Este jueves es el gran día. Yolanda Díaz logrará la convalidación del decreto de la reforma laboral que llevó al Consejo de Ministros del pasado 28 de diciembre, tras "nueve meses de durísima negociación". Su promesa electoral, la de su antiguo jefe, Pablo Iglesias, y la que vino repitiendo con movilizaciones callejeras Podemos desde su nacimiento. Pero como "no es una derogación ni de lejos de la reforma del PP en 2012" y como "no nos han dejado no ya negociar, ni siquiera opinar sobre ella", los socios habituales del Gobierno votarán no.
El éxito es indudable para el PSOE, que se apunta una victoria política con varias vertientes. Pero abre una etapa complicada. Fuentes cercanas al presidente, Pedro Sánchez, admiten que esta votación anuncia "dos años difíciles" hasta las próximas elecciones generales. No sólo por la ruptura de las mayorías habituales, bautizadas por los morados como la "mayoría de legislatura". Sino por la agenda legislativa que se avecina, poco atractiva para tratar de volver a seducirlos.
El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, salía este miércoles molesto de la Cámara. Y ni siquiera quería entrar en qué había tratado de ofrecer Yolanda Díaz desde que la víspera de Nochevieja se decidió a buscar su voto. "No importa lo que oferte Yolanda Díaz, es un problema de fiabilidad. Si una parte del Gobierno dice que se puede hacer una cosa, pero la otra dice que no... no hay nada que hacer".
Sobre todo, porque las reformas que ponía la líder morada sobre la mesa no eran para retocar el decreto, sino "para más adelante". Y ni los republicanos ni sus aliados parlamentarios de Bildu se fían. "Parece que no nos conocen, que no saben que cuanto más presionen más firmes nos mantendremos", explicaba Oskar Matute.
Siete alegrías del PSOE...
Finalmente, y como informó este periódico el pasado 22 de enero en primicia, habrá victoria socialista en la reforma laboral de Unidas Podemos. Por siete razones:
La primera, porque así lo confirmaron anoche los cuatro diputados del PDeCAT y los dos de Navarra +. Sus posiciones estaban comprometidas desde mediados del mes pasado, pero ninguno quiso hacer oficial su postura hasta última hora.
Los catalanes para marcar un perfil público que necesitan -no en vano, son la parte descolgada de la órbita de Carles Puigdemont, los perdedores de la vieja Convergència-.
Y los navarros, porque ni Carlos García Adanero ni Sergio Sayas están de acuerdo con lo que van, finalmente, a votar. Según fuentes consultadas por este diario, se les ha impuesto la decisión desde Pamplona. Tras discusiones cruzadas, ha sido la postura de la dirección de UPN, con Javier Esparza a la cabeza, la que ha prevalecido, informa Marcos Ondarra.
El segundo motivo de la alegría socialista es que su portavoz parlamentario, Héctor Gómez, se apunta una nueva victoria, la más difícil de todas desde su llegada al puesto, a finales del verano pasado. La tercera razón, y como derivada de la anterior, es que el PSOE prueba su capacidad para llegar a acuerdos con cualquier combinación de los grupos del Congreso, incluso en una minoría tan aplastante como tiene este Ejecutivo, al que sostienen muy pocos más diputados que los 141 que suman PP y Vox.
La cuarta vertiente victoriosa es que Sánchez evita que su socia y líder de Unidas Podemos se cuelgue la medalla. La reforma no es sólo muy lejana a la que ella deseaba en contenidos, sino que saldrá convalidada por una mayoría "de derechas" en la Cámara Baja: junto a PDeCAT y N+, votará sí la principal bestia negra de los morados, Ciudadanos, que es el cimiento principal de esta votación, con sus nueve votos favorables.
La quinta razón por la que el PSOE celebraba anoche era la más prosaica: que el acuerdo sale como quería la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, en forma y contenido. Es decir, con las patronales CEOE y Cepyme dentro, con los sindicatos comprometidos con el texto y, sobre todo, "sin tocar una coma".
Hay una sexta, y es que ni haciendo una reforma laboral que hasta Teodoro García Egea definió como "un mero maquillaje" de la del PP, los de Pablo Casado votarán no. Ni siquiera Sánchez va a verse abrazado por el oso popular ya que, explica Elvira Rodríguez a este diario, "creemos que el cambio en la normativa laboral no avanza sino que retrocede en el objetivo de dar flexibilidad y resiliencia a nuestro mercado de trabajo".
Estudiando a fondo el texto, asegura la vicesecretaria de Política Sectorial popular, advierte que "además, no se atajan de forma realista las causas del exceso de temporalidad. Prohibir y sancionar no resuelve nada". Su compañero, Mario Garcés, añade que "esos cambios son pocos, pero justo el peor error", explica, "añadirle rigidez al mercado laboral añadiendo costes estructurales a la contratación cuando la recuperación no se ha consolidado frenará la creación de empleo".
Finalmente, la séptima y más importante. De esta votación dependen los próximos 10.000 millones que debe librar Bruselas camino de Madrid, según fuentes del Gobierno. Hasta "12.000 millones", dijo de su boca la propia Calviño en la sesión de control de la mañana en el hemiciclo, en su respuesta a la pregunta de Edmundo Bal, portavoz liberal.
...e infinitas preocupaciones
Pero no todo son alegrías. Un alto dirigente del PSOE se reconocía "nervioso" por la reacción de sus "socios habituales" -así los definía en conversación con este periódico- ante este cambio de cromos en el Congreso.
Y no sólo porque saben que Unidas Podemos reaccionará -"nos la han colado, el PSOE y Ciudadanos, que ha estado muy inteligente", admitía una ministra morada esta semana-, sino porque viene una agenda legislativa muy comprometida, con escollos difíciles de salvar y poco atractivo para recuperar los apoyos de ERC y Bildu.
Si algo ha lucido el PSOE en estos dos años largos de legislatura ha sido la estabilidad cimentada en los apoyos parlamentarios que, aun a un alto coste, ha sabido mantener. Se la fraguó Iglesias en los primeros Presupuestos a costa de "lograr algunos acuerdos 'espantaCiudadanos' que esta vez no han funcionado", añadía esa misma ministra.
Y que la votación clave de la reforma laboral se gane con Ciudadanos, PDeCAT y N+ en lugar de ERC, Bildu y PNV supone un punto de inflexión del que es muy consciente Moncloa.
En los próximos meses, el Gobierno tendrá que afrontar varias iniciativas, leyes y decretos que le costaría negociar en circunstancias normales. Y ahora serán aún mucho más difíciles. Por ejemplo, algunas incluidas en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia comprometido con la Comisión Europea. El calendario apremia, como demuestra el documento del cronograma acordado con Bruselas.
Sin ir más lejos, antes del fin de la legislatura el Ministerio de Transportes tendrá que presentar su plan para la implantación del pago por uso en las autovías.
Además, durante este año, se tramitará el proyecto de ley recién aprobado del Derecho a la Vivienda, un texto que ya ha resquebrajado al Ejecutivo durante dos años y en el que los diputados de Unidas Podemos quieren colar enmiendas que apuntalen la intervención del mercado del alquiler y en el que ERC exigirá cambios para dar cobertura a la norma catalana... hoy recurrida por Moncloa ante el Tribunal Constitucional.
Este febrero es, por otro lado, el mes en el que la comisión de expertos de Hacienda debe presentar su propuesta para la reforma fiscal. Ni Bildu ni ERC están en buena disposición de aprobar las medidas que el entorno de Yolanda Díaz ya considera "tardías y light". Y exigirán el "impuesto a las grandes fortunas" y subidas en el tributo de Sociedades a las eléctricas, además de la "armonización fiscal" para atacar el supuesto "paraíso fiscal" de Madrid.
O el PSOE les da esas cosas o tendrá que volver a mirar a Ciudadanos. Y en esto de subir impuestos será imposible...
Aún queda la negociación de la Ley Audiovisual y de la Ley de Memoria Democrática, una encallada y la otra guardada en un cajón por la falta de acuerdo con los republicanos... Lo mismo que la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana.
Y todo esto, mientras la recuperación económica no termina de consolidarse, la inflación sigue al 6%, el turismo cerró 2021 con unos datos terriblemente peores de lo anunciado por el Ministerio de Reyes Maroto... y Europa afronta una posible guerra en su suelo. La crisis en Ucrania, en la que posiblemente la OTAN reclame tropas adicionales a España, plantea un escenario en el que el PSOE sabe que su socio de coalición romperá la disciplina, y votará no.
"Las derechas apoyarán", afirman seguros y aliviados los dirigentes del PSOE. Pero, ¿y la brecha con los socios?
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