Sánchez no promete nada a Aragonès y echa cuentas en el Congreso: "ERC sabe que no es imprescindible"
"La situación es muy grave, o lo hablamos cara a cara o cada día que pase, será peor", advirtió el 'president', que exigió su "derecho a la defensa".
7 mayo, 2022 04:22Noticias relacionadas
"El president iba a ver a Ursula von der Leyen, con la que estuvo hablando media hora de temas importantes. Él sabía que, de paso, tendría que estar dos o tres minutos incómodos con Pedro Sánchez, esperándola… pues se pasaron y punto". El entorno de Pere Aragonès describe así la brevísima conversación mantenida este viernes por el investigado y el jefe máximo de los servicios secretos que a finales de 2019 y a inicios de 2020 lo consideraron una posible amenaza.
"La situación es muy grave, o lo hablamos cara a cara o cada día que pase, será peor", advirtió. "Sí, hay que hablar". Pero Sánchez no prometió nada.
Ni fechas. Ni destituciones. Ni una leve explicación. Ni tan siquiera el cumplimiento del compromiso de la semana pasada: "Desclasificaremos lo que nos pidan, no tenemos nada que ocultar", respondió un ministro a este reportero cuando preguntó por las exigencias independentistas.
Pero eso fue antes de que la directora del CNI enseñara los papeles este jueves y, en ellos, incluyera el auto por el que los servicios secretos pedían autorización al Tribunal Supremo para intervenir las comunicaciones del entonces vicepresident Aragonès. "No, las comunicaciones no. Toda la intimidad. Ese software, Pegasus, te activa el micrófono o la cámara del móvil cuando el intruso quiere", advierte un colaborador del president.
"En aquel momento, Aragonès era el líder máximo de ERC en libertad y Sánchez estaba negociando nuestro voto en su investidura".
Es decir, en pocas palabras, Esquerra no está amenazando (o eso dice), sólo reacciona. "A ver qué confianza vamos a tener… se supone que un juez no autoriza esto si no le presentas indicios. Pero ¿indicios de qué? ¡Si la posición negociadora de ERC ha provocado que el independentismo más exaltado diga que claudica, le insulte y le llame 'botifler' a cada tuit que publica!".
Dos (o tres) respuestas
Quizás haya una explicación si se pregunta en el otro lado, en el del Gobierno. O para ser más precisos, en el lado socialista del Gobierno. Pero no. Hay dos: una, que el presidente Sánchez "no sabe, ni puede, ni debe saber a quién espía el CNI". O sea, a mí que me registren. Y dos, que si el juez aceptó esa intervención "es que había motivos fundados".
Entonces, ¿de qué "hay que hablar"? Si Aragonès era sospechoso de algo, que se diga, y se acaba el problema: los servicios secretos habrían ahorrado al Estado una nueva amenaza del mandatario de un Govern que ya en 2017 atentó contra la unidad territorial. Y si no lo era, pero tenía contactos con quien sí, desclasifíquese el papel para que o bien se entienda o bien deba dimitir quien se excedió en sus funciones.
Ése es el razonamiento del jefe del Ejecutivo catalán. Que reclama su "derecho a la defensa", a la vista de que un juez concluyó que, según la ley que rige el CNI, hacía falta violar su teléfono por la seguridad o los intereses del Estado.
Pero hay un tercer argumento en el PSOE. "Ellos saben que no hay nada que ocultar, y que si el CNI propuso esa escucha y el juez estuvo de acuerdo, es que había motivos fundados". ¿Eso suena a amenaza? "No", explica un colaborador cercano a Sánchez. "Suena a lo que es, el funcionamiento normal de un Estado y de sus instituciones".
Entonces, ¿es el Gobierno el que sí se siente amenazado por la carrera del tigre en el independentismo, a ver quién se siente más ofendido? "Hasta ahora, todas las votaciones que en el Congreso han querido torpedearnos, han salido adelante... ERC sabe que no es imprescindible", responde esta persona cercana al presidente del Gobierno, tras echar cuentas.
Sin herramientas
Y este es el discurso, quizás porque cualquier cosa que entregue ahora el presidente Sánchez se entenderá como una concesión al separatismo, una muestra de debilidad ante un socio insaciable que lo tiene atrapado... y ya estamos en la precampaña andaluza: "No nos vamos a dejar enredar".
Del otro lado, ahora que Aragonès puede exhibir ante el votante indepe que el Estado "no es de fiar" -porque ni a él, el acusado de botifler lo respetan-, no hay un solo incentivo para volver al diálogo, la negociación y el pacto: "De hecho, lo que te sale de natural es darlo todo por imposible y volver a la unilateralidad".
La conclusión real, desde fuera del lío -el "conflicto político" de nuevo-, es que ni al PSOE ni a ERC le conviene mantener la tensión. Pero que ninguno de los dos cuenta con herramientas para rebajarla. De ahí el discurso de Sánchez en el Cercle d'Economia, ante la presidenta de la Comisión Europea y el de Cataluña: el diálogo, el reencuentro, el motor de crecimiento, los afectos...
"Si creen que con eso se nos va a pasar, es que no entienden nada", advierten desde el entorno de Aragonès. "La legislatura se complica, pero seguiremos adelante, en su mano está si quieren darle el Gobierno a la derecha", responden desde las cercanías de Sánchez. Efectivamente, les hace falta un cara a cara. Y dejar de hablar en los medios, ante un micrófono o por personas interpuestas.