Esquerra Republicana no concibe otra alternativa. Apostará por la mesa de diálogo hasta el final. Exactamente igual que Pedro Sánchez. De hecho, en el Gobierno y en el Govern emplean el mismo argumento cuando se critican las cumbres bilaterales: "¿Se os ocurre otro camino? No lo hay". Las dos formaciones -pacto de Presupuestos mediante- han entrelazado su futuro.
Los de Gabriel Rufián exhiben fuera de micro la "fuerza negociadora" que les otorga su papel decisivo en las cuentas públicas y dejan entrever que apretarán a Moncloa para lograr otros objetivos de manera paralela. Por ejemplo, la obligatoriedad de Netflix y el resto de productoras -a través de la ley audiovisual- de crear contenido en catalán.
Sin embargo, se trata de un tira y afloja que nunca tensa la cuerda tanto como para romperla. No ocurre así en la relación entre ERC y Puigdemont. Las dos organizaciones gobiernan Cataluña en coalición, pero discrepan en lo sustancial: el estatus de Cataluña.
Mientras Junts corea el "lo volveremos a hacer" -referido al golpe que concluyó con la sentencia del procés-, distintos dirigentes de ERC definen ese cántico como "un eslogan vacío". "Ya nadie sabe qué quiere decir", relatan estas fuentes en conversación con EL ESPAÑOL.
Cuando la dirección de Esquerra Republicana reitera que "no hay otra alternativa a la Mesa" también se refiere a la insumisión constitucional. La tesis de Puigdemont es radicalmente distinta: augura un fracaso estrepitoso de la herramienta que dará lugar a una nueva movilización separatista.
"Es una etapa que hay que quemar para que los catalanes abran los ojos. Así, el independentismo crecerá hasta el 58%". Ese es el deseo -y la concepción- de Junts, tal y como informó EL ESPAÑOL.
"Situación kafkiana"
Los de Puigdemont mencionan 2023 como "deadline" de la mesa de diálogo: "Quedará demostrado que el diálogo no sirve. Esto es un pacto entre el Gobierno y Esquerra para garantizarse la estabilidad en el presente".
En Esquerra, como era de esperar, niegan la mayor. Presumen de que su mencionada "fuerza negociadora" les reportará "logros para Cataluña" y atribuyen la cerrazón de sus teóricos socios del Govern a una suerte de envidia: "Lo que les molesta no es el diálogo, sino que lo lideremos nosotros".
A día de hoy, ERC lidera el Govern, pero también el separatismo catalán en el Congreso. Rufián gestiona un grupo parlamentario de trece diputados y Junts, tras los líos internos, se ha quedado con cuatro butacas. "Si remáramos todos juntos nos iría mucho mejor, pero ellos no quieren", resume un dirigente de los republicanos.
En ERC hablan de una "situación kafkiana": "En Cataluña, la oposición al Govern no la hace el PSOE, a quien teóricamente corresponde, ¡sino Junts!". Una afirmación que da cuenta del desencuentro que separa a las dos siglas.
"No sabemos qué quiere Junts, cuál es su apuesta para resolver el problema. Si no lo sabemos nosotros, imagínate la gente", detalla esta misma fuente. En Junts, por contra, siguen manteniendo que se borraron de la mesa después de que Sánchez vetara la presencia de los indultados: "Sólo participaremos si podemos enviar a quien nosotros elijamos".
Por otro lado, tanto en el Gobierno como en Esquerra Republicana confirman un dato que refleja la buena sintonía entre las dos estructuras: la detención de Puigdemont en Cerdeña no ha deteriorado la mesa de diálogo.