Desde que el pasado viernes estalló la noticia a media tarde, los secretos de la carta de Pedro Sánchez al rey de Marruecos se han convertido en lo más parecido al santo grial de las películas de aventuras y espías.
Primero, Moncloa se negaba a hacer público su contenido, después la filtró al diario El País, medio habitual para este tipo de operaciones de control de daños. De inicio, el presidente se mantuvo callado y esquivó a la prensa, luego EL ESPAÑOL pudo confirmar que comparecerá el miércoles 30 de marzo ante el Congreso y, finalmente, su ministro de Exteriores hubo de defender el documento publicado... admitiendo que no era el original, sino "una traducción del francés".
Ahora, este periódico ha podido confirmar por varias fuentes que el Gabinete Real de Mohamed VI no contestó por escrito a la misiva desde que fue enviada el lunes 14 de marzo a Rabat, hasta que dio a conocer determinados pasajes, extractados a su gusto. Según las fuentes consultadas, no hubo respuesta del rey a Sánchez, y su gabinete se limitó a avisar a Moncloa, pocas horas antes de hacer público el contenido de la carta, de que lo iba a hacer.
Esto explicaría el estallido inesperado de la noticia y la tensión que se vivió tanto en Exteriores como en Moncloa.
Fuentes oficiales del departamento de José Manuel Albares, en esa tarde, se limitaban a confirmar la veracidad de la misiva y de los párrafos transcritos por Marruecos. Simplemente, añadían que habría reacción de Moncloa... sólo más tarde se organizó la rueda de prensa del ministro en las instalaciones de la Delegación del Gobierno en Barcelona, donde se encontraba por cuestiones de agenda.
Bronca en la cúpula del PSOE
Y también ahí se halla, según las fuentes, el motivo de que ni Unidas Podemos, socio de la coalición, ni el Partido Popular, alternativa de Gobierno, hubieran sido informados con tiempo. Aunque un miembro del Gobierno, el martes, tratara de desviar los motivos hacia otro foco:
-Perdone que insista, ministro, ¿y por qué no informaron tampoco al PP previamente? Es la alternativa de gobierno...
-Por una cuestión de defender la diplomacia.
-Entonces, ¿es que no se fían de la discreción del Partido Popular?
-...
Ya en esa tarde del viernes, en el entorno más cercano al presidente Sánchez había una discusión encendida por la confusa gestión de los acontecimientos. Algunos responsables de alto rango lamentaban la soledad en la que se iba a quedar el ala socialista del PSOE ante un momento clave: "En el cierre de una crisis gravísima con Marruecos, de lo que se va a hablar es del lío del Sáhara"... y todo por no haber implicado al Partido Popular.
De hecho, fuentes populares confirmaban que, más allá de que pudiera tener sentido la decisión de Sánchez de entregar a Marruecos la autonomía del Sáhara, como lleva décadas reivindicando, "Moncloa obliga al PP a no decir nada más que así no se hacen las cosas, y que la ruptura de un consenso histórico nunca es aceptable sin un diálogo previo".
Efectivamente, la secretaria de Exteriores, Valentina Martínez Ferro, decía, en conversación con este periódico: "¿Cómo vamos a avalar que se salgan de las resoluciones de la ONU sin que nadie nos llame para explicarnos con matices las circunstancias de la negociación, los objetivos de ese paso diplomático y las garantías obtenidas?".
Un exministro de Sánchez abunda en estos argumentos del PP: "Que Rabat te traicione, publicando la carta sesgadamente, es una canallada, pero hay que preverlo... ¿Cómo no hablaron con el PP para controlar los daños? ¿Cómo no tenían preparados todos los escenarios? Menudo fracaso, en lugar de un gran éxito, el Gobierno se ha metido en un lío monumental".
"Es una carta personal"
Pero es que la intención de Moncloa, todavía el martes, era la de que Albares explicara el contenido de la carta, pero no la desvelara, en su comparecencia ante la Comisión de Exteriores del Congreso.
Fuentes del Ejecutivo explicaban a este periódico que no tenían "ninguna intención" de hacerla pública. "Es una carta personal, como tantas otras que no publicamos", alegaba un ministro conocedor de la negociación.
Lo cierto es que la misiva es el documento clave para explicar las razones que han llevado a Marruecos y a España a solucionar su contencioso. Aun así, Moncloa deseaba mantenerla en secreto. "La carta cambió las relaciones con Marruecos, pero lo hizo para bien", trataba de justificar este ministro, "en todo caso, es privada y nunca se va a hacer pública".
Los pocos pasajes que reproducía la oficina del rey alauí se limitaban a mostrar a Sánchez, o bien entregado, o bien apoyando los intereses marroquíes, un país ahogado económicamente desde que Argelia cerró el gasoducto el pasado octubre, al romper relaciones diplomáticas.
Así, por un lado, se filtraba este párrafo: "España considera la iniciativa de autonomía marroquí, presentada en 2007, como la base más seria, realista y creíble para resolver la disputa".
Y por otro, el siguiente: "Marruecos y España están indisolublemente unidos por afectos, historia, geografía, intereses y una amistad compartida. La prosperidad de Marruecos está ligada a la de España, y viceversa".
Esas frases eran las claves. La primera, porque incluye un adverbio que es el cambio sustancial que le ha valido a Mohamed VI: "...la base más seria...". Y la segunda, porque engarzaba el asunto del gas con la sentencia pronunciada por el rey alauí el 20 de agosto pasado, cuando anunció la apertura de "una nueva era en las relaciones con España" basadas en "el reconocimiento mutuo y los intereses compartidos".
De forma diplomática, Sánchez apunta en su carta al conflicto abierto entre Rabat y Argel, que rompieron relaciones sólo tres días después del discurso de amistad del rey marroquí hacia España.
El cierre temporal del segundo gasoducto entre Argelia y España, que pasa por Marruecos y suministraba más caudal de gas natural que la vía directa aún abierta, supuso un riesgo cierto de desabastecimiento para nuestro país y la condena económica de Marruecos. Ahora, se abre una nueva perspectiva para ambos países.
Explicaciones confusas y difusas
Éste fue el único contenido realmente desvelado por el comunicado de Rabat. Aun así, suficiente para dar por "cerrada" la crisis e impulsar el regreso de la embajadora, al día siguiente, a Madrid después de 10 meses retirada. También, para obligar a José Manuel Albares a convocar a la prensa de urgencia. Y bastante como para que Argelia llamara a consultas a su embajador al día siguiente.
Desde entonces, las comparecencias del viernes y del lunes de Albares fueron al mismo tiempo difusas y confusas. En ninguna de las dos aclaró si había informado a su homólogo argelino previamente, pero si el primer día parecía que sí, el segundo quiso aparentar que no. ¿La explicación? Argel se molestó el viernes -y así lo transmitió a Madrid- y se tranquilizó el lunes.
Este miércoles, en su comparecencia urgente, tampoco quiso aclarar este punto. De hecho, en su primera intervención ni siquiera citó a Argelia. Las fuentes consultadas insisten en que el Gobierno querría ensordecer esa parte del debate, para no incentivar que el Gobierno del país enemigo (y vecino) de Marruecos (y de España) recrezca su reacción. "Por ahora, es sólo una representación, o en eso confiamos", apunta otro ministro.
Podemos, Laya y Ghali
La crisis diplomática comenzó hace ahora 15 meses, cuando Rabat suspendió la Reunión de Alto Nivel (RAN) prevista para diciembre de 2020 en Rabat.
La excusa que alegó entonces el Ejecutivo del rey alauí fue la "inaceptable" posición de Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del Gobierno, "respecto al conflicto del Sáhara". No hay que olvidar que Nacho Álvarez, secretario de Estado de Derechos Sociales, su número dos en el Ministerio, había recibido en su despacho a Suilma Hay Emhamed Salem, calificándola de "ministra de Asuntos Sociales de la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática".
Luego vino la pandemia, el cierre de las fronteras de Ceuta y de Melilla, la clausura de la Operación paso del Estrecho, varias oleadas de llegadas masivas de pateras a Canarias... y el llamado caso Ghali.
Si un año antes, Arancha González Laya apagaba el fuego de Podemos, en la primavera de 2021 era ella la que encendía una hoguera a escondidas que se convirtió en incendio de enormes proporciones.
Desde el asalto de 10.000 personas a Ceuta, alentado por Rabat el pasado mes de mayo, hasta la destitución de la ministra por Sánchez hubo amenazas de la Unión Europea, presiones de Estados Unidos, y la retirada de la embajadora marroquí -amiga personal del rey-, no sin antes explicar que "hay errores que tienen consecuencias, y se deben asumir", justificando el atentado a la integridad territorial española.
El 18 de marzo de 2022 pasará a la historia de las relaciones entre Madrid y Rabat por ser el día en el que se arregló su peor crisis diplomática en dos décadas, desde la toma del islote Perejil en julio de 2002. O por ser el día en el que los españoles fueron informados de un viraje fundamental de la política exterior de su Gobierno por un país extranjero.
En todo caso, aquel viernes será un día extraño para siempre, porque el protagonista era Sánchez, al remitir la carta. Pero desde entonces no ha dicho ni una palabra del asunto. Se espera que lo haga el próximo 30 de marzo, en una comparecencia voluntaria ante el pleno... aunque en la sesión de control de este miércoles, evidentemente, se le preguntará por este asunto.
Lo que encajaría en uno de los argumentos del Gobierno: que no hay cambio de postura y que España sigue defendiendo "una solución aceptada por todas las partes en el marco de Naciones Unidas". Aunque ese razonamiento invalida la premisa mayor: que se abre "una nueva etapa" de relaciones...
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