustificada pero esperada" de Argelia y "los pretextos falaces, incluso absurdos, que la subyacente".
Marruecos ha tomado nota de esta "decisión unilateral de las autoridades argelinas de romper las relaciones diplomáticas con Marruecos a partir de este día". Y sin prestar atención a la clase política argelina, Exteriores desde Rabat adelanta que "Marruecos seguirá siendo un socio creíble y leal del pueblo argelino y seguirá actuando, con sabiduría y responsabilidad, para el desarrollo de relaciones intramagrebíes saludables y fructíferas".
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