"Empieza a ser un problema", responde un comisario en charla informal con este periódico. "España está metida en un lío económico formidable, y algunos no terminamos de ver que Pedro Sánchez pueda ser la solución".
Hasta hace unos meses, la inestabilidad política en la que ha vivido el presidente del Gobierno desde que el 1 de junio de 2018 desbancó a Mariano Rajoy vía moción de censura se valoraba como un mérito en la Comisión Von der Leyen: el líder socialista tiene apenas un tercio de los diputados en el Congreso (120), su fuerza de coalición (Unidas Podemos) es una amalgama de diferentes tipos de radicales y, aun así, saca todo adelante reuniendo socios de escasa lealtad (ERC y Bildu).
"La respuesta europea a la crisis de la Covid le convino, porque se abrieron los grifos del gasto, y eso cohesionó su Ejecutivo", diagnostica un alto funcionario de Bruselas. "Sin embargo, no ha hecho los deberes, como le afeó el comisario económico por dos veces en el último mes".
Sánchez tiene un Gobierno dividido, con una descomposición cada día más a la vista entre PSOE y Unidas Podemos y -peor aún- con ambas facciones inmersas en peleas internas. La más visible es la de los morados, donde su líder Yolanda Díaz no se habla con las dirigentes del partido nuclear de la confluencia, Podemos.
Pero en el PSOE las aguas ya no bajan con calma tampoco, y unos ministros señalan a otros para salvarse ante la opinión pública. Así ocurrió durante la crisis del llamado caso Pegasus, con Fernando Grande-Marlaska señalando a Defensa, Margarita Robles desviando el foco hacia Presidencia... mientras Félix Bolaños era llamado a declarar ante el juez.
Ahora, no son pocas las voces que se levantan contra José Luis Escrivá, por su errática (y eterna) reforma de las pensiones.
Y a José Manuel Albares, encargado de poner solución al desaguisado de Marruecos, compañeros socialistas del Consejo de Ministros ya lo ponen en la picota como responsable de la crisis con Argelia.
El lío económico
Es un hecho que Paolo Gentiloni aprovechó, a finales de mayo, dos comparecencias ante la prensa en dos semanas seguidas para lanzar sendas advertencias. Que condicionará el siguiente desembolso de fondos de recuperación a la "garantía de sostenibilidad del sistema de pensiones" y que preocupa el alto nivel de deuda pública y privada y la elevada tasa de paro, porque constituyen las principales vulnerabilidades de la economía española.
Además, el comisario reclamó "una senda de consolidación creíble" para irse acercando a los criterios del Pacto de Estabilidad. Así como lanzó una alerta sobre el déficit estructural de España, que se situará en el 3,5% este año e, incluso, subirá al 4,3% en 2023, según los cálculos de Bruselas.
Por otro lado, a pesar de que Bruselas da por buenas las iniciativas para combatir los efectos de la pandemia, "algunas de las medidas que se anunciaron como temporales" amenazan con perpetuarse "en caso de que los precios de la energía se mantengan elevados también en 2023".
Y eso asusta a la Comisión, dados los "desequilibrios" que afrontará España este otoño y que han tenido que ser salvados por Bruselas con el invento de la "excepción ibérica" del gas.
Según todas las fuentes consultadas en las instituciones europeas, la campaña turística del verano puede deslumbrar al Gobierno. "Porque los datos serán espectaculares" y porque la inestabilidad política interna -y la importada de sus crisis consecutivas en el Magreb- le tentarán para agarrarse a unas cifras de negocio y empleo "que pueden ser un espejismo".
A pocas semanas del verano, éste es el panorama económico "preocupante" que señalan las fuentes consultadas en Bruselas:
Desde que llegó Sánchez al Gobierno, el Estado nunca ha tenido que pagar tanto por la deuda que emite: el bono español a 10 años cerró este viernes al 2,75%. A su llegada a Moncloa era poco más de la mitad, el 1,44%.
Jamás en los cuatro años, una semana y cuatro días que lleva el socialista en Moncloa, el volumen total de la deuda había sido tan alto: 1,454 billones de euros, al cierre de abril, según el último boletín del Banco de España. La recogió en 1,215 billones... o sea, la deuda pública ha crecido en un 20% durante su mandato.
Y eso se traduce en que cada español, que debía 25.500 euros el día en que el líder del PSOE ganó la moción de censura -es decir, más o menos un año de salario medio-, tiene hoy una deuda per cápita está cerca de los 31.000 euros... el equivalente a un año y tres meses del sueldo medio.
Todo este panorama, cuando el Banco Central Europeo ha anunciado el fin de la compra masiva de bonos, que ha sostenido a España en un mercado artificialmente barato, y ya tiene fecha la primera subida de tipos en 11 años, "es un peligro para España". Ya sube el euribor desde diciembre, lo que añade la inflación de las hipotecas a un IPC desbocado, al 8,7%, pintando un horizonte oscuro de aún más deuda y con el dinero más caro.
Alberto Núñez Feijóo lo definió muy bien en su primer y, hasta ahora, único cara a cara con Sánchez en una sesión de control del Senado.
Este presidente gobierna con más ventajas que ha tenido nunca otro jefe de Gobierno: con el grifo del gasto abierto, la financiación gratis, y 140.000 millones en fondos de recuperación. Pero en lugar de "bajar impuestos a las clases medias y trabajadoras para compensar el efecto de la inflación, los sube"... y aun así hace crecer la deuda a niveles desconocidos. "¿Cuándo va a estar usted a la altura?", le espetó.
La oposición dentro
Entretanto, el peor enemigo de Sánchez es la oposición interna en su Gobierno. Por la descomposición de Unidas Podemos, por la ruptura con Esquerra tras el caso Pegasus, por el precio que paga en el empeño de legitimar sus acuerdos con Bildu, y porque todos estos socios se han enfrentado a él en las decisiones clave de los últimos meses.
Así ocurrió en la reforma laboral, que el Ejecutivo logró salvar sólo por el voto descuidado de un diputado del Partido Popular, Alberto Casero. Lo mismo pasó con la Ley Audiovisual, que le salvaron los de Feijóo gracias a una abstención que convirtió en inútil el voto negativo de sus aliados parlamentarios, y de Podemos. Y un caso que se repitió con la toma en consideración de la reforma abolicionista de la prostitución en el Código Penal.
Pero más beligerancia muestra aún en temas de Estado. Unidas Podemos reventó la reciente visita del Rey Emérito, reanimando el debate del referéndum "por una República". Además, rechaza explícitamente la subida en el gasto militar, se sublevó públicamente con la entrega de armas a Ucrania, calificando al PSOE de "partido de la guerra", y boicoteará la cumbre de la OTAN, dentro de dos semanas, en Madrid.
Además, el viraje de Sánchez reconociendo la posición marroquí de autonomía para el Sáhara bajo su soberanía como "la más seria, realista y creíble", lo ha dejado completamente solo en el Congreso. En este punto, ni el PP lo ha apoyado, más por el ocultismo de la negociación y lo rocambolesco de su anuncio, que por una beligerancia con el fondo del asunto.
Por otro lado, la crisis de esa renuncia a la posición tradicionalmente neutral de España en el Sáhara ha soliviantado a Argelia, que ha roto el Tratado de Amistad. El país vecino es el enemigo eterno de Marruecos; Rabat es socio prioritario de Washington y Argel lo es de Moscú; y en Bruselas no ganan para sustos con Sánchez.
"Se supone que es España la que debe decirle a la UE cómo relacionarse con los vecinos del Magreb... y, sin embargo, hemos sido nosotros los que le hemos tenido que ir a pedir ayuda después de dos crisis en menos de un año", apunta un diplomático español, "abochornado".
El viaje del ministro Albares, este viernes, a Bruselas sirvió para mostrar la fuerza de la Unión... y, sobre todo, para constatar la debilidad actual de España.
Fuentes gubernamentales argelinas ya dan por hecho que éste "será un conflicto largo". Y que el interlocutor ya no es Madrid.
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