Un congreso político es un compendio de una enorme cantidad de temas. Más aún cuando se trata de un partido de gobierno, como el PSOE. El rearme ideológico que sale de este cónclave de Valencia, el número 40 de los socialistas en sus 142 años de historia se basó en varias palabras clave: el lema era "avanzamos", pero el 'leitmotiv' era la "unidad".
Con el eslogan, Pedro Sánchez pretendía lanzar a su formación hacia los dos años que le quedan de legislatura con fuerza: "Trabajaremos por que Pedro repita", era la frase más repetida entre los ministros y diputados reunidos, cuando se dejaban caer en corrillos con la prensa.
Con el mantra, el líder pretendía legitimarse de una vez y por todas ante los suyos, dar por terminadas oficialmente las rencillas internas y establecer una pax pedriana que le deje las manos libres, porque todos sepan qué es lo que hay. Es decir, gastar las energías en lo que los "une", que es mantener el poder para "avanzar hacia un periodo socialdemócrata, que es lo que necesita España, lo que está imponiéndose en Europa y lo que demanda el mundo".
Pero había más. Estaban, claro, los contenidos políticos concretos: la reindustrialización "con cohesión territorial", la transformación digital "con justicia social", la transición ecológica "como oportunidad reformista", el rearme institucional "para profundizar en la cohesión política", la memoria democrática "por la dignidad histórica" o el viraje feminista "para la igualdad real".
Y todos esos temas se parecen más al salto en derechos que dio José Luis Rodríguez Zapatero entre 2004 y 2011 que a la vuelta de calcetín que tuvo que operar Felipe González de 1982 a 1996.
Por eso los 1.700 delegados aplaudían más los anuncios de la ley de memoria, los vídeos de la salida de Franco y los discursos de Zapatero que las promesas de un 90% de vacunados antes de finde año, las imágenes de colegios rurales o las palabras de Felipe.
Razones generacionales
No era sólo la cercanía cronológica, que llevaba a los actuales dirigentes a recordar que empezaron a ser juventudes socialistas cuando ZP prometió "no fallarles" en la durísima noche electoral del 14-M, tres días después de Atocha. También era que el catálogo de Sánchez es más de ideologías que de emergencias, y si algo hizo Felipe fue sentar las bases de un Estado de derecho, y si algo le tocó a Zapatero y ahora a Sánchez es "crear nuevos derechos de ciudadanía".
En el laboratorio de estrategias de este congreso han trabajado dos equipos. Lo comenzó a diseñar el antiguo secretario de Organización, José Luis Ábalos, delegando en su equipo de confianza en Ferraz: Santos Cerdán y Adriana Lastra. Lo acabaron de rematar éstos cuando el valenciano perdió el favor del líder, y la ronda final para rematarlo todo quedó en manos del propio Sánchez.
Porque suyo es el empeño en no ser un jefe de Gobierno coyuntural, sino cumplir una misión, como la de sus predecesores, González y Zapatero. "El mismo guion que siguieron Felipe y José Luis es el que sigo yo ahora, el que sigue mi Gobierno", proclamó en su discurso de cierre.
Pero el plan venía de antes. Se venía de unos años en los que ni a Felipe ni a Zapatero se les había visto de la mano de Sánchez. Una larga etapa en la que, incluso, cada uno formaba en un bando de una batalla divisiva, la de Latinoamérica y, en concreto, Venezuela. Una larga etapa de un lustro durante la cual la vicesecretaria general llegó a decir que "respetamos a nuestros mayores, pero es que ahora nos toca a nosotros".
...un desafecto creciente culminado el día en que el primer presidente socialista posterior a la Guerra Civil llegó a decir que "todo el mundo sabe a quién voto, pero no me siento representado".
Así que el arreglo tenía que ser bien a la vista. Poner todo el legado de los gobiernos del PSOE en el foco del recinto ferial valenciano, haría que el reflejo iluminara al presidente actual. Y sus proyectos serían equiparables a la obra transformadora de sus mayores.
De este modo, los borradores de contenidos vincularon la "protección de los trabajadores" desplegada con la pandemia con los ERTE a las "pensiones no contributivas" que impulsó González o las "ayudas a la dependencia" de Zapatero.
Y si los tres tenían que ser eslabones de una misma cadena de generación de "nuevos derechos sociales", la "despenalización del aborto" de los años 80 podía ir de la mano de la "ley contra la violencia de género" de los 2000 o la de la eutanasia de 2021. Porque "todos los avances sociales llevan la rúbrica de PSOE", llegó a afirmar.
Razones ideológicas
Además de lema de avanzar y el mantra de unir, Sánchez quería que este congreso le sirviera para arrebatar espacios a izquierda y derecha a sus competidores electorales. Y las dos vías clave beben de la herencia zapateril: fue él quien primero se atrevió a revisar la Transición, levantando la estatua ecuestre de Franco de los Nuevos Ministerios de Madrid y con una Ley de Memoria Histórica que empezó a decir que lo del 78 se hizo "como se pudo", pero que ya tocaba revisarlo.
Así, la Secretaría de Reforma Constitucional y Nuevos Derechos pretende poner al PSOE a la cabeza de la defensa de la Carta Magna, un terreno fértil para el PP de Pablo Casado. La cartera fue adjudicada a Félix Bolaños y anunciada de madrugada. Pero había sido sugerida por la tarde en una mesa redonda entre el propio ministro... y Zapatero.
También la etapa de ZP fue la que se inauguró con la Ley contra la Violencia de Género, pionera entonces en el mundo. Y la que reconoció los matrimonios de personas del mismo sexo.
Del mismo modo, el símbolo de la renovación generacional más visible del cónclave es la nueva secretaria de Igualdad, Andrea Fernández, una leonesa de 28 años que se parece en nada a Carmen Calvo, egabrense de 64. La nueva, defensora de la perspectiva de género, las leyes trans y la inclusión de todas las igualdades en el concepto feminista. La segunda, adalid de la lucha de las mujeres y derrotada por la bandera morada de Podemos en el Ejecutivo. Ese espacio lo quiere Sánchez para el PSOE.
Razones personales
Todos esos temas fueron saliendo en los discursos de los dos expresidentes. No sólo por cumplimiento de guion, sino porque -que remedio-, ambos se reivindicaron cada uno a su manera. "José Luis ha estado generoso, Felipe le ha dado un repaso, ha estado soberbio y no le ha regalado nada", fue el diagnóstico general a la hora de salir al patio a comer el sábado tras la llamativa foto del secretario general con sus predecesores.
Las intervenciones de los dos viejos presidentes comenzaron con casi una hora de retraso y a los dos se les conminó a no extenderse en demasía. Ninguno hizo caso, es cierto. Pero aunque los dos reivindicaron su legado, Zapatero se esforzó en entroncarlo con la labor actual del Gobierno. También él fue hábil con las palabras siempre, como Sánchez, y fue inteligente al unirse a la fiesta más que para pedir la voz que no se le ha dado en estos últimos años.
Fue él quien introdujo el asunto de la prostitución en el congreso, calificándola de "esclavitud" y de la "mayor injusticia de la humanidad"... y el PSOE hoy se define como "feminista". También se permitió reivindicar su empeño por la "reconciliación territorial", pues suya fue la etapa de los estatutos de segunda generación.
Y además salpimentó sus palabras de las invectivas a la derecha que mejor funcionan hoy en el público socialista: "Sabía que habría hombres de derechas que se acabarían casando, es lo que tienen los derechos universales, que son para todos", soltó con sorna.
Sin embargo, Felipe prefirió pedir la palabra, recordarle a Sánchez -y a los concurrentes- que él está "disponible", reprochar con un ruego que haya "libertad para opinar" en el partido y recordar que él fue el del "exilio", el que más tiempo dirigió el partido, "23 años" y el que más años ocupó la Moncloa, "hasta 13 y medio".
En todo caso, el plan se cumplió a la perfección. No sólo porque el actual líder socialista se regaló un congreso con pleno de invitados, sino porque la imagen de magnanimidad lo engrandeció, ya nadie podrá reprocharle que no atiende a sus "mayores"... y, en todo caso, el aplausómetro espontáneo de Valencia le dejó claro al más "desafecto" que, pasados los años -todos esos años-, él ya no es el preferido en el imaginario PSOE.