Pedro Sánchez viaja hoy a Rabat para reunirse con el rey de Marruecos y certificar el inicio de lo que el presidente del Gobierno identifica como una nueva etapa de relaciones entre ambos países.
El presidente del Gobierno cenará con Mohamed VI en el iftar, la comida con la que se rompe el ayuno del ramadán, lo que es interpretado en Moncloa como una deferencia con España.
Según fuentes de Exteriores, de esa reunión no saldrá ninguna declaración ni acuerdo concreto, pero sí será el gesto con el que se abrirá la “hoja de ruta de la nueva relación” entre ambos países. Ese proceso, que podría desarrollarse hasta final de año, arrancará con una cumbre bilateral que se celebrará antes de verano, según las previsiones del Gobierno.
Tras esa cumbre, avanzarían otros acuerdos como el de la Operación Paso del Estrecho y otros pactos de colaboración en materia económica, de seguridad e inmigración.
Para que ese nuevo modelo de relación haya sido posible, el Gobierno ha tenido que admitir por escrito el cambio de posición con respecto al Sáhara, que supone admitir como mejor opción que ese territorio pase a ser una especie de autonomía dependiente de Rabat, como defendían las autoridades marroquíes.
Ese cambio de política sobre el Sáhara, negada por el presidente del Gobierno, ha sido rechazada, a excepción del PSOE, por todos los grupos políticos del Congreso, incluido Unidas Podemos que forma parte del Gobierno de coalición.
Moncloa da por hecho que el acuerdo supone también que Marruecos admite y reconoce la españolidad de Ceuta y Melilla, que no cuestiona su soberanía y que además se incrementa la colaboración entre ambos países para el control de la migración, el intercambio de información policial y la colaboración antiterrorista.
Los gestos de Rabat
Ninguna de esas supuestas concesiones de Marruecos han sido admitidas expresamente por el país norteafricano.
Fuentes de Exteriores señalan así mismo que desde que se conoció la carta de Sánchez al rey de Marruecos se han producido gestos de aquel país para mejorar la relación. Incluso, señalan que se han producido mucho más rápido de lo esperado.
Citan como ejemplo la vuelta de la embajadora de Marruecos a España -retirada con motivo de la crisis de la pasada primavera- o el visto bueno para la repatriación de migrantes. Incluso, explican que el retorno de migrantes no ha podido realizarse más rápidamente porque el Ministerio del Interior no estaba aún preparado.
La crisis se produjo justo después de que Marruecos mostrara su rechazo al ingreso hospitalario en España del líder del Frente Polisario, Brahim Gali. Rabat respondió facilitando la entrada a Ceuta de miles de personas, entre ellos, muchos menores.
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