"¡Viva España!", gritaba un alumno visiblemente emocionado a la llegada de Santiago Abascal. "¡Viva!", respondían otros tantos con fuerza. "Joder, ¿has visto? Ha venido en un Nissan". La gran mayoría de los universitarios que buscaban una foto con el candidato de Vox no han podido entrar en el aula magna. No había sitio. "Cerrad las puertas, ¡cerrad las puertas! Ya no cabe nadie más", suplicaba nerviosa una de las organizadoras.
Esa es la escena que resume la política del péndulo. Si hace un lustro era Pablo Iglesias quien caminaba por la Universidad Complutense como si se abrieran las aguas a su paso, ahora es Abascal quien lo hace por los pasillos del CEU [centro privado regido por la Asociación Católica de Propagandistas].
La estética de este martes era radicalmente distinta. En lugar de las camisetas del Che, las camisas de colores y los náuticos. En vez de las pintadas en la pared, lo mullido de las butacas. Palpitaba, sin embargo, una misma constante: la emergencia de una organización populista que, según las encuestas, aspira a vicepresidir el país.
Abascal apenas podía hablar. Si cargaba contra Sánchez [lo ha descrito como a un "psicópata"] o los nacionalismos, era interrumpido por una estruendosa ovación. Les prometía una "revolución cultural" para "salvar a España" de las "leyes liberticidas" de la izquierda. Porque a España "siguen intentando matarla". Una revolución construida sobre la "ilegalización de los partidos independentistas", el endurecimiento de las políticas migratorias o el derecho a defender con violencia la propiedad privada.
Los alumnos que tomaban la palabra no ponían contra las cuerdas al político; trataban de extraer de su referente consejos de vida. Casi como si Abascal fuera su catequista. "¿Qué debemos hacer para recuperar España?", le ha preguntado uno de ellos.
La presentadora era María San Gil. Y el diálogo estaba preparado desde la alabanza: "Conozco a Santi desde hace treinta años. Es muy buena persona". Abascal, traje ceñido y pelo engominado, ha comenzado refiriéndose a sus tiempos de camiseta y vaqueros. Los días del País Vasco, los años del plomo.
"Si hubiera nacido en otro lugar de España, donde las libertades no hubieran estado en cuestión, no me habría dedicado a la política. Soy preso de mi circunstancia", ha introducido para hablar de su vocación. Luego hablaría de su otra fe, la religiosa, con un cristo crucificado en la pared, que ha vigilado en todo momento su conferencia.
"El hecho determinante sucedió cuando tenía nueve años. Asesinaron a Estanis, el cartero de mi pueblo, amigo de mi padre. Cuatro años antes habían matado a su hermano. Fueron asesinados por ser y sentirse españoles", ha relatado Abascal, esta vez en medio del silencio.
"La presión de ETA se acrecentó. Intentaron asesinar a mi abuelo, luego a mi padre y después a mí. Eso imprime carácter. Han intentando, y siguen intentando, matar a España". Cuando ETA dejó de matar, los chavales presentes tenían entre ocho y diez años. "ETA no mata porque no le hace falta matar. Si le hiciera falta, volvería a matar. Allí permanecen el odio y el miedo", ha apostillado.
Contra el PP
Acto seguido, consciente de que el voto en la sala era mayoritariamente de derechas, ha desmenuzado las "decepciones" que sintió en el PP y que le llevaron a fundar Vox: "Faltaba un movimiento cívico en defensa de la patria. Por eso, estando en el Partido Popular, lancé la fundación DENAES [Fundación para la Defensa de la Nación Española]. Existía cierto complejo en la derecha con la idea de la patria".
La gota que colmó el vaso del descontento de Abascal fue la "traición" de Rajoy, que dijo que no se acercaría a los nacionalistas en la aprobación de los estatutos y, "quince días después", "impulsó el valenciano como lengua propia y una cláusula según la cual la Generalitat Valenciana obtendría cualquier competencia que adquiriera otra autonomía".
"No me fui del PP en un momento de derrota, sino cuando gobernaba con mayoría absoluta", ha clamado Abascal entre aplausos. El líder de Vox ha tratado de imprimir una suerte de carácter épico a sus respuestas. "Te miran todos embelesados", le ha dicho María San Gil.
Abascal ha contado cuáles son, a su juicio, las condiciones que debe tener un líder: "Principios. Quien no los tiene y está dispuesto a todo, como Sánchez, para permanecer en el poder, es un psicópata. El líder tiene que ser querido y respetado, no temido. Si no, será un tirano".
Entre los vítores del público, ha razonado que el crecimiento de Vox en los últimos años se debe en gran medida a los "insultos" recibidos: "Hemos tenido éxito porque han llamado a la gente fascista, machista y retrógrada por defender el sentido común, las ideas heredadas por sus padres y abuelos. La demonización por parte de los medios es irreal, en la calle sólo encuentro cariño".
¿Qué pasará tras las próximas elecciones generales? "Todos tenemos muchas ganas de que Sánchez se vaya al carajo, pero eso no basta. Hace falta una auténtica revolución cultural para derogar todas las leyes liberticidas que la izquierda ha traído a España y que la derecha no se ha atrevido a derogar".
El líder de Vox ha retado al Gobierno a lanzar consultas populares sobre la ilegalización de los partidos independentistas, el endurecimiento de las políticas migratorias o la "legítima defensa": "Hablo de ese derecho de los españoles a defenderse en casa con lo que tengan a mano. Y no quedarse de brazos cruzados mientras son asaltados, apaleados y violan a su mujer".
A preguntas de un alumno, Abascal ha reiterado su "fe" y ha pedido a los católicos que sean "más valientes" a la hora de votar: "Me preocupan sus tragaderas, su capacidad de hacer un voto pragmático y no votar con sus principios".
Para despedirse, Abascal ha invitado a los universitarios a movilizarse de cara a la manifestación que Vox ha convocado este sábado en Valencia para cargar contra el Gobierno.