Rafa, natural de Melilla, dejó la Ciudad Autónoma a los 18 años para cumplir su sueño: alistarse en el Ejército. Ahí ascendió rápido y pronto llegó a escolta de un coronel. Acumuló varias distinciones, incluso una medalla al mérito militar. Pero también conoció a su actual marido, militar, con quien se mudó al País Vasco en diciembre de 2016.
En ese momento Rafa decidió que quería ser miembro de la Policía autonómica vasca. Se preparó a conciencia para ello, incluso estudió euskera. Compaginó la primera parte del proceso selectivo trabajando de camarero. Todo iba encaminado para que se incorporara a la Ertzaintza, pero en julio de 2020 llegó el mazazo: no apto.
Aún no se ha recuperado del golpe. Y eso que acaba de ganar una sentencia que obliga a la Academia vasca de Arkaute a readmitirlo en el "curso de prácticas". Pero no es suficiente. El fallo ni es firme ni es el que esperaba. Tanto él como el Gobierno vasco han presentado recursos judiciales, pero aún restan meses de batalla.
Pero recapitulemos: ¿qué había pasado para que Rafa, que había llegado a vicepresidente de su promoción, y había trabajado tres meses en la comisaría de San Sebastián, suspendiera? Pues que había aprobado todo, excepto la "valoración de actitudes": una prueba que requiere 150 puntos sobre 300. Él sólo había sacado 107.
El 'gran hermano'
Esa baja puntuación se debe a dos motivos. Uno, el polémico programa gran hermano -así lo califican sus críticos- de Arkaute, la Academia Vasca de Policías y Emergencias, que consta de un cuestionario en el que los alumnos evalúan a sus compañeros con nueve puntos positivos y otros nueve negativos, con un máximo de tres por cabeza. Esto, según denuncia uno de los opositores, da lugar a que los "amiguismos" y "afinidades" decidan, y no "las aptitudes".
Por este mismo motivo, el año pasado un juzgado de Vitoria determinó que dos mujeres aspirantes a ertzainas de la 27ª promoción fueron "discriminadas" por sus compañeros con motivo de su orientación sexual en la academia de Arkaute. La resolución judicial obligó a la Ertzaintza a "adjudicarles un destino provisional de agentes".
Y resulta que Rafa no había caído en gracia a algunos de sus competidores. Tuvo 75 valoraciones negativas, y sólo dos de sus compañeros le salvaron. Esto se materializó en 0 puntos de los 65 posibles. Toda una merma para la calificación total.
El Partido Popular vasco, que ha salido en defensa de Rafa, considera que las acusaciones de "racista y homófobo no tienen fundamento", pues es una "persona sensata y centrada". "Pero esa no es la cuestión", añaden: "Lo que realmente preocupa es el método de evaluación, que la opinión de los compañeros puntúe 70 puntos. En las promociones posteriores ya cuenta con 30, así que quizá se han dado cuenta de que no se puede dejar el futuro a criterio de los compañeros en un proceso de oposición tan complicado".
La presidenta del PP en Guipúzcoa, Muriel Larrea, anuncia a EL ESPAÑOL una batería de preguntas dirigidas a la Consejería de Seguridad respecto al caso. No serán públicas. "Cuanto más discretos seamos más vamos a proteger la figura de Rafa. No tenemos que dar pie a que le sigan haciendo críticas infundadas porque lo está pasando mal".
"Sexista y homófobo"
El otro motivo fue que tampoco aprobó el apartado de "habilidades sociales en el contexto académico". En este punto se habla de "actitudes sexistas, homófobas, racistas o que atenten contra la libertad religiosa". Y eso que jamás había tenido una falta en su expediente. "Dicen que es homófobo cuando es gay, o que es racista cuando tiene familia musulmana. Es ridículo", reconoce una fuente cercana al matrimonio.
Esta misma fuente asegura que Rafa "lo está pasando muy mal" por la "enorme repercusión" que tuvo la entrevista publicada en El Correo, que fue el primer medio en denunciar la "injusticia". Y admite que ya se siente señalado en el pueblo en el que vive.
Una muestra de cómo el nacionalismo vasco puede hacerle "la vida imposible", pese a que ya ha ganado la sentencia que obliga a Arkaute a reincorporarlo al "curso de prácticas". Esta es "insuficiente", admiten desde su entorno, y por eso la ha recurrido, como el Gobierno vasco. Y es que el juzgado considera "llamativo" el cero obtenido en el sociograma, y por eso le obligan a repetir "el curso completo de prácticas en su totalidad".
La batalla judicial sigue, por tanto, abierta. Ahora pueden pasar meses, quizá años, hasta que el daño sea reparado con una resolución definitiva que le devuelva al punto en donde estaba. "Está hundido. No se esperaba esto", admiten desde su entorno.