El Partido Popular junta filas contra la entrada de Vox en el futuro Gobierno de Castilla y León. Por si quedara alguna duda entre los populares, el expresidente del Gobierno José María Aznar, que resulta ser también la autoridad moral en el partido, se ha pronunciado con contundencia sobre la posibilidad de que Alfonso Fernández Mañueco haga vicepresidente a Juan García-Gallardo. "No le veo ninguna ventaja", ha dicho.
Este miércoles, en un coloquio organizado por el Círculo Ecuestre en Barcelona, el exdirigente popular ha llamado al PP a desmarcarse del partido a su derecha y buscar en lo sucesivo gobiernos en solitario: "No veo las ventajas para España de que la señora Le Pen estuviera en el Gobierno".
Unas palabras en perfecta consonancia con las del actual presidente del partido, Pablo Casado, que ha llamado esta semana a aislar "el populismo y radicalismo" de Vox, con un tono que ha recordado al que utilizó en la moción de censura de Santiago Abascal a Pedro Sánchez, y que ha sido aplaudido por todos los barones populares... Menos por uno. Bueno, una.
Y es que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se ha quedado más sola, si cabe, en la defensa contar con Vox como un socio deseable; más deseable, en sus propios términos, que el PSOE: "Mejor pactar con el partido de Ortega Lara a hacerlo con aquellos que pactan con sus secuestradores".
Hasta el propio Mañueco anunció durante el Comité Ejecutivo su intención de formar "un gobierno fuerte, estable y en solitario" y recibió el apoyo del partido para hacerlo, aunque no será fácil, pues para ello precisa negociar la abstención del PSOE o de Vox.
Las cinco 'pullas' de Aznar
Las palabras de José María Aznar no pueden sorprender, pues en otras ocasiones ha cargado contra el "populismo", el "radicalismo" y el "antieuropeísmo" del partido que dirige el que fuera su pupilo, Santiago Abascal. Eso sí, en este momento su reflexión tiene un valor especial por el momento en que la realiza.
El primer roce entre el expresidente del Gobierno y Vox nos remite a marzo de 2019, cuando, en un mitin de las primeras elecciones generales que se celebraron aquel año, sostuvo: "A mí nadie me habla de una derechita cobarde mirándome a la cara porque no me aguantan la mirada".
Aznar, que hacía referencia al eslogan burlón con el que desde Vox se referían entonces (y aún lo hacen de cuando en cuando) al Partido Popular -derechita cobarde-, obtuvo una respuesta contundente de Abascal, que le retó: "Cuando quiera le miro a los ojos y le hablo de la derechita cobarde".
Ahí comenzaron las desavenencias, que no tardaron en volver a manifestarse. Tan tarde como al mes siguiente, en abril de 2019, cuando el presidente de FAES dijo que el partido de derecha radical "más que responder problemas, los agudiza".
Los desencuentros volvieron a aflorar con motivo de la moción de censura que Abascal presentó contra el Gobierno de Sánchez; una moción, a juicio del expresidente del Partido Popular, "inoportuna" que sólo serviría "para fragmentar el voto del centro derecha". "Yo votaría que no", zanjó entonces.
Y Pablo Casado no sólo le hizo caso, sino que rompió con Abascal con un durísimo discurso en el que el líder popular dijo "no a la España de trincheras" que defiende Vox, un "no a la furia y al ruido" y un "no" a la España "en blanco y negro".
El líder de la oposición se refirió a aquella moción de censura como "una cortina de humo" con la que Abascal quiso "suplantar" al PP en el que "militó durante casi toda su vida", sin "gratitud" y "con deslealtad". Esta intervención supuso la ruptura de las relaciones entre ambos dirigentes, buenos amigos durante su juventud.
Pero no pasó inadverido para Vox que el expresidente del Gobierno marcara la hoja de ruta para Casado en aquella jornada. "El PP ha tenido que llamar a papá Aznar para que acuda a su salvación", sostuvo el eurodiputado y vicepresidente de Acción Política, Jorge Buxadé, que dijo que "haría bien en mantenerse en su silencio mayestático".
Pero no lo hizo, claro, y José María Aznar volvió a hablar durante la reciente campaña electoral de Castilla y León, donde irrumpió para cargar contra "los populismos mentirosos y falsos" que ofrecen "soluciones baratas". Para entonces todos sabían ya a quiénes se refería -no hay que dejar fuera de la ecuación a Unidas Podemos, homólogo de Vox por la izquierda en el argumentario del expresidente-.
Su última aparición ha sido también quizá la más contundente. En ella, ha reivindicado la igualdad, las autonomías y Europa frente a la "derecha radical". Con esa insistencia quizá termine convenciendo hasta a Isabel Díaz Ayuso.