Son los servicios mismos de Moncloa los que explican el viaje de Pedro Sánchez a los Balcanes Occidentales como una visita "para apoyar la adhesión de estos países a la UE". Y que sólo además, el presidente del Gobierno pretende "profundizar en las relaciones bilaterales". Sánchez iniciaba este viernes un periplo de tres días por cinco países: Serbia, donde hizo su primera parada, Montenegro, Macedonia del Norte, Albania y Bosnia-Herzegovina.
A los cuatro primeros no ha viajado nunca un presidente español en ejercicio. Y a Bosnia, donde las tropas españolas siguen siendo las más recordadas y con más cariño por la población local desde los años de la posguerra, es la primera visita española de alto nivel desde 2012.
"Hay que tener mucha pasión por Europa, después de las semanas que lleva, para darse esta paliza a los pocos minutos de presentar las nuevas medidas de ahorro energético y pasar el examen de la prensa sobre sus últimos seis meses en el cargo", explica una persona cercana al presidente.
Fuentes cercanas a Pedro Sánchez explican que esta serie de visitas oficiales las siente aún más importantes que la cumbre bilateral con Polonia del miércoles -clave para el entendimiento entre dos países con intereses muy similares en el seno de la UE, pero cuyos Gobiernos no pueden estar más lejos en lo ideológico-, o que la reciente visita a Moldavia, un país clave emparedado por la guerra en Ucrania y amenazado por Rusia, al que cuidar como "miembro de la familia europea".
Según el entorno de del presidente, Sánchez se ha imbuido de un espíritu europeo y europeísta. Una especie de "misión de liderazgo" que asume casi por obligación, a la vista de que el papel de España nunca ha terminado de ser el que se espera de la cuarta economía del euro, del "pequeño de los grandes".
Sobre todo, ahora que Italia no está, Francia titubea y Alemania sufre el reproche de sus socios por 30 años de políticas energéticas que nos han traído hasta aquí. "No hace este viaje como líder español, sino como líder europeo", apunta este colaborador de su equipo más cercano.
Viene de lejos
El presidente del Gobierno siempre ha tenido especial interés por la política internacional. De hecho, una de las etapas de su formación profesional en la política que recuerda siempre con más intensidad es la que le llevó como jefe de Gabinete de Carlos Westendorp a Bosnia, cuando el exministro español de Exteriores ejercía de enviado espacial de Naciones Unidas.
Pero Sánchez tuvo una especie de revelación en una de sus primeras salidas como jefe de Gobierno, al ver cómo la entonces canciller alemana, Angela Merkel, manejaba la agenda de los comisarios de Bruselas como si fuese la de su gabinete ministerial. "Ahí terminó de saber que la clave es ser un buen europeo en Europa, alguien que busque consensos, al que todos los demás sepan que pueden recurrir".
Y eso, por lo que se puede saber de las fuentes de Bruselas, lo ha conseguido. En la capital europea, Pedro Sánchez tiene fama de "buscar consensos", de estar pendiente de cuáles son las demandas de unos y de otros. "Al final, siempre está España", repite la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen.
Cuando la política alemana visitó Moncloa el pasado mes de marzo, España insistía en varias ideas sobre qué hacer para ahorrar en la política energética. El Gobierno acababa de imponer unas medidas que en la UE eran rechazadas de plano... y la presidenta de la Comisión salió convencida de copiar el decreto español para su nueva política energética.
Aquel episodio en el que Sánchez se levantó de la mesa del Consejo el pasado 25 de marzo, indignado por la falta de acuerdo, expresando su enfado porque "si España es una isla energética no lo es por voluntad propia" -que era tanto como culpar a sus socios de esa circunstancia y de que no le permitieran descolgarse del mercado único para abordar "con justicia" el problema-, la solución no vino sólo por la performance del presidente español.
Von der Leyen paró la reunión e impuso la solución española: "Se lo he prometido a Pedro". No hubo mucho más que decir... salvo dos meses largos de negociación.
La influencia
Este viernes, antes de salir para Belgrado, Sánchez presentaba su Informe Cumpliendo, el repaso de fin de curso sobre sus logros. En realidad, dedicó su discurso a darse incienso -lo habitual en un gobernante- y a demostrar cómo sus iniciativas han ido abriéndose paso en la Unión. Desde los eurobonos que propuso al inicio de la pandemia, convertidos en un instrumento para sacar adelante los fondos de recuperación, a "la excepción ibérica", que ha logrado un precio mayorista del gas más bajo que en el resto de Europa...
"Nosotros propusimos una estrategia de compra de vacunas mancomunada en la UE, que de inicio concitó rechazo, propusimos una estrategia de compra de gas conjunta, que no gustó... y ahora vemos a Von der Leyen regresar de firmar contratos en Azerbaiyán, para todos los europeos".
Este septiembre, Sánchez volverá a llevar su plan para desacoplar el gas del mix con el que se conforma el precio de todas las energías en Europa. La idea la lleva defendiendo más de un año Teresa Ribera en Bruselas.
EL ESPAÑOL le preguntó qué ha cambiado para que vuelva a anunciar esto como "una propuesta importantísima" -algo que no hace ningún gobernante si no sabe que hay opciones de triunfo- y Sánchez contestó sonriente: "Que la Comisión va a presentar su propia propuesta de modificación del mercado energético, y creemos que éste es el camino". De hecho, este diario está en condiciones de afirmar que desde que el 5 de marzo salió de Moncloa, Von der Leyen lleva trabajando en ese modelo.
"Si cuidas a todos, luego puedes pedir la vez para que te ayuden cuando toca", explica un colaborador estrecho de Sánchez en política económica. Este periódico ha publicado en alguna ocasión que el presidente está buscando un futuro en Bruselas. "Es lo que todos creen aquí", apunta un alto funcionario europeo. Estos días, entre el viernes y el lunes, de hecho, está haciendo nuevos aliados en los Balcanes.