Pedro Sánchez ha llamado la atención de sus socios de Gobierno, reclamándole a Unidas Podemos que "reflexione" en sus continuas negativas a subir el gasto en defensa, a comprometerse con la OTAN o a aumentar la defensa del flanco Sur con destructores de la flota estadounidense. "Han cambiado muchas cosas en muy poco tiempo, la ilegal e injustificada invasión de Ucrania pone en riesgo el orden internacional. Y sin seguridad no hay libertad".
El presidente ha comparecido en una rueda de prensa final, tras el cierre de la cumbre de la OTAN. Y ha solemnizado su compromiso ante los aliados "y también ante la UE" de aumentar el gasto en defensa y alcanzar el 2% del PIB "de aquí a 2029". Es un acuerdo adoptado por España en la cumbre de Cardiff de 2014, pero nunca cumplido.
El acuerdo se llevará al Congreso "lo antes posible", según palabras de la ministra de Defensa, Margarita Robles, en conversación con este periódico. Servirá para legitimar un "acuerdo de país", en palabras de Sánchez, aunque es una decisión que, en realidad, depende únicamente de la voluntad del Gobierno reflejada en los Presupuestos Generales de cada año.
En la actualidad, según datos de la Alianza, España invierte no más de 13.000 millones de euros al año en la seguridad y defensa. Es decir, el 1,01% de su Producto Interior Bruto. El ritmo que marca Sánchez significa duplicar este montante en apenas siete años. Y para ello no cuenta con Unidas Podemos. Este mismo jueves, Ione Belarra ministra de Derechos Sociales, lo volvía a repetir: "No necesitamos más armas, sino mejores servicios públicos".
Para el presidente, esa es una "visión política" que se ha quedado anticuada, al menos, "desde febrero de este año". Sánchez ha puesto varios ejemplos: "Si Suecia ha roto 200 años de neutralidad, como Finlandia desde la II Guerra Mundial, si Alemania aumenta su gasto en defensa dejando atrás su tradición, si Dinamarca convoca un referéndum... algunos partidos deberían reflexionar y darse cuenta de que nuestro modelo de convivencia, la democracia en sí, está en riesgo".
"Satisfacción y orgullo"
El nivel de satisfacción de Pedro Sánchez se podía medir por el ancho de su sonrisa y el brillo de sus ojos. Cansados por las jornadas maratonianas de sesiones en la cumbre, acuerdos firmados, compromisos adquiridos y reuniones bilaterales celebradas.
Además del lucimiento personal, colectivo y de país por una cumbre que no sólo ha sido "histórica", como repitió una vez más Stoltenberg minutos antes, sino "magníficamente organizada", según las fuentes de la Alianza y de las delegaciones consultadas. "Perfecta, impecable y excelente", dijo el secretario general en su última rueda de prensa.
El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, explicaba a este diario, poco antes de la comparecencia del presidente, que "hemos alcanzado todos los objetivos políticos, y el evento ha sido perfecto... es un orgullo para todos".
Efectivamente, más que satisfacción, el presidente exudaba orgullo, casi euforia. Su Gobierno ha conseguido una protección a la integridad territorial de Ceuta y Melilla sin tener que forzar un imposible, la mención expresa en el Concepto Estratégico. "Es una polémica sin sentido, que nunca se suscitó", ha defendido Sánchez. "ni cuando entró España en la OTAN, en 1982, con Felipe González, ni después con José María Aznar, Zapatero, Rajoy..."
Lo cierto es que no es tan poca cosa, dado el otro empeño de España, de reclamar a la Alianza una mirada al "flanco Sur". Y por eso nuestro país propuso y obtuvo un cambio de redacción en el documento definitivo de la cumbre. La OTAN ya no defenderá "la integridad territorial aliada", sino la de "cada uno de sus aliados". Y eso es que, como dijo Stoltenberg, "cada centímetro del territorio de la OTAN. Y como Ceuta y Melilla son España, son territorio OTAN".
Y eso era interesante para amarrar bien los años venideros en cuanto a la adopción de una "visión de 360 grados en la seguridad" por parte de la Alianza. Otro empeño de España. Que quiere decir la atención directa a "las amenazas híbridas procedentes de la vecindad Sur".
A cambio, el Gobierno de España no ha tenido que comprometer más que tres cosas. La primera, mantener su "compromiso firme" en el apoyo a Ucrania frente a la invasión "injustificada e injustificable" de Rusia. Nada que no sea evidente... y una manera de pedir solidaridad ofreciéndola.
La segunda, aceptar la ampliación en un 50% de la presencia de buques de guerra estadounidenses en la base de Rota (Cádiz). Eso, al fin y al cabo, es más seguridad, más empleos y refuerzo ante los "desafíos del flanco Sur".
Y la tercera, aumentar la inversión en Defensa en los próximos años. Una obviedad, dado el "momento crítico" que está viviendo la seguridad global. En un escenario de guerra, y si la propia OTAN y su secretario general hablan de "segunda Guerra Fría", España no podía posponer más su compromiso.
Se firmó en la cumbre de la Alianza en Cardiff, en 2014... y desde entonces, nuestro país se ha mantenido como el segundo de los 30 aliados con menos gasto militar sobre su PIB, un 1,02%.