"En política hay una clave", explicó un asesor del presidente. "Nunca haces foto de una reunión si no está todo pactado previamente. Nadie se arriesga a un fracaso".
Cuando, a las 17.01 horas, Ursula von der Leyen bajó de su coche, inserto en una caravana de cuatro automóviles oscuros, podría haberlo hecho de cualquiera de ellos. Todos eran iguales, con cristales tintados y silenciosos. Bajó del tercero, chaqueta roja y pantalón negro, y exclamó "¡Pedro!", como quien se sorprende al toparse con un amigo, como quien hace mucho que no ve a un colega.
Pero ni una cosa ni la otra. Se encontraban ella y Pedro Sánchez, bajo los cerezos de Moncloa, pocos días después de hablar. Fue esta misma semana, tras la "videollamada segura" de líderes de la UE y la OTAN convocada por el presidente de EEUU, Joe Biden. Tres días antes habían departido en Bruselas, en los márgenes del Consejo convocado de urgencia tras la invasión rusa en Ucrania.
"La guerra de Putin", así la referirían después, en su declaración conjunta, pasadas las 18.40 horas.
Desde lo alto de la escalinata de Moncloa, el presidente del Gobierno español abrió los brazos ligeramente, como enviando un abrazo, y devolvió el saludo, diríase el cumplido: "¡Ursula!".
Los cinco frentes
Ambos, felices de verse. Él por ser el único gran anfitrión que recibe a la jefa de Europa y con el que preparará la próxima gran cita, la cumbre informal del jueves y viernes que viene, en Versalles. Los días 10 y 11 de marzo, la Presidencia de turno francesa ha convocado a los Veintisiete para hablar de la guerra y cinco aspectos: refugiados, armas, energía, sanciones y protección socioeconómica.
Y en los cinco aspectos hay una consonancia entre la Comisión y el Gobierno de España como no había habido hasta ahora.
- Refugiados. La Unión Europea calcula que, en el peor escenario de una guerra larga y cruenta, puedan llegar a suelo de los Veintisiete hasta siete millones de personas huyendo de Ucrania. "La evacuación de Afganistán y lo que hicimos entonces, fue un antes y un después", detallan las fuentes del Gobierno español. "La Comisión no sólo quedó impresionada y agradecida, sino que ha venido a pedir consejo, repasar logística y trazar planes con nosotros".
- Armas. Contrariamente al mensaje que ha calado, el Ejecutivo español ha sido "siempre partidario" del envío de armas letales a Kiev. De hecho, como informó este diario, uno de los impulsores más determinados del uso del Fondo Europeo para la Paz en este sentido fue José Manuel Albares, el sábado 26 de febrero en la penúltima reunión del Consejo de ministros de Exteriores de la UE. Otra cosa es que a Sánchez le encajara como subterfugio para no incumplir su acuerdo inicial con Yolanda Díaz de evitar un envío bilateral. Pero "en Bruselas se acogió con satisfacción que hubiéramos hallado un instrumento adecuado para vehicular, también en unidad, el envío de material bélico en defensa de la soberanía ucraniana".
- Energía. "Llevamos desde junio insistiendo en nuestra propuesta para cambiar la estructura de conformación de precios", explica un alto directivo de Moncloa en conversación con este periódico. "Y los que la rechazaron de primeras, ahora ven la luz... el problema era de todos, y la solución la vimos ahí, ahora se está trabajando en ella". No hay más que ver la insistencia, en los últimos días, de la portavoz del Gobierno, la vicepresidenta Teresa Ribera -sentada a la izquierda de Sánchez en Moncloa- y el propio presidente, con Von der Leyen a su lado, en decir que "en breve, habrá una nueva comunicación de la Comisión sobre este punto", el posible desacople del gas de la estructura de precios. Además, otro detalle que no pasó inadvertido: la presidenta de la Comisión, días antes de reunirse con los Veintisiete en Versalles, elogió "la pericia en renovables de España y su altísimo porcentaje de esta fuente en el mix energético". A lo que añadió, textualmente: "España puede desempeñar un papel muy importante en el futuro, y estoy segura de que lo hará. Trabajaremos en las interconexiones con el resto del territorio de la UE". Lo dirá en Francia, el país que, añaden las fuentes monclovitas, "siempre se ha negado a ello".
- Sanciones. En este punto, la reflexión fue menor, porque el acuerdo es (casi) total. Por un lado, aquel primer jueves de Consejo de urgencia se aprobó un primer paquete de castigo a Rusia que dejó insatisfecha a España... aunque ningún miembro del Gobierno lo expresó en público. Sí lo hicieron otros políticos de alto rango de nuestro país. En todo caso, la representación española en la UE siguió trabajando, con la alianza inestimable de Josep Borrell, el Alto Representante de Política Exterior. Y así, el domingo, el segundo paquete incluyó la madre de todas las sanciones, la exclusión de Moscú del sistema Swift de pagos internacionales bancarios. Ahora, sólo falta que los países de la UE dejen de comprar energía a Rusia. España saldría ganando, como 'hub' de distribución, al contar con el 40% de la potencia regasificadora en Europa, para los barcos metaneros. Pero la prudencia española consiste en "que se sepa, no decir nada, y seguir trabajando".
- Ayudas. Éste es el punto del que menos detalles han trascendido hasta la fecha. Pedro Sánchez advirtió el 24 de febrero, en una declaración institucional con motivo de la agresión rusa a Ucrania, del frenazo económico y los efectos perniciosos en sectores de la economía, ciudadanos y pymes. Seis días después, cuando compareció en el Congreso, propuso un "gran pacto de rentas" a los agentes sociales y pidió el apoyo de los grupos políticos. A cambio ofreció "protección del Estado para los más vulnerables y los más afectados". Aún no ha explicado qué prevé proponer. Pero precisamente para eso se sentó a su derecha Calviño, frente a la delegación de la presidenta de la Comisión. Para explicar los detalles incluidos en su plan de contingencia. "Las ideas ya las tenemos avanzadas, pero todo se hará desde la unidad europea", explica la propia vicepresidenta primera a este diario. En Moncloa, precisamente, aprovechó para anticiparse ante Von der Leyen a lo que se vaya a tratar el jueves y el viernes en Versalles.
Dos cambios históricos
En estos apenas 10 días que han pasado desde aquel Consejo urgente, que reunió a todos los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea apenas 15 horas después de la primera incursión y de los primeros bombardeos de madrugada sobre Kiev, se ha destacado un hecho histórico: la unidad.
La unidad pétrea de los Veintisiete, las votaciones más masivas conocidas en el Parlamento Europeo -que supo leer a la opinión pública y pasarle la lección al Consejo en apenas días-, el bloque inquebrantable de los 30 de la OTAN, la adhesión inmediata de la Unión Africana, la condena abrumadora de la Asamblea de Naciones Unidas, el continuo goteo de acciones directas y efectivas del COI, las federaciones deportivas internacionales, las multinacionales y otras grandes empresas.
...hasta Suiza ha dejado de ser neutral, y se ha subido al carro de las sanciones bancarias.
Pero hay otro detalle que ha pasado, de algún modo inadvertido. Todo eso, en tan poco tiempo, tan al unísono y coordinado es un cambio de era: la comunidad internacional ha metido en la trituradora de sus oficinas centrales todos los manuales burocráticos, lentos y graduales de Relaciones Internacionales. Las respuestas por etapas ante un movimiento agresivo en el tablero, por fin, no han operado.
Y con este arrojar los viejos códigos al cubo de la basura de la historia, no sólo se ha logrado aislar al "sátrapa" ruso, debilitar hasta el mareo su economía y cortarle las vías de financiación de su guerra.
También ha caído en el baúl de los desperdicios el argumentario antiimperialista, heredero de los viejos años 70 y 80. A la vista de la unidad y la unanimidad, ya no encajaba en el nuevo puzle. Y además, se han reciclado la imagen de la OTAN y la importancia de la UE.
Autonomía estratégica
El club de los Veintisiete llevaba desde 1999 mirándose las telarañas de su dependencia estratégica sin atreverse a ser alguien, y el lunes pasado ya a nadie le resultó extemporáneo lo que dijo Borrell ante la Eurocámara: "Hoy hemos firmado el acta fundacional de la Europa geopolítica". Si acaso, hubo a quien lo que le resultó fue emocionante.
Ese mismo adjetivo se le podía aplicar a las sonrisas que se veían en los asesores, secretarios y directoras que revoloteaban este sábado por los pasillos de Moncloa. Y a las de las vicepresidentas Nadia Calviño -a la derecha de Sánchez- y Teresa Ribera, a su izquierda.
"Nunca haces foto de una reunión si no está todo pactado previamente", dijo el asesor. Y a la vista de los temas que se trataron, según las fuentes consultadas en Presidencia del Gobierno por este periódico, lo que ocurrió en la gran sala de reuniones del Pabellón del Consejo durante hora y media fue el acto público culminante de un trabajo que, en muchos aspectos, lleva meses larvándose.
Desde agosto, con los campos de llegada de colaboradores y refugiados afganos. Desde junio, con las ideas, propuestas y planes para luchar contra la inflación energética. Desde abril de 2020, cuando España lideró el embrión de lo que luego fueron los fondos europeos de recuperación...
Von der Leyen preside una Comisión, un gobierno, de 27 países. Y Sánchez, uno de ellos, le empieza a ajustar como experto en un campo, hábil en otro, audaz en el tercero, decidido en el cuarto y, finalmente, generoso en el quinto. Además de "hábil buscando consensos y prudente", añaden las fuentes.
Ambos, la alemana y el español, sellaron en Moncloa una conjunción de intereses y una complementariedad de visiones que venían ya en sus carpetas. El reconocimiento de las posiciones españolas y el encaje de éstas en el plan de la Comisión.
En definitiva, el alistamiento de Sánchez a la guerra total de la UE contra "la guerra de Putin" y sus consecuencias. Y con alto rango.
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