"Como colombiana, yo no sabría si debo ponerme en pie ante la espada de Bolívar, porque no es un símbolo oficial de mi país", explica Érika Rodríguez Pinzón, doctora en Relaciones Internacionales e investigadora del Instituto Complutense de Estudios Internacionales. Así responde a la polémica por la actitud de Felipe VI durante la toma de posesión de Gustavo Petro como presidente de Colombia.
Érika Rodríguez destaca que los responsables de protocolo diseñan hasta el último detalle de este tipo de actos, en los que están presentes autoridades de distintos países. Sin embargo, en este caso, "hasta el último momento no estuvo claro si la espada de Bolívar iba a estar presente, ni el protocolo determinó cómo actuar, pues no se trata de la bandera oficial del país. Creo que Felipe VI se comportó dentro de lo esperado".
Al respecto, recuerda que los Reyes de España han mantenido siempre una actitud respetuosa respecto a los procesos de independencia de América del Sur y sus símbolos oficiales, e incluso en alguna ocasión han depositado una corona de flores ante la estatua de Simón Bolívar. No ha habido por tanto, a su juicio, una intención deliberada de desairar al padre de la independencia de Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador, Panamá y Bolivia.
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En el entorno de Felipe VI lo tienen claro: defienden que el monarca tuvo una actuación "impecable" al no levantarse ante la espada de Simón Bolívar.
La Casa del Rey evita pronunciarse sobre la polémica, alentada en España por varios dirigentes de Podemos y líderes independentistas, que acusan al monarca de desairar los símbolos nacionales del país latinoamericano.
La ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, ha anunciado que Podemos preguntará al Ministerio de Asuntos Exteriores si respalda lo que considera una "intolerable" falta de respeto, por parte del monarca, a "un símbolo solemne que representa la independencia y la soberanía de varios países de Latinoamérica".
Sin embargo, fuentes próximas a la Familia Real consultadas por EL ESPAÑOL salen al paso de estas acusaciones y mantienen que no cabe ningún reproche a la actuación de Felipe VI durante las casi tres horas de ceremonia de toma de posesión de Petro: "El Rey estuvo donde tenía que estar".
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El acto había sido precedido de un tira y afloja, en el que el presidente saliente, Iván Duque, se negó a autorizar la salida de la espada desde la Casa de Nariño, sede de la presidencia nacional.
Gustavo Petro tuvo que esperar a tomar posesión del cargo de presidente para impartir la orden: "¡Que traigan la espada de Bolívar!". La ceremonia permaneció suspendida durante varios minutos, hasta que llegó la insignia, portada en una urna por cuatro miembros de la Guardia Presidencial. En ese momento, Felipe VI permaneció sentado, mientras que el resto de autoridades presentes en el palco se ponían en pie.
Sin eco hasta ahora en Colombia
El gesto de Felipe VI, al no levantarse ante la espada de Bolívar, ha pasado hasta ahora desapercibido por la prensa colombiana, que se ha centrado en el enfrentamiento entre Gustavo Petro y su antecesor, Iván Duque.
Tampoco las asociaciones de colombianos en España dan mayor importancia a la "anécdota" protagonizada por Felipe VI en la toma de posesión de Petro. Javier Urrea, fundador de la Asociación en Red Colombianos en el Exterior (ARCEX), no cree que el monarca haya cometido una "falta de respeto" hacia su país.
"Es la primera vez que se hacía algo así, traer un objeto con esa carga simbólica en la toma de posesión del presidente", señala, "es normal que los jefes de Estado presentes desconocieran cómo actuar".
Urrea cree que el acto tenía un significado especial para el propio Gustavo Petro como antiguo miembro del movimiento M-19, el grupo guerrillero que se alimentaba de élites universitarias y que dio golpes propagandísticos como el robo de la espada de Bolívar, la toma de una Embajada extranjera o la ocupación del Palacio de Justicia.
Mitos de la espada
Hay más mitos que certezas en torno a la espada que Petro hizo desfilar durante su toma de posesión: los historiadores ni siquiera se atreven a certificar si es la misma espada que la Municipalidad de Lima regaló al Libertador en 1825, en agradecimiento por su participación en la batalla de Ayacucho que puso fin al dominio español en Perú. El pomo de la espada muestra un relieve de Simón Bolívar en oro, coronado con un gorro frigio y una corona de laureles, con brillantes y diamantes.
El empeño de Petro por exhibir esta reliquia en su toma de posesión era, más bien, un ajuste de cuentas con su propio pasado. El grupo guerrillero M-19 (al que perteneció Gustavo Petro) robó en enero de 1974 la espada, que estaba depositada en la Quinta de Bolívar, el museo dedicado al Libertador.
El arma permaneció desaparecida durante 17 años (se especula con que estuvo oculta en Cuba) hasta que, en 1991, el M-19 la entregó al Gobierno tras abandonar su actividad terrorista. Quedó depositada inicialmente en el Banco de la República y en el año 2000 fue repuesta en la Quinta de Bolívar.
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"Cuando hablas con gente del M-19, te dicen que la espada que devolvieron en 1991 no es la auténtica, que probablemente permanece perdida", explica Érika Rodríguez.
La experta en relaciones internacionales recuerda la pugna que mantuvieron, hasta el último momento, los dos próceres de la independencia de Colombia: Simón Bolívar, reivindicado por figuras como Hugo Chávez por romper los vínculos con España mediante las armas, y Francisco de Paula Santander, defensor de las leyes para construir la independencia.
Una frase de Francisco de Paula Santander define bien esta pugna: "Las armas os han dado la independencia, pero las Leyes os darán la libertad".
Érika Rodríguez desvincula del movimiento "indigenista" la campaña de líderes políticos de Latinoamérica como el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que hoy exigen a Felipe VI que pida perdón por la colonización de América.
Al respecto, Rodríguez Pinzón recuerda que, en las protestas de 2021, los indigenistas no sólo derribaron las estatuas de Colón: también echaron abajo la estatua de Simón Bolívar situada en el centro de Bogotá.
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