La salida de Adriana Lastra de su puesto como vicesecretaria general del PSOE no ha sido una sorpresa. Porque Pedro Sánchez ya había decidido "intervenir" en su pelea de poder con Santos Cerdán, secretario de Organización, como informó este periódico.
Por eso, el modelo elegido (el de la dimisión) sí resulta llamativo. Y todavía más la justificación de esta supuesta renuncia, esgrimida por ella misma en un comunicado: un embarazo de riesgo.
Los chats internos del PSOE eran un hervidero en la mañana de este lunes. Y los comentarios eran todos en el mismo tono: "Flipo con que como partido se esgrima, o se deje caer, que un embarazo de riesgo es motivo para que dimita una mujer de su cargo", decía una de las integrantes de un grupo de WhatsApp de mujeres socialistas.
Es común, en este tipo de salidas, que "siempre se pacta el relato". Y si la justificación elegida si no es cierta, se ha elegido una explicación muy mala, "machista". Si efectivamente fuera real lo que dice el comunicado de Lastra, apuntan las fuentes internas del PSOE, "no debería haberse aceptado una dimisión justificada de ese modo".
El PSOE se autodefine como feminista desde hace décadas, pero pisó el acelerador especialmente en el último congreso, celebrado el pasado octubre en Valencia. El que encumbró a Lastra como vicesecretaria general, o número dos del partido, tras ser sustituida como portavoz parlamentaria por el emergente Héctor Gómez.
En aquel cónclave, y por expreso impulso de Sánchez, se dio un giro de tuerca a las posiciones socialistas en este aspecto. La exvicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, fue relevada de la Secretaría de Igualdad por Andrea Fernández, se impuso la visión queer en la ponencia marco y el propio líder centró gran parte de su discurso final en el compromiso "abolicionista de la prostitución".
Error en el "relato pactado"
Por eso, las fuentes consultadas en el seno del Partido Socialista se sorprenden de que el "relato pactado" para explicar la salida de Lastra sea el de que "cambios importantes" en la vida personal de la vicesecretaria general le exigen "tranquilidad y reposo". Sobre todo, cuando ya era vox populi que el presidente del Gobierno estaba "decepcionado" por las rencillas internas en un momento tan delicado para la economía y para el PSOE, sorpassado por el PP.
La ya dimitida, de 43 años, está embarazada de seis meses y confiesa lleva ya "dos semanas" de baja laboral. Según explica en la nota hecha pública a primera hora de este lunes, "ante la dificultad de compaginar las exigencias de reposo y cuidados, imprescindibles" en su situación actual, alega, "con la intensidad que exige la dirección del Partido", ha decidido presentar su dimisión.
La explicación, que realmente, nadie cree, y las fuentes atribuyen a una decisión política de Pedro Sánchez, "maquillada" como una dimisión, ha soliviantado a las mujeres -y a los hombres consultados- dentro del PSOE. Porque ese "reposo" y esos "cuidados", al estar esperando un hijo con su edad, "pueden justificar la baja, sin duda; pero no puede ser motivo de dimisión".
Así lo demostraría, por ejemplo, el puesto que no deja Lastra, el de diputada, como ella misma explica en el comunicado: "Mi agradecimiento de todo corazón, siempre, a todos los afiliados y militantes socialistas. Si algo he sido, soy y seré es militante de este partido. Ha sido un privilegio ser vuestra vicesecretaria general y lo es representar a nuestro partido en el Parlamento".
No ha funcionado
En los chats internos del PSOE, se atribuye la salida de Lastra a sus batallas de poder con el secretario de Organización y, en concreto, a que los últimos resultados electorales del partido han demostrado que la reorganización del verano pasado no ha funcionado.
En menos de un año, Sánchez ha hecho dimitir a José Luis Ábalos como plenipotenciario secretario de Organización, o número tres, y ha prescindido de Adriana Lastra, su número dos.
[Pedro Sánchez consultó a Ábalos los cambios que preparaba en el Gobierno sin contarle su salida]
El primer movimiento fue consecuencia de la defenestración del político valenciano como ministro de Transportes... y la pérdida de confianza del presidente del Gobierno se tradujo en la breve conversación del sábado 10 de julio: "José Luis, sales del Gobierno y te quiero fuera también de la dirección del partido".
El segundo se produce sólo un año, una semana y un día después, después de un reparto de competencias en la interna del PSOE que no ha funcionado. El puesto de la Vicesecretaría general no siempre ha existido y, normalmente, ha sido meramente simbólico: un cargo para suplir al líder en sus ausencias para presidir los órganos internos del partido.
Sin embargo, Lastra sí recibió competencias: la coordinación de los grupos parlamentarios en el Congreso, Senado y Parlamento Europeo. "Pero esos puestos siempre han sido autónomos", añade otra fuente histórica del PSOE, "y en realidad, lo que pretendía Lastra era un marcaje a Héctor Gómez", su sucesor en el asiento justo detrás del banco azul de Sánchez en el hemiciclo el pasado septiembre.
Quizás de esa fricción saliera el rumor, "de todo punto infundado", del posible descabezamiento de Gómez en la Ejecutiva del 4 de julio. Así lo explica un exdirigente y exministro. Del otro lado de la batalla se sacó a pasear el nombre de Felipe Sicilia, portavoz de la Ejecutiva a cuyas ruedas de prensa van cada vez menos reporteros.
Algunas de las críticas más duras contra Lastra se basaban en los mensajes elegidos para las campañas electorales y los discursos parlamentarios. Este diario informó del "enfado" de Sánchez tras el 19-J y se llegó a atribuir este enojo a un "problema de comunicación". Pero según las fuentes consultadas, "no se puede decir que falla la comunicación y mirar sólo a los portavoces".
Porque el último error grave en este campo, por ejemplo, no tuvo nada que ver con las portavocías, sino con la organización interna del PSOE y de Moncloa. Tras la tragedia de Melilla, saldada con una treintena de migrantes muertos, el presidente encadenó dos ruedas de prensa (viernes 24 y sábado 25 de junio) sin que nadie le hubiera preparado previamente "con los vídeos y las cifras de muertos" de la operación de la Gendarmería marroquí.
Es decir, que el problema está -al menos, también- en la organización, "en lo que no se ve". Sánchez terminó de decidir entonces que debería "tomar decisiones de calado profundo" una vez hubiera reflexionado. Las fuentes consultadas anticipaban que "no parece que ocurra antes del Debate del estado de la Nación" ni que vayan a ir más allá de la propia estructura del partido.
De momento, la primera premisa se ha cumplido. Aunque con un nuevo error de comunicación, al menos a la vista de las críticas internas. Falta ver si Sánchez sustituirá la Vicesecretaría de Lastra con alguien de su confianza directa o si aún le queda más que pensar.
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