Transcurridos tres días completos desde el cierre de las urnas en Castilla y León, se mantiene la incertidumbre sobre la formación del Gobierno autonómico. Todos los partidos han expuesto ya sus posiciones de máximos y es necesario que alguno de los actores modifique su postura para desbloquear la situación; pero sólo hay una opción posible, según la dirección del PP: que Vox renuncie a estar presente en el Ejecutivo que presida Alfonso Fernández Mañueco.
De hecho, fuentes de Génova dicen estar convencidas de que Vox no mantendrá hasta el final la petición de Gobierno de coalición.
Aseguran que los de Santiago Abascal están en la primera etapa de toda negociación postelectoral, la que se corresponde con exponer la posición de máximos para mostrar fortaleza y, además, para lanzar el mensaje conveniente a sus electores. Fundamentalmente, para que se refuerce la impresión de éxito electoral, para marcar su propio perfil y también para que quede claro que el voto a este partido es útil.
El PP percibe, incluso, un cierto matiz en la posición de Vox desde la noche electoral, cuando habló de la vicepresidencia y luego ya se quedó en "entrar" en el Gobierno. Los populares sólo se contemplan un gobierno en solitario de Mañueco, pactando un programa de mínimos con Vox para que renuncie a entrar en la Junta y permita la investidura con su abstención.
Obviamente, la dirección del PP es consciente de que un Gobierno en minoría, dependiendo de Vox como única opción de apoyo, puede terminar siendo un calvario.
Como Abascal, Pablo Casado también mantiene una posición de máximos al retomar el mensaje de confrontación con Vox que ya utilizó en la moción de censura de Abascal a Pedro Sánchez en otoño de 2020. Tras su intervención del martes ante la dirección del partido y las palabras de José María Aznar de este miércoles, un acuerdo de coalición supondría una rectificación radical por parte del PP.
La dirección del PP insiste en que hay sintonía con Mañueco, al que dejan manos libres para negociar, pero con la decisión previa de no ir a un gobierno de coalición en la Junta.
Efectos negativos
Los populares no quieren ceder el control de temas clave como la agricultura o los asuntos sociales. Consideran que una coalición y esa cesión tendrían efectos negativos en futuras elecciones, como las de Andalucía y, más adelante, las generales. Incluso, tendría contraindicaciones en sus relaciones con sus socios del Partido Popular Europeo.
Recuerdan que cuando se negoció el Ayuntamiento de Madrid, Vox también exigió de inicio competencias y algunas tan importantes como la de seguridad ciudadana. Así lo trasladó entonces Javier Ortega Smith a Teodoro García Egea y, finalmente, aceptó apoyar la investidura de José Luis Martínez Almeida sin participar en la gestión del Ayuntamiento.
Ese convencimiento y esa hoja de ruta del PP tienen que ver también con la idea de que para Vox puede ser más rentable mantener aún su estrategia de no entrar todavía en los Ejecutivos, porque sólo de esa forma el partido de la extrema derecha puede seguir con su discurso antisistema, que cuestiona la UE y principios difíciles de compatibilizar con la gestión de gobiernos autonómicos.
Su ola de subida en elecciones podría mantenerse así en futuras citas, como Andalucía y las municipales y autonómicas de 2023. Además, son conscientes de que en las coaliciones quien sale muy debilitado es el socio pequeño. El ejemplo más claro para Vox es el de Ciudadanos, que está en fase de desaparición tras tener las vicepresidencias de Murcia, Andalucía, Madrid y Castilla y León. Tienen también el ejemplo de la relación del PSOE y Unidas Podemos en el Gobierno central.
Por eso, hay algunos dirigentes del PP, muy pocos, que sí ven con buenos ojos la coalición con Vox en Castilla y León, precisamente, para debilitarles y ahogarles desde el acuerdo como han hecho con Ciudadanos en los últimos años.
La opción de que el PSOE permita la investidura de Mañueco ha quedado en la exigencia del PSOE de que el PP no pacte nada nunca con Vox, y los populares lo han rechazado.