Leyendo el tuit del cesado, pareciera una destitución. Pero no. Fue dimisión. Enrique santiago firmó una carta este mismo viernes 22 de julio, que ha podido confirmar EL ESPAÑOL, en la que solicita a la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, el cese en sus funciones de secretario de Estado para la Agenda 2030.
Así, la misiva explica que tras lo conversado en los últimos días, Santiago pide a Belarra que disponga su cese como secretario de Estado para la Agenda 2030, a petición propia, y con fecha de 26 de julio, es decir, el próximo martes en el Consejo de Ministros.
El documento está firmado por Santiago de su puño y letra, con fecha de este viernes.
Aunque la historia todavía se lía un poco más. Porque no fue una dimisión a voluntad, sino forzada. Para reforzar a Podemos en la batalla por no desaparecer bajo Sumar.
Entra en el Gobierno Lilith Verstrynge, secretaria de Organización de Podemos -o sea doblemente ya número dos de Ione Belarra-, y sale Enrique Santiago, secretario general del PCE, es decir, el partido de Yolanda Díaz.
La líder de Podemos había perdido toda la confianza en el líder del PCE, a la sazón socio del coordinador general de Izquierda Unida y aliado circunstancial del de Más País.
Es decir, de Alberto Garzón y de Íñigo Errejón. Dos que se despreciaban y que ahora son amigos de conveniencia para colocarse bien en el nuevo proyecto de Yolanda Díaz.
...perdone el lector, porque a la vicepresidenta tercera no le podamos poner un cargo orgánico al frente de nada, salvo el de heredera de Pablo Iglesias en el liderazgo de la izquierda a la izquierda del PSOE.
División de reinos
Porque ahí está, por fin, el quid de la cuestión: que Díaz es la heredera, pero sólo una de las dos. La otra es Ione Belarra, como secretaria general de Podemos. Y ambas libran una guerra fría (con conflictos proxi incluidos, como Andalucía) por defender su territorio y por no perder en la división de los reinos que hizo el creador de todo este entramado al dar la espantada, "porque ya no sumo, sólo resto", en mayo de 2021.
Así que podríamos decir que la dimisión forzada de Enrique Santiago, este viernes 22 de julio, empezó (en realidad) con el 'ayusazo' del 4-M... o incluso antes, cuando Garzón se negó (ya van tres veces) a ser el candidato de Unidas Podemos en las elecciones madrileñas adelantadas, en marzo... o tal vez más atrás, en enero de 2019, cuando Errejón "traicionó" a Iglesias con Manuela Carmena... o, ¿por qué no? En Vistalegre II, año 2017, cuando se rompió definitivamente la amistad entre los dos fundadores de Podemos... ¿y por qué no en el 'pacto de los botellines' de la campaña de 2016?
Pero, aunque sería muy ilustrativo del carajal en que se ha convertido el "espacio del cambio" entre siglas, confluencias, herencias, liderazgos "sin egos ni partidos", estructuras de poder y esperanzas cambiadas entre un señor con coleta (que se la cortó) y una señora que cambió las pancartas y las mareas por el Ministerio y las "tenacillas", sería irnos muy lejos.
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Lo cierto es que Belarra ha tardado un mes largo en lograr sacarse de encima a Santiago, a quien cazó confabulando en las negociaciones andaluzas que estrenaban el proyecto de Díaz. "No me da tiempo a lanzar mi proceso de escucha antes de las andaluzas", dijo la vicepresidenta segunda, "pero no nos podemos permitir que las listas del 19-J salgan mal".
Y salieron horribles: IU y Más País (Garzón y Errejón) maniobraron, de la mano de Amanda Meyer y Enrique Santiago, para eliminar al candidato de Podemos, el guardia civil Juan Antonio Delgado, como cabeza de lista. Y lograron colocar a la apuesta de IU, Inma Nieto. Es más, lo consiguieron con la mediación de la propia Díaz, a última hora y con una llamada al entorno de Belarra: "Tenéis que ceder".
Contraofensiva
Y cedieron. Pero dos semanas antes de la debacle -y de la mayoría absoluta del PP de Juanma Moreno, que este sábado toma posesión-, Irene Montero cortó por lo sano: Meyer, su directora de Gabinete en el Ministerio de Igualdad, fue fulminada. Como informó este diario, por dedicar más tiempo a Andalucía que al trabajo por el que cobraba del erario público.
Pero Belarra tenía más difícil la contraofensiva.
Enrique Santiago es un valor fundamental en Unidas Podemos. Es un abogado de reconocido prestigio internacional, y el verdadero redactor de las leyes que proponen y negocian los morados. Es, en ese sentido, un diputado imprescindible que "debe jugar un papel clave en el final de la legislatura", como explicaban las fuentes oficiales del Ministerio de Derechos Sociales al dar cuenta de su salida del cargo.
Lo que ocurre, en realidad, es que la líder de Podemos debe respetar al líder del PCE. Y que el líder del PCE es imprescindible para todos por lo ya explicado más arriba. Y que Santiago es, además de yolandista y su jefe en el PCE, amigo personal y valedor de Iglesias... así que ni Belarra, por herencia, lo podía humillar, ni Díaz, por lo mismo (y porque su único carnet es el del Partido Comunista) iba a prescindir de él.
Pero como ministra de Derechos Sociales, Belarra no podía seguir con un número dos en el Ministerio, Santiago, que además de sus labores trabaja contra el partido que ella dirige.
Y menos ahora que los movimientos estratégicos indican que Díaz está aprovechando su indiscutido liderazgo para ir decantando la victoria en unos términos insoportables para Podemos: su plataforma, Sumar, vive de la clientela de Podemos, aprovecha la estructura de Podemos y (eso significa, que) bebe del dinero de Podemos.
"Así ocurrió en la campaña andaluza", explica una fuente morada a este diario. "Pusimos la logística, la financiación y los voluntarios de la militancia. Nos dejaron fuera de la coalición con una artimaña lamentable. Nos ningunearon en las listas y en los mítines. Y el resultado fue un desastre".
Ahora, Belarra se ha reforzado, porque ha cambiado a uno del PCE por una de Podemos. Las tres líderes del partido morado (ella, Montero y Verstrynge) forman parte del Ejecutivo de coalición, y Santiago estará ocupado (porque así lo ha asumido él, y por acuerdo de todos los y las implicados) en ser diputado raso.
El más importante, el que más trabaje, pero sin cargo.
Si lo ocurrido este viernes es una venganza o un castigo, es lo de menos. En realidad, ha acabado en un movimiento táctico que, al mismo tiempo, advierte y debilita: en ambos casos, a Yolanda Díaz frente a Podemos y Ione Belarra. Hasta la próxima escaramuza y, en todo caso, con el final sabido: la candidata será la vicepresidenta segunda, pero con Belarra y Podemos "a su lado, no detrás".
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