El PP perdió ganando, porque ha cambiado un socio moderado, Ciudadanos, por otro radical, Vox. Y el PSOE ganó perdiendo, porque si hasta ahora sólo podía advertir de que la única alternativa a Pedro Sánchez era un Gobierno con Santiago Abascal de vicepresidente, tras los resultados de las elecciones de Castilla y León "se visualiza absolutamente la alianza inexorable de Pablo Casado con la ultraderecha".
Ésa era la lectura que la dirección del PSOE hacía anoche de su derrota electoral en Castilla y León. Las elecciones anticipadas, que convocó en vísperas de la Navidad Alfonso Fernández Mañueco, se saldaron con unos resultados que sólo dejan una suma posible para gobernar, la de los populares con los ultraconservadores.
Pero una mirada sosegada a los datos indica que el PP no ganó apoyos: de hecho, se dejó 55.000 votos y seis centésimas en porcentaje. Pero que, más allá del trasvase de Ciudadanos a Vox y la aparición de la España Vaciada, el que se cayó fue el PSOE. Luis Tudanca, que ganó los comicios en 2019, ha cosechado 117.000 papeletas menos y bajó casi cinco puntos porcentuales.
¿Paga el PSOE su alianza con Podemos? Los morados se quedaron en un solo escaño, y un dirigente popular decía anoche que gobernar con Vox, "que es constitucional", una región, "es mucho menos grave que gobernar España con los comunistas de Podemos o los independentistas".
Lo cierto es que ésta es la cuarta derrota consecutiva de los socialistas desde que Pedro Sánchez ganó las elecciones del 10-N. Primero, las de Galicia y País Vasco, en julio de 2020; después, el ayusazo del 4-M de 2021 en Madrid; y finalmente, anoche, en Castilla y León. Y por eso, Tudanca saludaba con pena mientras los suyos le aplaudían en Valladolid.
Posible adiós de Tudanca
"He dado todo y me he vaciado trabajando por esta tierra que tanto quiero, pero no ha sido suficiente", explicó. "Otros vendrán que harán más y conseguirán el cambio para Castilla y León", dijo anunciando un posible adiós al liderazgo del partido en la región.
En una comparecencia en Valladolid, en la que Tudanca estuvo acompañado por el presidente del Senado, Ander Gil, o la presidenta de los socialistas europeos, Iratxe García, el emocionado candidato socialista destacó lo "ajustado" del resultado.
"Sé que éste no era el resultado esperado", admitió. Pero efectivamente, la diferencia entre PP y PSOE se quedó en apenas 16.000 votos, con empate a cuatro provincias para cada formación. Sólo la plataforma Soria Ya dio la sorpresa en la novena.
De hecho, la última semana de campaña, los socialistas tenían trackings que les daban "con suerte, opciones de vuelco" y de que, incluso, podrían sumar una alternativa a PP y Vox, con Unidas Podemos y las formaciones territoriales de la España Vaciada. "Nos ha faltado una semana", comentaba un dirigente del PSOE a este diario, preguntado por las visitas improvisadas de Sánchez en los últimos días. "Íbamos hacia arriba y nos ha faltado muy poco".
Desde la moción de censura de 2018, el PSOE presume de haber derrotado al PP de Pablo Casado "en cinco elecciones a nivel nacional": dos generales, las europeas, las municipales y las autonómicas que se celebraron juntas. Con la misma legitimidad, Teodoro García Egea trataba de poner sonrisas a su amarga victoria de este domingo insistiendo en que "el PP gana y el PSOE pierde. Lo contrario que hace tres años".
Pero desde Ferraz, un dirigente muy cercano al presidente Sánchez se sacudía esa interpretación. "No, eso no es así. Aquí ha habido una situación excepcional, que se ha saldado con un marrón para el PP, que adelantó las elecciones para asegurarse una victoria muy sólida y se ha quedado con una raquítica".
Como todo en política depende del color del cristal con que se mira, a través de las ventanas del PSOE se insistía en que, con todo a su favor, el PP sólo les ha aventajado en 1,4 puntos. Y en que todo el norte de la región -a pesar del cierre de las minas de carbón en los últimos años- se tiñó de rojo socialista. Incluida Palencia, la ciudad natal de Casado.
El PSOE se lava las manos
Al líder del PP señalaban las voces socialistas en la noche electoral, y a su "desastrosa" gestión como alternativa. El presidente del Gobierno y sus colaboradores lo califican en público de "oposición negacionista". Y sus ministros más cercanos hablan en privado de "un partido con el que no se puede ni siquiera dialogar, echado al monte, y contrario a todo por definición". Es decir, un PP "muy alejado de la moderación, entregado al discurso de Vox".
Y ésa es el arma que ahora, apuntan las fuentes del PSOE, ha cargado el propio Casado con esta victoria agridulce en Castilla y León. "No sorprende la irrupción de Vox", explica este miembro de la Ejecutiva socialista, "pero sí asombra que el PP le haya dado la oportunidad a la ultraderecha de que entre en un gobierno... ojo, que eso no es cosa menor".
Había voces populares que, recién anunciados los resultados (PP 31, PSOE 28, Vox 13) en un Parlamento de 81 procuradores, planteaban la posibilidad de que los socialistas ofrecieran su abstención en la investidura, "para demostrar su compromiso democrático". Es decir, para librar a Mañueco del peaje que Abascal anunció nada más agarrar el micrófono: "Menuda cara de vicepresidente se le ha puesto a Juan Gacía-Gallardo", dijo, mientras aplaudía a su candidato.
El mismo Mañueco saludaba esta opción, anunciando que "dialogaremos con todos, para gobernar según el mandato de los castellanoleoneses". Pero en el PSOE se lavan las manos y rechazan esta opción. "Lo que está claro es que el PP no va a convocar elecciones de nuevo, así que tendrá que negociar el gobierno autonómico con Vox... un partido de ultraderecha que quiere acabar con el Estado de las autonomías".
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