Pedro Sánchez se guardaba en secreto las medidas económicas -los impuestazos y el tren gratis- que iba a lanzar en este Debate sobre el estado de la Nación por dos razones: una, para atraer el foco (claro) y dos, porque era el único modo de que parecieran suyas. Del PSOE. Y no una concesión al giro a la izquierda que le exigían sus socios desde el principio y más después del 19-J.
[Todas las medidas anunciadas por Pedro Sánchez en el Debate sobre el estado de la Nación]
El impuestazo a la banca "que ya se está beneficiando de la subida de tipos" y también a las energéticas "cuyos beneficios no son caídos del cielo, sino del bolsillo de los consumidores", es una medida radical... y una propuesta de Unidas Podemos.
Los abonos transporte gratis en las Cercanías, Rodalíes y media distancia operadas por Renfe es una apuesta por la lucha contra el cambio climático, por la descarbonización y, sobre todo, por el ahorro energético... pero también una propuesta insistente de Ione Belarra y de Yolanda Díaz, que no aplaudió los anuncios.
"Habrá probablemente cortes de suministro del gas ruso, por la guerra de Putin y porque utilizará su grifo como un arma contra nosotros, y los españoles somos europeístas por convicción", ha remarcado el presidente. "Ésta es la oportunidad de demostrarlo, y que no estamos en la UE sólo para que nos ayuden cuando lo necesitamos... ahora o necesitan nuestros hermanos europeos".
"El médico y el curandero"
El presidente empezó a hablar a las 12.04 y terminó a las 13.24 horas, antes de un par de minutos de ovación, de satisfacción, de un buen chute de energía autoinyectado, por seguir con el símil del que más tiró durante su prolija intervención: el del "médico frente al curandero".
Él es el médico y el PP, por supuesto, el curandero, "el traficante del miedo", el que "sostiene que todo está mal, que el país se hunde, que esto no habría pasado con otro Gobierno".
Tras hacer un largo diagnóstico de la situación -"querría decirles que la inflación se arreglará de un día para el otro, que hay una varita mágica, pero es mentira"-, repasando la pandemia primero y la guerra después, apoyándose en gráficos y en datos que le servían para explicar que "el grave problema que se avecina no es sólo nuestro, sino también de nuestros hermanos europeos", Sánchez cumplió con el vaticinio del PP: lo insultó. Sí, pero esta vez sin nombrarlo.
Advirtió contra quienes "mercadean con sus falsas soluciones" y citó Franklin D. Roosevelt -también sin citarlo-, "un gran presidente de EEUU, que lo advirtió hace casi un siglo: sólo debemos tener miedo al miedo, a los profetas del desastre que sólo quieren sacar tajada del miedo social".
El presidente necesitaba dar un auténtico giro a la izquierda, pero hacerlo a su ritmo. No marcado por las exigencias moradas. La iniciativa también se mide con los socios.
Anunció que "iremos a por todas para no salir de la crisis por donde entramos, y para que no la paguen los de siempre, sino los que más tienen". Así, presumió de que los 15.500 millones de mayor recaudación de impuestos de enero a mayo", esos que le reprocha el PP, "son más o menos el coste de los dos decretos ya aprobados para luchar contra los efectos sociales y económicos de la inflación".
Y por eso, legitimado en su dialéctica, anunció la imposición de los dos nuevos impuestos "excepcionales y temporales" a las empresas "dominantes en el sector eléctrico, petrolero y gasístico", además de otro "a la gran banca".
"Me hago cargo"
Ambos estarán vigentes, teóricamente, en 2023 y 2024. El primero operará sobre los beneficios de esas compañías en 2022 y 2023 y el Gobierno calcula que recaudará 2.000 millones adicionales al año con él. Del segundo no dio más detalles, sólo que prevé ingresar 1.500 millones anuales con él.
Es decir, un total teórico de 7.000 millones para pagar sus medidas de "protección contra los efectos de la inflación, el mayor problema que afrontan los ciudadanos, las empresas y la industria, me hago cargo".
En ese contexto se enmarcó la "nueva beca complementaria" de 100 euros al mes que entregará el Gobierno de septiembre a diciembre "a los estudiantes de más de 16 años ya becados". Para que "nadie tenga que dejar los estudios por tener problemas económicos". La medida, dijo, beneficiará a un millón de personas.
Lo de los transportes gratis no lo cuantificó el presidente. Acaso porque no tenga claro cuánto le costará. O porque prefiere visualizar la apuesta del ahorro energético, o fomentar el uso de Renfe ahora que la red de ferrocarriles se está abriendo a la competencia. El único dato que dio Sánchez fue que estará vigente "desde septiembre hasta el 31 de diciembre" de este año.
Además, Sánchez prometió más iniciativas: un nuevo impulso al "pacto de dividendos y de rentas", al que cambió el nombre incluyendo ese primer concepto para señalar a las empresas. "Si las empresas presumen cada vez más de su sostenibilidad, ésta es una oportunidad de hacer sostenible la situación económica y no convertir esto en una espiral inflacionista".
Además, repitió otros anuncios como una Agencia de Calidad de la Salud Pública, una inconcreta "nueva PAC para ayudar a nuestros agricultores", recordó inversiones ya previstas de miles de millones en planes de ahorro energético en edificios de la Administración Pública, apuestas por la enseñanza "de un nuevo idioma", es decir, clases en infantil, primaria y ESO de "robótica y programación", nuevas estrategias de lucha contra el fuego e "inversiones para planes estratégicos en Ceuta y Melilla".
Quizás esto último, que pasó de soslayo, sea lo de mayor peso en las relaciones internacionales de todo lo dicho por el presidente. Que sólo citó una vez a la OTAN, nunca el mayor gasto en Defensa, ni de lejos las amenazas de inestabilidad que vienen del flanco Sur...
Sánchez hizo girar todo su discurso en las diferencias entre él y el PP de Alberto Núñez Feijóo. Y evidentemente, tras sus anuncios económicos volvió con renovadas fuerzas, alimentadas de ovaciones, en busca de su rival.
Así, se dirigió explícitamente a la bancada popular, cambiando el ritmo de la declamación y arremetiendo contra "las corruptelas y los intereses ocultos" del PP, o contra su "negativa a cumplir la Constitución" en la renovación del CGPJ.
Y sacó el catálogo de las leyes más ideológicas que tiene en cartera: recordó la de eutanasia, pidió "el voto para la Ley LGTBI" (eso dijo, no habló de Ley Trans), la de Memoria Democrática... y una cadena de normas para "por fin abolir la prostitución en nuestro país".
IPC y Estado de derecho
Todo este capital político, todo el peso de un discurso bien armado, aderezado por un traje nuevo, un corte de pelo reciente, y una sonrisa en la boca constante, lo invirtió el presidente en su primera intervención en el debate.
Pero un síntoma meramente circunstancial de que éste se celebra sólo por necesidad y porque el presidente no tiene suficientes manos expertas con las que tapar todos los agujeros en el casco de su Gobierno es la elección de las fechas: mañana miércoles 13 de julio, el INE publica el dato definitivo de inflación del pasado mes de junio; también está previsto que la Comisión Europea haga público su informe sobre el Estado de derecho en España.
Ambas serán, con toda probabilidad, malas noticias para Pedro Sánchez. Hablando del tema económico, por un lado, poco se prevé que se desvíe del 10,2% el IPC interanual de junio. Por otro, la estadística oficial volverá a traer a la actualidad la dimisión (preventiva) del presidente de la institución que la publicará.
Juan Manuel Rodríguez Poo dejó su sillón del INE poco antes de que fuera a ser destituido, tras una acumulación de críticas desde Moncloa y la Vicepresidencia económica de Nadia Calviño a su labor. Este mismo martes, tras el Consejo de Ministros, fuentes del Gobierno insistían, en conversación con este periódico, en que "hay una discrepancia estadística en la medición de los precios de la energía y eso distorsiona el IPC".
Se entiende, claro, en contra de los intereses del Ejecutivo.
Y hablando del asunto judicial, el comisario europeo Didier Reynders insistirá en los problemas denunciados por Bruselas desde hace años: poca independencia de la Fiscalía -que ocupa Dolores Delgado, primera ministra de Justicia del actual presidente- y politización del órgano de gobierno de los jueces.
Precisamente, la renovación del CGPJ, pendiente desde hace ya más de tres años y medio, volvió a encallar este lunes. ¿La razón aducida oficialmente? La desconfianza de Moncloa en la sinceridad del Pacto por la Justicia ofrecido por el PP de Feijóo. ¿La real, según fuentes conocedoras de la negociación? Que Sánchez no puede "desairar" a sus socios de Esquerra, con quienes ya ha llegado a un acuerdo para votar la contrarreforma del Poder Judicial, este jueves.
No en vano, llegaría el presidente al viernes, cuando recibe a Pere Aragonès en Moncloa, con un fracaso de antemano a la reunión. Si de algo se queja el Govern catalán, y Esquerra -con quien negocia el llamado "reencuentro en la mesa de diálogo- es de la "poca fiabilidad" del Gobierno en general. Y de Sánchez en particular.
Todo eso le estallará el mismo miércoles por la mañana a Sánchez, cuando lo que pretende con este debate es "recuperar la iniciativa política"; y darle la vuelta a las encuestas, que impulsan a Feijóo y a él lo hunden; y resultar creíble en sus medidas contra la inflación, ya que la más publicitada -el tope al gas- no está sirviendo para contenerla; y advertir a la población del otoño duro que llega "pero sin generar autoprofecías del pánico", en palabras de una ministra; y salvar su equilibrio con los socios y aliados, sin tener que entregarles las llaves de todos los candados.
Queda la tarde y todo el miércoles. Con sus réplicas y contrarréplicas... y con las noticias sobre inflación e institucionalidad con las que todos nos desayunemos.