Cuando Mariano Rajoy fue confirmado como invitado a la convención itinerante del PP, ésa que pretende encumbrar a Pablo Casado como presidenciable y alternativa a Pedro Sánchez y su PSOE "entregado a la radicalidad de comunistas e independentistas", nadie imaginaba que el expresidente del Gobierno más reacio a los titulares de prensa que en el mundo ha habido sería el protagonista de la semana. "Tendrás que reformar las pensiones, Pablo, y te harán una huelga por ello", está siendo la frase de la semana.
Este jueves, ni Rajoy ni Casado estaban en el Congreso de los Diputados, pero ambos fueron los protagonistas del debate. Y José Luis Escrivá logró zafarse de sus múltiples líos.
Primero, se escabulló de que ésta que se votaba sea una "reforma inacabada, un preámbulo de un libro que acabará mal, como todo con usted", le espetó el diputado Tomás Cabezón, del PP. Segundo, de que "no sea cosa de fuego amigo, como usted dice", en referencia a la pelea pública con Yolanda Díaz, "sino de que nadie le apoya", recordando que "Moncloa le llama cada vez que habla para que de inmediato rectifique".
Y tercero, de que la Comisión Europea le esté urgiendo a que cierre ya lo que queda de la reforma de las pensiones, que es la clave: la sostenibilidad, porque "el sistema es deficitario, y las cuentas no le salen, ya que su ley habla de un 1,5% y la inflación está en el 4%".
Señalar para ocultar
Se escapaba Escrivá con una sola llave mortal: acusar al líder del PP -ausente- de "querer recortar las pensiones en un 40%", y repitiéndolo decenas de veces desde el atril, y sintiendo el aliento más o menos entusiasta del resto de grupos, se olvidó que el ministro de Seguridad Social es el que describió su mecanismo de equidad intergeneracional como un instrumento para "elegir entre trabajar más y cobrar menos".
La acusación no es real, sino un constructo -ya que al ministro le gustan los palabros sonoros que luego hay que explicar-. Según sus cuentas, lo que dicen el Banco de España, el FMI y la AIReF que él presidió es que "si se aplican el IRP y el factor de sostenibilidad que hoy derogamos, las pensiones futuras se recortarían en un 40% a lo largo de la vida del pensionista".
Y que eso ocurriría en el caso de que "se vuelva a la contrarreforma de 2013". Y que eso es lo que quiere Pablo Casado... porque Rajoy le dijo a la cara el lunes que el sistema actual es "insostenible". Como sabe también el ministro.
Todas estas disquisiciones las desplegó Escrivá respondiendo al poco popular diputado Cabezón en el debate de la enmienda a la totalidad del PP contra la tramitación como ley del decreto que presentó con grandes fanfarrias, fotos y firmas solemnes en los jardines de Moncloa el presidente del Gobierno el pasado mes de julio.
Huir del despido
"Con ese decreto usted lo único que buscaba era esquivar la crisis de Gobierno", le dijo Cabezón. Es decir, regalarle una foto a Sánchez con los agentes sociales para convertir en ley la revalorización de las pensiones actuales y futuras según el IPC. Y lo decía porque ese decreto, ahora ley en tramitación aunque ya en vigor, sólo trataba de lo bonito de la reforma de las pensiones, su subida. Pero dejaba "para más adelante" lo feo, su sostenibilidad.
Se lo afeó el diputado del PP con un ejemplo gráfico: "Es como presentar una ley muy ambiciosa sin su memoria económica. ¿Cómo pretende usted que le apoyemos una subida de algo tan clave como las pensiones si no nos dice cómo lo piensa pagar? ¿Quién lo va a pagar? ¿El déficit? ¿La deuda? ¿Una subida aún mayor de las cotizaciones sociales? ¿Reformarán su propia reforma? ¿Lo colarán vía enmienda? ¿Apretarán más aún a los autónomos? ¿Y qué harán con los becarios? Puede que lo que sea esto es el preámbulo de la entrega de la Seguridad Social a País Vasco y Navarra..."
La sucesión de palos era infinita. Pero a Escrivá le bastaba responder con lo de Rajoy y el 40% de recorte. "Sea valiente, admita que lo que usted propone es eso, porque de eso se trata, de que el PP nos diga cuál es la alternativa a lo que hemos consensuado entre todos los demás". Y con eso se refería a los socios parlamentarios, a los agentes sociales... y al propio Pacto de Toledo, "en el que usted mismo decía cosas muy distintas". Una afirmación que nunca podremos comprobar, porque las sesiones de esa comisión son a puerta cerrada.
Por supuesto, la enmienda a la totalidad del PP fue rechazada y la norma seguirá su curso parlamentario. En esa tramitación será cuando se cuele la parte que queda. Y que no está ni empezada a negociar, según las fuentes consultadas por este diario en medios empresariales y sindicales. La semana pasada, el propio Escrivá suspendió la primera cita en la que se debía abordar qué será eso del "mecanismo de solidaridad intergeneracional", lo que temen los babyboomers, en terminología del mismo ministro.
Los fondos europeos
Según Escrivá, no es él dilatando la reforma que -con la del mercado de Trabajo- más va a marcar la segunda parte de la legislatura -de hecho, que haya segunda parte-, sino el PP el que pone en riesgo "irresponsablemente" el futuro de las pensiones. Y con ello Casado pone en solfa, dijo, el Plan de Recuperación comprometido con Bruselas y "toda su capacidad financiadora y de transformación" de la economía española en los próximos seis años.
El ministro aseguró que son "motivaciones partidistas de corto recorrido" las que impulsan al PP, y advirtió de que desde las instancias europeas "se entendería mal que una reforma se aprobara con menos consenso del que partió".
Pero claro, los argumentos para defender su postura eran tan endebles como que la parte de la "sostenibilidad" no aparece en el texto que el PP quería devolver al Gobierno. Así que la defensa del ministro se centró en el ataque a la oposición. El "40% de recorte a la pensión" que según Escrivá avalan los organismos ya citados, sería en realidad, y en todo caso, una pérdida acumulada de poder adquisitivo.
Pero él lo llevó a cifras planas para hacerse entender: "¿Es razonable que alguien que se jubila con una pensión de 1.000 euros acabe 20 años después ganando 600?"... más allá de que no se sostengan con la verdad.
Sí que recoge el texto legal la culminación de la separación de fuentes de financiación -es decir, pasar al déficit presupuestario el déficit de la Seguridad Social-, el traspaso de los gastos no contributivos de la Seguridad Social a los Presupuestos Generales del Estado -o sea, pago de pensiones no contributivas con impuestos- y medidas para acercar la edad efectiva de jubilación a la edad ordinaria.
Es decir, lo de trabajar hasta los 75 años como "cambio de cultura de país" que sugirió el ministro hace unos días en la prensa, provocó la pelea pública con Yolanda Díaz y se apresuró a matizar en cuanto fue advertido. Este jueves, en el Congreso, el matiz fue que España "no necesita cambiar su edad legal de jubilación, que es adecuada y suficiente" sino lograr que la edad efectiva se aproxime a la establecida por ley.
Por ahí quiso entrar el diputado Cabezón del PP a gastar su carta ganadora, pero dejó el argumento en que "los españoles no quieren un cambio de cultura, sino un cambio de Gobierno"... y no ganó un solo apoyo más de la Cámara. Se quedó solo.