“Gobernar es hacer creer”, sostenía Maquiavelo y, en cierto modo, también hacer oposición es hacer creer. Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo hacen creer que desean acuerdos sobre economía, para hacer frente a los efectos de la crisis pero, en realidad, los dos han elegido a su manera basar su futuro político de aquí a las elecciones generales en la economía.
Esta semana se han reunido por primera vez como presidente del Gobierno y líder de la oposición y, curiosamente, los dos sostienen fuera de micrófono que el otro, en realidad, sólo busca hacer ver que quiere tal pacto. La propia reunión es un instrumento político eficaz para los dos.
Los dos han elegido la economía como campo de confrontación. En cierto modo, los dos pugnan por rentabilizar el llamado “rally round the flag”, efecto según el cual en momentos de crisis los ciudadanos buscan liderazgos fuertes.
Por eso Sánchez repite hasta la saciedad que le ha tocado hacer frente a una pandemia y a una guerra. Por eso su entorno y él mismo refuerzan la épica de “las batallas del estadista frente a todos en Bruselas”. Hace dos meses su plan hablaba de recuperación y resiliencia y ahora ha sido formulado hacia los efectos de la guerra.
Y por eso Feijóo se presenta como un líder experimentado y contrastado en la gestión, frente a inexpertos como Vox, y como forma de convertir en virtud el hecho de que podría ser el presidente del Gobierno de mayor edad de la historia constitucional.
Esa impresión se refuerza con lo que sabemos de la reunión de tres horas del jueves y también de los discursos posteriores de cada uno de ellos, con propuestas casi imposibles de compaginar.
Calendario electoral
El contexto, según los equipos de ambos líderes, es el de un calendario electoral que pasa primero por Andalucía probablemente este mes de junio, luego por las municipales y autonómicas de junio de 2023 y por último las generales que se convocarán a finales del próximo año.
Cada una de esas citas electorales tiene, a su vez, un efecto claro en las siguientes, y todas ellas están marcadas por la situación económica. Por ejemplo, para Feijóo sería un lastre llegar a septiembre de 2023 con Vox dentro de gobiernos regionales como Andalucía, Castilla y León, Madrid o Murcia y en ayuntamientos importantes. En esos comicios se pone a prueba si el método de Feijóo para frenar a Vox, que le funcionó en Galicia, es igual de eficaz en generales.
En ese sentido, ese calendario electoral no es a priori favorable a Feijóo, salvo que termine por normalizar los acuerdos con el partido de Santiago Abascal y logre fagocitarles en esas coaliciones. Y, a su vez, Abascal tenía interés por entrar en el Gobierno de Castilla y León para tener una pata institucional para sumar a la ya reconocida pata “antisistema”.
El presidente del Gobierno le dijo el jueves a Feijóo en la Moncloa que está preocupado por el ascenso de la extrema derecha en Europa como consecuencia de la guerra de Ucrania. Feijóo ni le contestó.
Feijóo ha renunciado a la llamada “guerra cultural” y prefiere competir con Vox en la imagen de eficacia y seriedad, con experiencia de gestión. Y para eso el mejor campo es la economía.
Su estrategia política, delimitada en su discurso de cierre del congreso del PP en Sevilla, se basa en ganar a Vox mostrando lo que les diferencia del partido de la extrema derecha: su experiencia de Gobierno y la gran cantidad de ex altos cargos dispuestos a aportar propuestas a Feijóo. También lanza ese mensaje cada día José Manuel Moreno en Andalucía.
Además, Feijóo y Moreno, los firmantes del nuevo Pacto del Betis para dirigir el PP, creen que Vox cometerá errores en el Gobierno de Castilla y León y les alejará de esa imagen de partido fiable. Eso no quiere decir que les haga feliz el acuerdo firmado por Alfonso Fernández Mañueco, porque son críticos con su contenido e intentan poner la mayor distancia posible con el barón popular.
Punto débil
Feijóo cree haber encontrado un punto débil de Pedro Sánchez, el de los efectos económicos de la guerra. Y, además, es un asunto perfecto para machacar públicamente con su mensaje simplificado de bajada de impuestos.
Ha repetido esa idea cientos de veces desde que lidera el PP y, además, su rueda de prensa posterior a la reunión con Sánchez era intencionadamente la exposición detallada de medidas económica basadas todas en reducciones de impuestos y eficacia en la gestión.
A su vez, esa propuesta no es aceptada de ninguna manera por Sánchez, que ya ha apostado por otro tipo de medidas económicas, basadas en ayudas. Por eso en la reunión de jueves el líder del PP expuso su propuesta y el presidente del Gobierno le respondió sólo que eso no lo hace ningún país del mundo y archivó luego los documentos que le entregaron sin hacer más aprecio.
Luego, en charla con los periodistas en el avión camino de Rabat, rechazó de plano las propuestas económicas de Feijóo para poner énfasis en otros asuntos como la renovación del Consejo General del Poder Judicial, la violencia de género y las relaciones con Vox, entre otras.
También por eso, Sánchez explicó que salió de la reunión con “más incertidumbres que certezas” y, por eso, repitió que dedujo que Feijóo aún no ha aterrizado en temas de Estado. Por ejemplo, sobre la renovación institucional sobre la que no tuvo en la reunión ninguna posición cerrada.
El presidente tiene ya asegurada la convalidación del decreto con el plan de choque gracias a los votos del llamado pacto de investidura. Con eso le vale porque quiere dar el mensaje de que su voluntad es hacer frente a la crisis con apoyo de los partidos de la izquierda. Su fuerza, según entiende, está en confrontar con la derecha.
Argumentario oficial
Además, fuentes de Moncloa aseguran que el argumentario para las próximas semanas será repetir miles de veces que Feijóo no apoya o vota en contra de la extensión del bono social para hacer frente al precio de la luz y de las ayudas para la compra de carburantes. Unido a lo de “el nuevo PP es el viejo PP”. Para reforzarlo mantendrá las invocaciones formales al acuerdo, aunque el decreto sea inamovible.
No obstante, fuentes socialistas admiten que les sería más difícil gestionar una oposición que pacta que una oposición como la de Pablo Casado que se oponía a todo. Pero no hay riesgo, porque ni Moncloa ni el PP ven opciones de pactos sobre economía. Tampoco hay ganas de hacerlo por más que casi todos los empresarios que han desfilado esta semana por la segunda edición de la Wake Up que organiza EL ESPAÑOL hayan reclamado esos acuerdos.
Lo que sí pretende hacer Feijóo, según fuentes del PP, es recuperar las relaciones con la CEOE y los sindicatos que Casado rompió. Ya se han producido los primeros acercamientos.
Sánchez ha dado instrucciones a su gabinete para llenar la agenda con todo tipo de actos y visitas por toda España. La campaña electoral ha empezado.