¿Nueva vida o punto y seguido? Quienes conocen a Pablo Iglesias tienen clara la respuesta. Ni los medios en los que colaborará a partir de ahora han sido escogidos de forma inocente, ni su intención es la de labrarse una carrera en el periodismo.
Porque Iglesias no pretende hacerle la competencia a Ana Rosa Quintana, Carlos Herrera y Susanna Griso, sino intentar el derribo de la democracia constitucional surgida del pacto de la Transición desde un frente diferente al ocupado por Podemos.
La obsesión de Pablo Iglesias con la prensa, a la que el antiguo líder de Podemos siempre ha considerado "un arma que sirve para disparar", no es nueva.
En noviembre de 2014, y tras cuatro años como colaborador de programas como La Tuerka, Fort Apache o El gato al agua, Iglesias afirmó durante una entrevista que "la simple existencia de medios de comunicación privados ataca la libertad de expresión". A renglón seguido, afirmó que su precio para apoyar un pacto con el PSOE sería la dirección de una televisión pública.
Esa –el control efectivo de RTVE– fue de hecho una de las condiciones que Iglesias le puso a Sánchez para apoyar su investidura en 2016. Otra de esas condiciones fue la creación de un Ministerio de la Plurinacionalidad que habría sido liderado por Ada Colau. Ambos objetivos siguen hoy en la mente de Iglesias, aunque en una versión adaptada al escenario político actual.
A falta de televisiones públicas, Iglesias impulsó en mayo de 2020, cuando todavía era vicepresidente del Gobierno, la creación de su propio medio de prensa privado, el blog La última hora, conocido hoy más por sus bulos que por la veracidad de sus informaciones. Al frente puso a su excolaborada Dina Bousselham, una fiel guardiana de la ortodoxia ideológica podemita.
Que la creación de La última hora coincidiera con el escándalo por el robo de la tarjeta telefónica de Bousselham con fotos íntimas de ella, tarjeta que luego apareció en manos de Iglesias, desató las especulaciones. ¿Estaba Iglesias comprando el silencio de su excolaboradora poniéndola al frente de un medio sin apenas viabilidad comercial?
Aburrimientos acelerados
Pero no es Pablo Iglesias hombre de largas fidelidades, sino más bien de aburrimientos acelerados. Este mes de septiembre, sólo cuatro meses después de su expulsión de la política por parte de Isabel Díaz Ayuso, el antiguo líder de Podemos ha anunciado su desembarco en cinco medios emblemáticos de la izquierda y del nacionalismo vasco y catalán. Por supuesto, privados.
El primero de ellos es el periódico nacionalista catalán Ara, conocido como el diario del procés por su apoyo explícito a la independencia y a la imposición del catalán en todas las esferas políticas, sociales, culturales e incluso personales.
El diario Ara pertenece a la familia Carulla, propietaria también del grupo Agrolimen, poseedor de marcas como Gallina Blanca o Pans & Company. Su directora es Esther Vera, exjefa de prensa de Andreu Mas-Colell con Artur Mas de presidente, y su financiación depende fuertemente de la Generalitat. En el año 2020, por ejemplo, fue el segundo diario de Cataluña más beneficiado con publicidad institucional en su edición web (1.126.333 €) y el cuarto en su edición de papel (538.109 €).
Bildu y la Constitución
El segundo de los medios en los que colaborará Pablo Iglesias a partir de este mes es el diario abertzale Gara. Es el heredero de Egin, el órgano periodístico perteneciente a la órbita etarra que fue cerrado por orden del juez Baltasar Garzón en 1998.
Las conexiones de Iglesias y su simpatía con los objetivos de la izquierda radical vasca, la misma que organiza y forma parte de los habituales homenajes a los terroristas etarras que salen de prisión -como el del próximo sábado al sanguinario Henri Parot-, son harto conocidos. En diciembre de 2019, Iglesias pidió que el bloque de la moción de censura, del que forma parte EH Bildu, fuera integrado en "la dirección del Estado". En diciembre de 2020, Iglesias afirmó en el Congreso de los Diputados que EH Bildu "comprende mejor la Constitución" que el PP.
El tercer medio escrito en el que colaborará Iglesias es el diario digital CTXT, nacido en 2015 con la idea de convertirse en una alternativa al diario El País para aquellos de sus lectores que creían que este había virado en exceso hacia el centro (fueron los años de Antonio Caño al frente del diario).
Iglesias ya ha publicado el primero de sus artículos en CTXT. Lo ilustraba la imagen de una pistola utilizada por los nazis durante la II Guerra Mundial y en la que el autor había grabado los nombres de PP, Vox y "P.PENS.A. 78", un juego de palabras con las siglas del PP, la palabra "prensa", las siglas de "sociedad anónima" y la fecha de 1978, año de aprobación de la Constitución Española.
El cuarto y el quinto medio en los que colaborará Pablo Iglesias son dos cadenas de radio, la SER, perteneciente al Grupo PRISA (El País), y RAC1, propiedad del Grupo Godó (La Vanguardia).
En la SER, Pablo Iglesias es tertuliano del programa Hora25, presentado por Aimar Bretos. En él comparte espacio con la exvicepresidenta por el PSOE Carmen Calvo y con el exministro por el PP y actualmente eurodiputado José Manuel García-Margallo.
En RAC1, Pablo Iglesias participa como tertuliano en el programa presentado por Jordi Basté, El món a RAC1.
La colaboración en la radio del conde de Godó, emblema de esa burguesía nacionalista catalana que recaló durante los años 80 y 90 en Convergencia y Unión pero que hoy navega al pairo, desarbolada por el caos generado por el procés, llegó de la mano de su incorporación como investigador a la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
"Ahora vuelvo a hacer lo que hacía antes", ha dicho Iglesias. "Trabajar como investigador en la UOC y dedicarme al periodismo crítico".
Roque Barcia 2.0
¿Pero ha abandonado Pablo Iglesias su carrera política para lanzarse a una nueva vida como tertuliano de radio y columnista de prensa? ¿O sólo está iniciando la segunda fase de su carrera política desde los púlpitos mediáticos cedidos en bandeja por la izquierda y el nacionalismo catalán y vasco?
Como un Roque Barcia (el cabecilla del Cantón de Cartagena) del siglo XXI, Iglesias ha escogido meticulosamente los medios necesarios para que su mensaje neocantonalista llegue alto y claro a sus destinatarios. Es decir, a aquellos que quieren hacer tabla rasa del pacto de la Transición y la democracia constitucional surgida de él.
¿El objetivo? Convertirse en el primer líder plurinacionalista de la democracia española. En un rey de virreyes que escape de la etiqueta de nacionalista por la vía de defender todos los nacionalismos existentes en España.
Con una condición, sin embargo. Que el objetivo de esos nacionalismos sea, como el de Podemos de Iglesias, el fin de la España constitucional y la elaboración de una nueva Constitución republicana, confederal y socialista de la que hayan sido marginados la derecha y la mitad de los españoles.
Pablo Iglesias pretende, en fin, devolver España al pasado y retomar el hilo histórico allí donde él cree que este se rompió trágicamente: la España de 1936, la de la Segunda República. Y los diarios Ara, Gara y CTXT, y las radios SER y RAC1, son sólo los púlpitos desde los que Pablo Iglesias pronunciará sus llamadas a la guerra santa contra lo que él denomina "el régimen del 78".
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