La vicealcaldía de Madrid se ha convertido, tras el último huracán de resultados electorales, en el bastión de poder más importante que le queda a Ciudadanos junto a la vicepresidencia de Andalucía. Y en la capital acaba de producirse una disensión estratégica hasta ahora inédita entre Inés Arrimadas y Begoña Villacís.
En la forma se trata de un "matiz", pero en el fondo tiene que ver con algo sustancial. Arrimadas y su núcleo duro proclaman a los cuatro vientos, en público y en privado, que la moción de censura a José Luis Martínez-Almeida no ocurrirá ahora "ni nunca". Pero Villacís se guarda el as en la manga. Cada vez que le preguntan, matiza: "A día de hoy".
La discrepancia resulta difícilmente comprensible. Este mismo lunes tuvo lugar un comité permanente en el que cada una expuso su opinión. Y hubo acuerdo. Pero a partir de ahí se produjo una confrontación que comenzó en los medios y luego trascendió al interior de la organización.
El domingo por la tarde, fuentes autorizadas del partido insistían a este periódico que la voluntad de Arrimadas, como presidenta de Ciudadanos, es en ese sentido inexorable: "No habrá moción de censura ahora ni nunca. Pase lo que pase".
En el entorno de Arrimadas, cuando se les insistía por la posibilidad de que la trama del espionaje afectara a Almeida, argumentaban: "En ese futurible, pediríamos la dimisión del alcalde, pero no llegaríamos nosotros a la alcaldía con una moción".
Al cabo de muy pocas horas, Begoña Villacís comenzaba una ronda de entrevistas. Televisión y radio. En resumidas cuentas: negaba la moción de censura, explicaba que no hay razones para desarrollarla "a día de hoy". Y en las repreguntas, siempre dejó asomar el matiz... "A día de hoy".
Prácticamente desde que se inauguró la coalición PP-Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid, Villacís ha escuchado los cantos de sirena de la izquierda para convertirse en alcaldesa con sus votos. Una oferta que siempre rechazó.
El debate de fondo
Hoy lo sigue haciendo, pero insiste en lo de "hoy". "Porque no sabemos qué vamos a encontrar ni cómo va a evolucionar el asunto. Decir 'para siempre', en una situación como esta, es decir demasiado", explican desde Cibeles.
Almeida, de momento, sólo ha tomado una decisión sobre la trama del espionaje: cesar a Ángel Carromero. De puertas hacia fuera, se habló de la "dimisión" del hasta ahora coordinador de la alcaldía, pero fuentes conocedoras del asunto reiteran a este diario que se le obligó a dar un paso atrás.
El propio Almeida se ha mostrado abrumado con lo sucedido: ¿se empleó la Empresa Municipal de la Vivienda –el Ayuntamiento de Madrid– para espiar a Isabel Díaz Ayuso? El alcalde dijo no haber encontrado pruebas. Pero, ¿y si las encuentra? Ese es el interrogante que planea sobre el despacho de Villacís.
Por primera vez desde que comenzó la legislatura, el PP afronta una situación de debilidad en el Consistorio. Ciudadanos podría aprovecharla si la moción de censura funcionara como una espada de Damocles. Así, conseguiría más cuota de poder en el Ayuntamiento. Más poder en la toma de decisiones ante un PP acomplejado. Una coalición resulta delicada, sobre todo cuando se vicepreside. Pero si se posee esa espada, uno se puede defender.
Sin embargo, la dirección nacional –es decir, Arrimadas– teme que el PP emplee los matices de Villacís para volver a dibujar a un Ciudadanos capaz de "pactar con la izquierda" para alcanzar el poder sin pasar por las urnas, como a punto estuvo de suceder en Murcia.
Apenas han transcurrido diez días desde el último batacazo electoral de Ciudadanos. La dirección nacional celebraba la unión entre Arrimadas e Igea, antes rivales. Hoy, la discrepancia con Villacís no es baladí.
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