Lina Smith

Política CRISIS EN EL PP

Las 9 horas en que Casado se tambaleó, pero no cayó: "Al líder del PP no lo elige una turba ni un periódico"

EL ESPAÑOL reconstruye las conversaciones, llamadas y reproches del Comité de la resistencia en Génova: "No hay razón para que yo dimita".

22 febrero, 2022 04:34

No está muy claro que existan las ánimas tan presentes en la cultura gallega, pero desde el pasado jueves un fantasma de aquella tierra se le aparece a Pablo Casado. Allá por donde va, el todavía presidente del PP siente una presencia mucho más constante que los reproches y los actos públicos de Isabel Díaz Ayuso... cinco este lunes, dejándose ver, fotografiar y agasajar en localidades diferentes de la Comunidad de Madrid.

Cómo será la vigilancia constante que siente del espíritu de Alberto Núñez Feijóo que, a primera hora de la mañana y antes de acudir a la sede nacional del Partido Popular, Casado sacó el móvil del bolsillo de su traje y marcó un número poco usado: el de Diego Calvo, presidente provincial del PP coruñés y vicesecretario del PPdeG. 

Este lunes al alba, el empeño del presidente popular todavía era el de resistir. La gestión de la crisis provocada por el entorno de Isabel Díaz Ayuso, filtrando la supuesta operación de espionaje para buscarle pruebas de una corruptela, ha sido tan mala -y él lo sabe- que lleva tambaleándose desde el miércoles 16 por la noche. No sólo su liderazgo, él también, personalmente.

"Si no", cuentan sus allegados a este periódico, "no se entienden las barbaridades que soltó el viernes en la radio".

La nueva jugada, de acuerdo con Teodoro García Egea, estaba a medio camino entre la audacia y la temeridad: ofrecerle a Calvo un nuevo puesto, el de coordinador general del partido. Se trataba de dar entrada a un hombre de Feijóo, como gesto de buena voluntad, pero no decapitar al número dos

Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP gallego y de la Xunta, en San Cibrao (Orense).

Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP gallego y de la Xunta, en San Cibrao (Orense). Efe

Un puesto sin atribuciones concretas, en realidad. Porque, en el pasado, sólo ha existido en dos ocasiones: lo ocuparon Ángel Acebes y Fernando Martínez Maíllo... para ser una especie de secretario general pero sin serlo, cuando el titular -primero Francisco Álvarez-Cascos y luego María Dolores de Cospedal- formaba parte del Gobierno.

Quizá por eso, y sin que le haga falta hablar con el jefe, Calvo declina el regalo envenenado. Sabe bien que el discurso del líder gallego ya ha pasado esa página. "Hasta la entrevista del viernes en la Cope, podía bastar la caída de Teo; pero ya no", explica una persona del entorno de Feijóo. "Pablo tiene que irse ya".

Resoplando y vacilante, tras el primer fracaso del día, Casado llega a la sede de Génova antes de las 11.00 horas. Ha citado de urgencia al Comité de dirección, sus fieles: el secretario general; el portavoz nacional y alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida; los vicesecretarios del partido, Ana BeltránPablo MontesinosAna PastorAntonio González TerolJaime de Olano Elvira Rodríguez; y los portavoces parlamentarios Cuca Gamarra, Javier Maroto Dolors Montserrat.

Además, las presidentas del Comité Electoral, Belén Hoyo, y del Comité de Derechos y Garantías, Andrea Levy.

11.00 horas

Nada más llegar, segunda bofetada.

Almeida ha elegido ausentarse del cónclave. Si ésta aparecía en los titulares como la cita de los leales, el penúltimo intento de buscar un modo de sobrevivir ya tiene un asidero menos. El alcalde aceptó hace meses -"por pura disciplina", ha confesado a quien le ha querido escuchar- el cargo de portavoz nacional, pero hoy no quiere verse implicado en una guerra de la que lleva huyendo, asesorado hábilmente por sus estrategas, todos estos meses.

"Mañana el alcalde tiene un pleno muy importante en el Ayuntamiento de Madrid y está preparándolo", es la explicación oficial.

Como el jueves, cuando fue el primero en hablar públicamente, Almeida opta por ejercer su cargo institucional antes que comerse el marrón de verse enrolado en un bando.

José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid y portavoz nacional del PP.

José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid y portavoz nacional del PP. Europa Press

"Almeida no es de Casado ni de Ayuso, a él no le interesan las cuitas de partido ni un poco", es la aclaración real.

La sesión matinal del Comité de dirección se desarrolló por turnos. Casado hizo su exposición de la situación y dio explicaciones a los asistentes de todo lo acontecido. Desde la llegada a Génova de la información comprometedora para la presidenta madrileña, a mediados de septiembre de 2021, hasta la reunión del último viernes de ambos, a solas, en el despacho del líder del PP.

Dio cuenta de qué sospechas les pusieron en alerta, los motivos por los que -ya de antes- él era reticente a que Ayuso acumulara el cargo institucional con el orgánico de presidenta del PP madrileño, y la razón por la que -después de ser alertado del contrato de las mascarillas y la presunta comisión para Tomás, el hermano- era "evidente" que había que "retrasar el congreso regional" hasta aclararlo todo.

"No nos podemos permitir más escándalos", argumentó. "Hicimos lo que teníamos que hacer, hablar con ella, pedirle información y tratar de averiguar qué es lo que pasó realmente". El miedo de Casado era que los titulares de los periódicos se llenaran de grandes caracteres acusando a Ayuso, avalada por la dirección nacional como lideresa absoluta en Madrid, de corrupta en la carrera electoral de las autonómicas de 2023. "Es nuestro mejor activo electoral, la machacarían y, con ella, a todo el partido".

La obsesión en Génova 13 es que España necesita "urgentemente" sacar a Pedro Sánchez de Moncloa. Y a eso se ha fiado toda la estrategia de Teodoro García Egea: por un lado, oposición implacable, valores firmes y componendas, las justas; por otro, pulcritud en los procederes y todo tipo de control de daños ante cualquier sospecha de irregularidades. "¿Cómo vamos a cumplir con lo que nos toca, ser alternativa, si nos vuelven a llenar la mochila de sospechas?", esgrimió Casado.

"No hay razón para que yo dimita", concluye el presidente.

14.00 horas

Tras él, habló el secretario general -en los mismos términos- y después, uno por uno, los asistentes a la reunión. Beltrán, Terol y Maroto, por ejemplo, no se salieron del mismo guion. Sin embargo, la sorpresa saltó en el turno de Belén Hoyo, una casadista convencida.

La diputada valenciana es amiga personal del presidente del partido... y en ese sentido, al mismo nivel que Teodoro. Pero su peso político es infinitamente menor. Por eso, su intervención fue tan sorprendente para los presentes como el verdadero detonante de la división interna, ya incluso entre la guardia pretoriana de Casado. Tercer mazazo del día.

"Pablo, tienes que destituir al secretario general, es la única vía que te queda para ser creíble y para mantener el control del partido", le dijo mirándolo a la cara y ante la estupefacción de García Egea. Hoyo no es precisamente una diputada conocida, de ahí el asombro que causó su asertividad.

Pero, más allá de su opinión sobre la gestión concreta de este conflicto con Ayuso, Belén Hoyo no es una mujer cercana a Teo, ni mucho menos. Su labor como presidenta del Comité electoral le ha llevado a tener que lidiar en numerosas ocasiones con el secretario general, a limar asperezas con los territorios y a calmar conflictos con los barones.

La diputada del PP Belén Hoyo junto a Pablo Casado, en una imagen de archivo.

La diputada del PP Belén Hoyo junto a Pablo Casado, en una imagen de archivo. Efe

Sus más cercanos en el Grupo Parlamentario confirman que ella lleva tiempo advirtiendo al presidente del malestar que se estaba acumulando en el partido por "los métodos" del número dos

Estas mismas fuentes confirman a EL ESPAÑOL que el desafío de la diputada estaba preparado, que llegó convencida previamente y con el discurso aprendido. Aunque la presencia etérea de las baronías lideradas por Feijóo pudieran haber hecho parecer que inspiraban sus palabras, la realidad es que Hoyo trataba de "salvar a Pablo".

Ya era imposible, en realidad. Ni con ese movimiento. Y además, el revuelo en la reunión no sólo levantó rumores, sino la voz de algunos otros de los sentados a la mesa. La zozobra de Casado fue tal que, antes de que se pudiera seguir, decretó un receso para almorzar. "Nos vemos aquí, de nuevo, a las cinco de la tarde".

A la salida, Casado sigue decidido a "agotar el mandato democrático" recibido en 2018. "Ni dimito, ni anticipo el congreso ni adelanto ningún órgano del partido". No piensa ceder a presiones callejeras o mediáticas.

17.00 horas

Durante la comida, son varios los vicesecretarios que reflexionan, personalmente y en alto, sobre lo que acaba de ocurrir. Ana Pastor, expresidenta del Congreso y exministra en dos ocasiones, se siente con fuerzas, según las fuentes consultadas. Ella es muy cercana a Pablo Casado, y fiel trabajadora a su lado desde su llegada a la presidencia del partido. Pero, no sólo por gallega, también es una mujer del entorno de Feijóo. Y toma postura.

Lo mismo ocurre con Elvira Rodríguez, también exministra y vicesecretaria de Política Sectorial en la dirección de Casado. Al grupo de liberados se va uniendo Jaime de Olano, otro gallego diputado por Lugo desde 2011. Una persona de ascendente feijoiana como la que más.

Pablo Casado, entre Ana Pastor (i) y Cuca Gamarra (d), en el patio del Congreso.

Pablo Casado, entre Ana Pastor (i) y Cuca Gamarra (d), en el patio del Congreso. Efe

Son casi las 17.00 horas y, de vuelta a Génova, todos coinciden en que la situación es "insostenible", que la solución tiene que ser "urgente y eficaz". Y que eso significa salir del Comité de dirección con un congreso convocado lo antes posible que permitan los estatutos. Éstos marcan que hacen falta 45 días, aunque en casos de urgencia se puede acortar el plazo a sólo 30... y echando cuentas, eso significa irse, como muy pronto, al 1 de abril.

Eso es "demasiado tiempo" de especulaciones, movimientos subterráneos, filtraciones a medios más o menos afines -porque, se dicen, ya nadie sabe "quiénes somos los nuestros"- y, entretanto, el partido desangrándose.

Otra variable sale en las conversaciones: la situación post y preelectoral de Castilla y León y de Andalucía. Juanma Moreno ya ha descartado cualquier adelanto electoral. "Hay que darle tiempo, nos recomponemos, y él luce su gestión".

Por su parte, Alfonso Fernández Mañueco ya recibió "manos libres" en el Comité ejecutivo de la semana pasada... lo que significa que pactará, de alguna manera, con Vox. "Y eso, en este momento, nos puede terminar de matar si no hay unidad", opina Rodríguez.

Llegan llamadas, de hecho, de la baronía catellanoleonesa. No sólo recuerdan que Feijóo "dijo en privado lo mismo que Ayuso en público", sino que aclaran que "el presidente Mañueco está detrás del barón gallego, en todo lo dicho y hecho estos días". Al habla con personas de su entorno, confirman este extremo a EL ESPAÑOL. "Y si decide presentarse al congreso, estamos con él". 

Cuarta embestida contra Casado, que apenas mantiene en pie ya su liderazgo en la reunión, una vez que se reanuda.

Más aún cuando comprueba que el sector de los desafectos ha aumentado en la hora del almuerzo. Pablo Montesinos expresa sus dudas ante la efectividad del relato. "No sé si esto está funcionando", le atribuyen las fuentes al vicesecretario de Comunicación. La portavoz en el Congreso, Cuca Gamarra, también acaba opinando que el presidente debe convocar un congreso, ya sea extraordinario o el previsto para julio adelantado.

Dolors Montserrat, portavoz y líder de la delegación de los populares en el Parlamento Europeo, se une a las voces que advierten del riesgo de derrumbe frente a Vox. Ella batalla cada semana con las ultraderechas de todo pelaje en Bruselas y Estrasburgo. Las mismas que se reunieron hace unas semanas en Madrid con Santiago Abascal de anfitrión y se conjuraron para coordinarse, camino de fusionar los dos grupos en los que están divididas, para formar la tercera fuerza en la Eurocámara.

"Es una locura lidiar con ellos", opina. Más aún lo sería que la cuarta potencia de la Unión Europea vea caer su partido de centro derecha, el más importante de la UE junto a la CDU alemana -que acaba de perder el Gobierno- y su espacio lo ocupa un socio del búlgaro Angel Dzhambazki, el del saludo nazi de hace menos de una semana en pleno hemiciclo.

Ya son siete los reunidos que piden a Casado que no se enroque. Es el quinto varapalo en nueve horas: Si "ya no vale con la cabeza de Teo", el presidente debe aceptar el congreso. Y medir sus fuerzas con quien se presente, si se siente entero para ello.

Pablo Casado besa a Ana Beltrán, ante el secretario general, Teodoro García Egea.

Pablo Casado besa a Ana Beltrán, ante el secretario general, Teodoro García Egea. PP

Aunque es la mitad de los 14 la que coincide en que ésa debe ser la salida, interviene Ana Beltrán indignada. Reprocha a algunos, personalmente, su deslealtad; se dice sorprendida por alguna de las intervenciones... y se queja de que "los barones filtran cosas a la prensa, pero no hablan claro".

Es decir, que si los líderes autonómicos de verdad creen que es "insostenible" la situación provocada por los 3.500 manifestantes ayusistas del domingo, y la legitimación de ese "auténtico escrache" por parte de la presidenta madrileña, deberían dar la cara, en lugar de "nadar y guardar la ropa" a la espera de ver qué pasa finalmente.

"No sabemos contra quién luchamos... no se les ve", lamenta cuando el espíritu de Feijóo más se palpa en la sala.

20.00 horas

Pero a esa hora es lo de menos. Casado se recompone y toma una resolución. Si ni sus más cercanos lo apoyan sin fisuras, es evidente que hay que convocar un congreso, que ésa es la única vía para que, estatutariamente, el PP siga siendo "un partido serio, alternativa a Sánchez, y refugio para los demócratas".

El presidente encaja los golpes, pero se mantiene firme. Ni la jugada del coordinador, ni la "bomba de humo" de Almeida, ni el desafío de Hoyo, ni la confirmación de que todos los barones -salvo Fernando López Miras- están con Ayuso, ni la división en el seno de su grupo de fieles lo derrumban.

De acuerdo con su número dos, concede la convocatoria de una Junta directiva nacional, el máximo órgano político entre congresos. Los barones, que confirman a este diario estar "todos de acuerdo... todos menos uno, el murciano", ya no tienen necesidad de forzar la convocatoria.

Alberto N. Feijóo, Pablo Casado, Alfonso F. Mañueco e Isabel D. Ayuso en el cierre de la campaña castellanoleonesa.

Alberto N. Feijóo, Pablo Casado, Alfonso F. Mañueco e Isabel D. Ayuso en el cierre de la campaña castellanoleonesa.

Serán más de 300 personas las que recibirán en las próximas horas el orden del día, con el debate sobre un congreso incluido. Y, aunque eso signifique mucho ruido, muchas cámaras y muchos micrófonos en busca de declaraciones, en ese foro no será tan fácil para los barones controlar la situación. "Y más, teniendo en cuenta que la mayoría de los líderes provinciales están con nosotros", apuntala una fuente cercana a García Egea.

Se fija para el lunes 28 de febrero. La reunión es presencial, lo que probablemente impida a más de uno acudir a Madrid. Por ejemplo, a Alejandro Fernández, líder del PP catalán, convaleciente de una reciente operación.

Pero la fecha coincide con el Día de Andalucía, y el equipo de Moreno, evidentemente, no acepta quedarse fuera. Exige un cambio de fecha, antes si puede ser... pero es imposible. Se consultan los estatutos, hacen falta cinco días, como mínimo, para convocar la cita, que acaba siendo, oficialmente, el martes 1 de marzo.

El lunes 21 de febrero era el día señalado por la rebelión de los barones silentes para terminar la crisis. Pero el presidente se agarra al "mandato democrático" y las cosas se harán por la vía que marcan las normas internas del PP: "Al presidente del PP lo elegirán los afiliados", concluye Casado, "no un periódico ni una turba".

Tampoco un fantasma. El aún líder del PP quiere que se materialice la rivalidad de Feijóo. Y, según fuentes cercanas, su última frase antes de irse a casa, fue "estamos aguantando"... es decir, que habrá congreso y él prevé presentarse. Si el barón gallego quiere el poder, su candidatura tendrá que tomar cuerpo.