"Muchas cosas de las que hoy estamos votando son una locura. Con Arzalluz, nuestro jesuita, sería impensable. Pero la obsesión que nos guía es el desarrollo del estatuto y el aumento de la soberanía". Con esta frase resume un histórico dirigente del PNV el proceder de su partido en el Congreso de los Diputados.

Desde que gobierna la coalición PSOE-Podemos, los jeltzales han apoyado las leyes clave diseñadas por Moncloa. Dos Presupuestos, la eutanasia, el cambio climático, la libertad sexual, la educación, la Ley de Memoria... Incluso han deslizado un "sí" a que las mujeres de 16 años puedan abortar sin el consentimiento paterno.

La frase de esta vaca sagrada del PNV, que prefiere conservar el anonimato por "estar ya fuera de la política", encapsula la respuesta a las siguientes preguntas: ¿cómo es posible que un partido tan conservador como éste figure en la misma mayoría parlamentaria que Podemos, Esquerra Republicana o Bildu? ¿Cómo es posible que un partido al que tanto le costó dejar su confesionalidad esté al lado de las formaciones más izquierdistas?

La conclusión es, más o menos, esta: porque la alianza con Sánchez es ahora el único camino para seguir arrancando financiación y competencias al Gobierno central. Dicho de otro modo: el nacionalismo, la patria prometida, está por encima de la economía o los asuntos sociales.

La definición del PNV en torno al eje izquierda-derecha viene siendo uno de los interrogantes más recurrentes de la última década. Sin embargo, ahora cobra una especial relevancia debido al pacto sellado por el nacionalismo-conservador con Pedro Sánchez.

El inicio

"En 1996, pactamos la investidura de Aznar. Ese acuerdo pudo haber sido a largo plazo, pero el terrorismo de ETA lo distorsionó todo. Si echamos la vista mucho más atrás, podemos concluir que, en la República, también nos marchamos con los 'rojos'. Y a partir de ahí se puede trazar un paralelismo interesante con lo que sucede hoy", relata esta fuente.

Pero antes de llegar a la Europa de las guerras, conviene definir el nacimiento del Partido Nacionalista Vasco (PNV). Fue a finales del siglo XIX cuando Sabino Arana, a lomos del romanticismo, creó un proyecto arraigado en el triángulo lengua-religión-raza.

A partir de ahí, la relación del PNV con la iglesia fue muy estrecha. Hasta el punto de que el proyecto cosechaba un gran número de afiliados y cargos entre los sacerdotes. El pasado jesuita de Xabier Arzalluz, presidente de las siglas entre 1987 y 2004, es sólo la punta del iceberg.

Cuando estalló la Guerra Civil, no fue sencillo para el PNV apoyar a la República precisamente por la quema de iglesias y el asesinato de religiosos que acaecía en esa mitad de España.

Y, aunque finalmente ocurrió así, algunos miembros del PNV –como se acredita en el documental Bajo el signo de la esvástica- negociaron extraoficialmente con la Alemania nazi al considerar que Hitler tenía más posibilidades de vencer en la contienda.

Algo similar había sucedido antes con la Italia de Mussolini. Los guadris negociaron su retirada con los italianos [se llamó el Pacto de Santoña], pero Franco abortó el acuerdo y evitó la huida de los nacionalistas vascos.

Este contexto, ya muy lejos del presente, es necesario para definir la pulsión conservadora del PNV. Una manera de proceder que ha ido disminuyendo desde la marcha de Arzalluz. El conservadurismo, como explica este dirigente, ha ido dejando paso, no sin dificultades, al "pragmatismo". "Claro que hay dificultades. Con la eutanasia no ha habido debate y me consta que muchos estamos descontentos", sintetiza.

"En los años treinta, el PNV acabó al lado de la República por la bronca que había tenido con la derecha española. Gil-Robles nos intentó meter en la CEDA y no pudo. Pues con Rajoy pasó parecido. Él se sintió terriblemente traicionado cuando nosotros apoyamos la moción de censura. A partir de ahí, han estado atacándonos continuamente. La relación se rompió", relata este mandatario histórico del PNV.

Es decir, el acuerdo con Sánchez no fue la causa, sino la consecuencia de esa ruptura con el PP: "Ahora, si hay cambio en el Gobierno, nosotros también cambiaremos. Feijóo y Urkullu se llevan muy bien. A nosotros nos viene mucho voto del PP. No habría problema en negociar con el PP y cambiar".

[El PNV asoma una vez más en el camino de la gobernabilidad]

Funambulismo

Hoy, el PNV se halla en una situación delicada. Pese a formar parte en Madrid de la llamada mayoría de la investidura, teme que un pacto de PSOE, Podemos y Bildu lo desbanque del poder en Euskadi.

Patxi Zabaleta, histórico dirigente de la izquierda abertzale, concede una entrevista a este diario para abordar el asunto: "El PNV es, por encima de todo, posibilista. Eso significa que siempre negocia con quien está en el poder. Ahora no le interesa dejar a Bildu ese espacio".

Zabaleta, rival de los jeltzales en decenas de elecciones, apunta: "Hacen políticas de derechas en fiscalidad, salud y educación. Hay un factor subterráneo, todos esos resortes económicos que disfrutan fruto del ejercicio continuado del poder. En el País Vasco, si no me equivoco, hay más de 250 sociedades públicas".

A ojos de Zabaleta, por tanto, el conservadurismo del PNV se ha ido moderando hasta permitir que el partido funcione como una maquinaria electoral pragmática, centrada en desarrollar el Estatuto y ganar elecciones. De ahí que cosechen un voto tan transversal.

Un director de periódicos nacionalistas vascos en los ochenta aporta más datos a la reflexión de Zabaleta: "Ese pragmatismo ha sido posible gracias a la llegada de los jóvenes nacionalistas vizcaínos. Urkullu, Ortuzar, Aburto... La progresión de mente ha sido clarísima. Se ha apoyado el aborto y el matrimonio homosexual, ¡eso habría sido impensable!".

A su juicio, el PNV "sigue manteniendo su fondo liberal de derechas, pero apartándose de las tradiciones antiguas": "Es de derechas en lo económico, pero combina con el progresismo en lo social. Son prácticos. Van a lo que van. Si para salvar su maquinaria electoral tienen que pactar con Podemos, lo hacen".

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