Todas las elecciones autonómicas que se han celebrado en el último año y todas las encuestas publicadas cumplen un patrón común de subida de los dos grandes partidos (PSOE y PP) en perjuicio –en distinto grado– de otras formaciones como Vox, Ciudadanos y Unidas Podemos. Una especie de recuperación del llamado bipartidismo o, al menos, una tendencia apuntada para el futuro, después de años de aparición e influencia notable de otras siglas.
Los primeros pasos del curso político, el último completo de la legislatura, muestran estrategias de Pedro Sánchez y de Alberto Núñez Feijóo enfocadas a recuperar ese bipartidismo, dejando de lado a otras opciones políticas.
El debate del próximo martes en el Senado sobre energía y situación económica sigue esa lógica porque estarán ausentes los líderes de otros partidos y su participación será limitada por tener representación en la Cámara y, además, los discursos públicos de ambos se centran ahora en la confrontación directa entre ellos.
La decisión de Sánchez de aceptar el envite de Feijóo, precedido de la negativa pública de sus portavoces autorizados en el Gobierno y el partido, supone en sí misma un gesto del presidente de reconocimiento del líder del PP como único jefe de la oposición.
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Según Moncloa, se trata de no rechazar el debate para “desmontar” la posición de Feijóo, sin presencia de otros líderes como Santiago Abascal y los de los grupos que le dan habitualmente apoyo en el Congreso.
Esa importante decisión supone asumir un riesgo notable, porque puede dar protagonismo a Feijóo, y es coherente con un cambio de discurso evidente de los argumentarios que proceden de Moncloa.
Hace unos meses, el discurso del Gobierno y el PSOE tenía que ver con el miedo a la ultraderecha y con identificar a los populares con Vox. Ahora desaparece ese concepto, en favor de atacar la supuesta moderación de Feijóo y presentarle como alguien que no está preparado.
Las elecciones andaluzas de junio ya mostraron que el discurso del miedo a la ultraderecha no sólo no funciona como mensaje electoral, sino que supuso agrupar el voto útil en torno a la candidatura de Juanma Moreno. Por eso, según admiten fuentes del PSOE, el discurso de la ultraderecha ha sido aparcado y se centran en la confrontación directa con el PP.
Para el PP, el hecho de que Sánchez haya admitido la celebración del debate es una muestra de debilidad y de preocupación por las encuestas adversas. “El portero no sube a rematar cuando se gana el partido”, repiten estos días fuentes del PP con un símil futbolístico.
Según estas fuentes de Génova, el discurso del Gobierno sobre la falta de propuestas de Feijóo se cae cuando el presidente asume medidas reiteradamente solicitadas por el líder del PP como la bajada del IVA del gas.
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Además de todo eso, la propia composición del Senado hace que sea un debate más bipartidista que si fuera en el Senado. Bildu y ERC comparten grupo parlamentario y, por tanto, se reparten el tiempo.
Vox, además de no contar con su líder, tiene sólo tres senadores y debe compartir tiempo con el resto del Grupo Mixto. Lo mismo le ocurre a Ciudadanos, porque sólo tiene un senador. Unidas Podemos no está presente en la Cámara Alta.
El debate empezará a las 16 horas. Sánchez no tiene límite de tiempo, pero cada grupo dispondrá de 15 minutos para su primera intervención y 5 para la segunda, a excepción del mixto, que cuenta con 18 y 6, respectivamente.
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