A estas alturas de la guerra por el control del PP de Madrid, hay dos cosas que empiezan a estar claras. La primera, que nada volverá a ser como antes en el triángulo político que forman la calle Génova 13, la Puerta del Sol y el antiguo Palacio de Telecomunicaciones junto a la plaza de Cibeles, sedes respectivas de la formación popular, de la Comunidad y del Ayuntamiento madrileños.
La segunda, en consonancia con la anterior, que "ya no hay vuelta atrás", como admiten altos dirigentes del partido en conversación con este diario. Y como ya ha asumido, según estas fuentes, el propio Casado.
Dicho de otra forma, la batalla por el liderazgo orgánico del partido en la Comunidad de Madrid, para el que se postula la presidenta Isabel Díaz Ayuso pero no se descarta aún el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, dejará cicatrices. Y también vencedores y vencidos.
Las primeras heridas de la batalla están abiertas aún en canal. Singularmente, la que se refiere a una disminuida (mediáticamente hablando) convención nacional del PP, que tendrá lugar el primer fin de semana de octubre en Valencia y que será precedida los días anteriores por actos sectoriales itinerantes en varios puntos de España.
Allí están citadas importantes personalidades de la política y de la sociedad civil. Entre ellas, está confirmada la presencia de Mariano Rajoy en Santiago de Compostela y de José María Aznar, el otro expresidente del Gobierno popular, en Valladolid.
Se trata de un evento que Pablo Casado lleva mucho tiempo preparando con mimo junto a su equipo y que, de no cambiar mucho las cosas, quedará casi completamente eclipsado por la guerra en ciernes en las filas de los populares madrileños. Hasta el punto de que la gran incógnita sobre esa convención (hasta hace poco era si participaría en ella el expresidente de Ciudadanos, Albert Rivera) es si finalmente asiste a la misma o no la propia Ayuso.
La jefa del Ejecutivo de Sol va a mantener hasta el final el suspense dado que, como alega su equipo, no sabe si para ese primer fin de semana de octubre habrá regresado ya de su programado viaje a EEUU.
En principio, su sitio está en la mesa de presidentes autonómicos prevista para el sábado 2 de octubre junto a sus homólogos y correligionarios Alberto Núñez Feijóo, Alfonso Fernández Mañueco, Juan Manuel Moreno y Fernando López Miras.
Pero nadie puede asegurar si estará en esa mesa de barones territoriales, con los presidentes gallego, castellano y leonés, andaluz y murciano, o simplemente llegará, acaparando todos los focos, a la clausura de la convención que hará al día siguiente Casado con un acto en la plaza de toros valenciana. El mismo sitio donde tuvieron lugar grandes mítines históricos del PP en el que durante años fue uno de sus principales feudos tanto a nivel autonómico como municipal.
Si llega el sábado, acaparará la atención en detrimento de los barones, si lo hace el domingo en el de su jefe nacional y líder de la oposición en España.
Vencedores y vencidos
Obviamente, la principal vencida, si no lograse finalmente su objetivo de presidir la organización, sería la propia Ayuso. Pero si lo lograse, Almeida también quedaría tocado, incluso si en el último momento decidiera no pelear por la presidencia del PP de Madrid. Todo ello en un debate interno que ya en su previa va a durar mucho tiempo. Prácticamente todo el curso político que acaba de comenzar.
La presidenta de la Comunidad de Madrid pidió adelantar el congreso regional, que como todos los de autonomías uniprovinciales está previsto que se celebre el primer semestre de 2022. Pero la dirección nacional lo rechazó tajantemente esta semana, como dijo el secretario general del PP, Teodoro García Egea, preguntado al respecto en su rueda de prensa semanal tras la reunión de la cúpula del partido.
Por lo tanto, el cónclave no se celebrará en ningún caso antes de enero pero podría retrasarse incluso a junio, siempre antes del congreso nacional en el que, cuatro años después de imponerse en las primarias como sucesor de Rajoy, Casado revalidará su presidencia. Algo que ocurrirá apenas un año antes, si no se altera el calendario, de volver a enfrentarse a Pedro Sánchez en unas elecciones generales.
Y desde luego también quedaría derrotada con una eventual victoria de Ayuso la idea de una "tercera vía" o presidencia de consenso, que no ostentaría ni el alcalde ni la presidenta regional sino alguien con el suficiente predicamento entre los populares madrileños.
Tan derrotada o vencida como la persona que más ha sonado desde hace meses como idónea para ejercer ese papel, Ana Camins. Se trata de la actual secretaria general de la Gestora madrileña que lidera Pío García Escudero y siempre ha sido una persona muy cercana a Casado y Ayuso.
Tampoco parece que Camins vaya a salir con buen pie de una crisis que recuerda mucho a la ocurrida hace diecisiete años entre la entonces presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, y el entonces alcalde, Alberto Ruiz Gallardón. Este último trató de evitar que Aguirre fuese la presidenta apadrinando la candidatura de su entonces número dos, Manuel Cobo. La candidatura terminó retirándose el mismo otoño de 2004, Aguirre afianzó su liderazgo institucional y orgánico y el resto, en el PP de Madrid, es historia.
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