Hace un mes que se celebraron las elecciones autonómicas en Andalucía, pero parece que hace un año. El presidente del Gobierno ha conseguido sepultar el efecto del triunfo electoral del PP y ha demostrado que desde el Gobierno es posible marcar la agenda política.
La cumbre de la OTAN y luego el Debate sobre el estado de la Nación le han servido a Pedro Sánchez para opacar la euforia del PP por la mayoría absoluta de Juan Manuel Moreno y tapar la sensación de cambio de ciclo electoral. Sigue en el Gobierno y en el PSOE la enorme preocupación por la pérdida de votos, pero se hace menos visible.
Ese era el objetivo de la Moncloa, según fuentes del Gobierno. Y el otro objetivo que ha conseguido, según fuentes próximas al presidente, es dar un giro en el escenario político y en su gestión para intentar recuperar terreno en las encuestas. Nada es casual y forma parte de un plan basado en el análisis de datos electorales y encuestas.
Según este análisis, lo que se ha interpretado como un giro a la izquierda busca frenar la sangría de votos que el PSOE pierde prácticamente en todas direcciones.
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El primer paso es intentar asegurar a sus electores, especialmente a los que han preferido quedarse en casa en los últimos procesos electorales o irse a opciones de izquierdas.
Consideran que esos electores son más fácilmente recuperables, porque no llegan a dar el paso de apoyar al PP, sino que su decisión está basada en el enfado, el desencanto o la falta de estímulos.
Se pretende que su movilización venga desde la confrontación con “los poderosos” o con medidas como los impuestos a los bancos y grandes empresas. Es decir, reforzar un perfil de izquierdas.
Según el análisis del CIS sobre el trasvase de votos en las elecciones andaluzas del 19 de junio, el 16% de los votos que tuvo el PSOE en 2018 se ha ido ahora al PP, pero hay otro 20% que se ha abstenido o ha votado a otras opciones de izquierdas. De ese 20%, el 11% se quedó en casa, lo que refleja esa falta de movilización.
La traslación práctica es que en Andalucía la abstención fue del 41% y en Castilla y León sólo votó el 63,44%.
La alarma de los socialistas, tapada por la agenda política desde el 19 de junio, está en el dato de que el PSOE sólo conservó en Andalucía el 56,1% de sus votantes de 2018.
Diferenciarse del PP
Con esos datos, el PSOE tendría que crecer buscando el centro para recuperar los votos que se han ido al PP o volcarse en los abstencionistas o los que se han ido a otros partidos de izquierdas. Es decir, dos caminos contradictorias y difíciles de abordarse a la vez.
Por eso, fuentes socialistas explican que lo más inmediato era lanzarse a la movilización y a por los exelectores más de izquierdas. Si se logra cerrar esa vía de pérdida de votos puede ser posible intentarlo con los “más centrados”.
En todo caso, el objetivo del mensaje de Pedro Sánchez era también diferenciarse en lo posible del PP en lo que es en este momento la principal preocupación de los españoles: la inflación y la situación económica.
Para esos votantes socialistas que se van ahora al PP, se pretende establecer el relato de que ahora se afronta la crisis con medidas sociales, mientras que en tiempos de Mariano Rajoy se hacía con recortes.
Esos movimientos, por cierto, son contrarios a los que desean destacados barones del PSOE que concurren a las elecciones del próximo año y que creen que su batalla es con el PP y por el centro.
El riesgo es dejar el centro a Alberto Núñez Feijóo, pero el PSOE considera que eso puede ser sólo momentáneo. Además, considera que el líder del PP ha desaprovechado una ocasión en el debate para fijar al partido más en el centro.
Fuentes socialistas muestran su sorpresa por el hecho de que Cuca Gamarra, portavoz del PP, no centrara su discurso en la economía, sino en el terrorismo.
Explican que según el CIS el terrorismo de ETA no está entre las preocupaciones de los españoles.
No obstante, dirigentes socialistas y miembros del Gobierno admiten que la gestión del acuerdo sobre la Ley de Memoria Democrática no ha sido el más conveniente. Esa norma se desatasca gracias al acuerdo de siete partidos y, sin embargo, el Gobierno permitió que Bildu anunciara el acuerdo para desbloquearla, dando protagonismo a este partido en una norma de especial sensibilidad.
Tanto como que al PP se le facilita que la califique como “ley Bildu” y se oculte el contenido. No cuestionan el contenido de la norma, ni del pacto que ha permitido sacarla adelante, pero sí la forma de presentar el acuerdo y el protagonismo dado a Bildu.
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