El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, aseguró este domingo que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está dispuesto a debatir en el Senado con el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. Pero fuentes de Moncloa matizan que esa opción ya está prevista en las sesiones de control al Gobierno con las que se inicia cada Pleno en la Cámara alta.
De hecho, ya hubo un cara a cara entre los dos con ese formato en el mes de junio y está previsto que vuelva a producirse durante el mes de septiembre. Este tipo de comparecencias tienen lugar una o dos veces al mes y tienen un tiempo tasado (tres minutos para la pregunta y otros tres para la respuesta), pero más amplio que el de las sesiones de control del Congreso.
Salvo cambio, Moncloa no tiene prevista ninguna comparecencia extraordinaria o debate monográfico en el Senado.
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Fuentes del Gobierno creen que debe ser el PP quien pida formalmente en el Senado la comparecencia de Sánchez, para que la Mesa lo estudie y, en su caso, lo tramite. Sin embargo, el PP espera que Sánchez acuda a petición propia.
Feijóo, que no es diputado, pidió este debate el sábado en el acto de inicio del curso político. Fuentes del Gobierno explican en primero lugar que la petición muestra una cierta “ansiedad” de Feijóo para intentar tener su protagonismo, pero quien marca la agenda política es el Gobierno, con el presidente a la cabeza.
“El presidente va una vez al mes a responder preguntas de control al Senado desde inicio de legislatura, antes de que llegara Feijóo", aseguran fuentes de la Moncloa.
Añaden que “el presidente recibe la confianza (investidura, eventual moción de confianza…) del Congreso, no del Senado. Es ante esta Cámara ante la que tiene que responder en mociones de censura, de confianza, Debates del estado de la Nación, comparecencias extraordinarias. Al Senado acude solo a las sesiones ordinarias de preguntas de control. Siempre ha sido así desde 1978, porque el reglamento del Congreso prevé esas comparecencias en pleno del Gobierno, pero el del Senado, no”.
El precedente de 2018
Sin embargo, sí hay un precedente en 2018, cuando Pedro Sánchez ya era presidente del Gobierno. Entonces compareció el 18 de diciembre en el Pleno del Senado primero a petición del PP para hablar de “crisis migratoria” y luego a petición propia para “informar sobre las líneas generales de actuación del Gobierno”.
La diferencia es que entonces el PP tenía mayoría en la Mesa del Senado y, por tanto, el PSOE no podía frenar esas comparecencias. Sí logró Sánchez no acudir al Pleno del Senado a hablar de su controvertida tesis doctoral, lo que provocó un conflicto institucional.
Entonces, Moncloa y el PSOE mantuvieron que el Senado no es la Cámara para las comparecencias del presidente, más allá de las sesiones de control de cada Pleno.
Ahora el PSOE sí controla la Mesa del Senado y, por tanto, puede frenar las peticiones de comparecencia. De hecho, en 2018 quien mantuvo la tesis de que el Senado no podía forzar las comparecencias del presidente del Gobierno era el entonces portavoz de PSOE en la Cámara Alta, Ander Gil, quien ahora es presidente de la institución y, por tanto, tiene la capacidad legal de frenar esas peticiones y fijar el orden del día de los plenos.
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Gil explicó entonces que el Reglamento del Senado, a diferencia del Congreso, establece que sólo puede forzar comparecencias de miembros del Gobierno en Comisión, no en Pleno. El artículo 66 asegura que “las Comisiones podrán reclamar, por mediación del Presidente de la Cámara, la presencia de miembros del Gobierno para ser informadas sobre algún problema de su competencia”.
Fuentes parlamentarias explican que sí habría una vía para ese debate con el presidente siguiendo un precepto del Reglamento que habla de la presentación y debate de informes del Gobierno.
En concreto, el artículo 182 del Reglamento del Senado asegura que “el Gobierno podrá remitir comunicaciones e informes para su debate en el Senado. En este caso, tras la intervención de un miembro del Gobierno se admitirán dos turnos a favor y dos en contra, de diez minutos cada uno, y las intervenciones de los portavoces de los Grupos parlamentarios que lo deseen, por el mismo tiempo”.
El reglamento añade que “como consecuencia del debate de estas comunicaciones, podrán presentarse mociones al amparo de lo dispuesto en este Reglamento. No obstante lo anterior, la Mesa, oída la Junta de Portavoces, determinará la sesión y el procedimiento con que se deban debatir y votar estas mociones”.
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Fuentes de la dirección del PP consideran que, una vez Bolaños ha recogido el guante para celebrar el debate propuesto por Feijóo, debería ser el presidente Pedro Sánchez quien solicite su comparecencia en el Senado, a petición propia.
"Ya que Pedro Sánchez ha renunciado a mantener una interlocución directa con Feijóo", señalan las mismas fuentes, "sería bueno que ambos puedan mantener un debate sosegado en el Senado, como Cámara de representación territorial, sobre los problemas que afectan al país, en vez de cruzar acusaciones a través de tuits y de ruedas de prensa" de los ministros.
"Debemos recuperar el protagonismo de la vida parlamentaria, para lograr un diálogo que sea productivo para el país", dice el equipo de Feijóo.
Pero para ello debe existir una voluntad del presidente del Gobierno, ya que su presencia en las sesiones de control del Senado es discrecional: en los ocho primeros meses del año sólo ha acudido tres veces a responder preguntas de la oposición, señalan desde el PP. "Ya estamos a 28 de agosto", señala la dirección del PP, "y todavía no sabemos cuándo tiene intención de acudir al Senado".
En el acto de apertura del curso político celebrado por el PP el sábado en Cotobade (Pontevedra), Núñez Feijóo ironizó sobre la escalada de descalificaciones que casi todos los ministros le han dirigido este verano, "leyendo el argumentario de la Moncloa".
"Llorado" de casa
A la política "se tiene que venir llorado de casa. El señor Feijóo debería haber pensado esto antes de venir de Galicia a Madrid", le ha replicado en una entrevista la ministra portavoz, Isabel Rodríguez.
Los populares consideran que esta "comunicación inflamada" que el Gobierno ha mantenido durante el verano, como estrategia contra el líder de la oposición, "no ayuda a mantener una relación fructífera" que sirva para alcanzar acuerdos.
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