El Gobierno de España se da por satisfecho y no pedirá explicaciones a Marruecos por haberse apropiado de Ceuta y de Melilla ante Naciones Unidas.
Según ha confirmado este periódico, el Ejecutivo da por cerrada la polémica de la carta enviada por el Ejecutivo de Mohamed VI al Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra en la que negaba tener fronteras terrestres con España, dado que considera Ceuta y Melilla "presidios ocupados".
La carta tiene fecha de 9 de septiembre, aunque no fue desvelada hasta este jueves por EL ESPAÑOL. Era un escrito oficial de Rabat, que entrará a formar parte de este organismo de Naciones Unidas el próximo 1 de enero.
En el documento, de 11 páginas, se sigue la retórica tradicional de Marruecos sobre las ciudades autónomas españolas -por ejemplo, que "Melilla sigue siendo un presidio ocupado y por este hecho no podríamos hablar de fronteras, sino de simples puntos de paso". Es decir, que el texto echa por tierra la declaración conjunta de Pedro Sánchez y el rey alauí del pasado 7 de abril... que, supuestamente, había acabado con esa retórica tradicional anunciando "la apertura de aduanas" para enero de 2023.
Si hay aduanas, entiende Madrid, es que hay fronteras.
Y por eso, para el Ejecutivo español resulta suficiente el desmentido que, en la tarde del mismo jueves, hizo una fuente anónima, citada como "un alto cargo del Ministerio de Exteriores Marroquí" a la agencia Efe. En esas declaraciones, este oficial de Rabat desdice la carta a la ONU reconociendo que entre los dos países hay "fronteras terrestres". De ahí que España no vaya a pedir explicaciones públicamente a Marruecos.
"Pacto" de baja intensidad
Sánchez lo remarcó taxativo este jueves en el Congreso: "Ceuta y Melilla son España, punto". El presidente respondía así a la portavoz del PP, Cuca Gamarra, que le solicitaba que no se marchara del Congreso "sin defender nuestra integridad territorial" y la soberanía de España.
Fuentes cercanas al presidente aseguran a este diario que, dada la "sensibilidad" que la cuestión territorial suscita a cada lado de la frontera, ambos gobiernos "pactaron" ayer esta salida de baja intensidad diplomática.
Así, en opinión del Gobierno de España, se ha deshecho un lío donde no lo había.
Porque, además, dos semanas después de que Rabat enviara esa misiva a la ONU, su ministro de Exteriores, Nasser Bourita, compareció junto al español, José Manuel Albares, en Nueva York. El 21 de septiembre, ambos aprovecharon la apertura de las sesiones anuales de la Asamblea General de Naciones Unidas -precisamente- para mantener una reunión bilateral, tras la cual hicieron oficial el acuerdo para esa reapertura de aduanas.
Muertos en la verja
¿Hablaron de la carta enviada desde las oficinas de Bourita? ¿Albares la conocía entonces? ¿Hubo contactos entre ambos ministerios? No hay respuesta oficial a esas preguntas, ni desde Madrid ni desde Rabat.
Queda claro que el cierre de este "tema sensible" se ha hecho de una manera oscura. El Ministerio de Exteriores marroquí se niega a dar explicaciones sobre su propio desmentido. "Hay que dejar el tema", apunta una fuente. Y el ministro español no aclara cuándo tuvo conocimiento de la carta y rechaza darle mayor valor que a las supuestas palabras del alto cargo marroquí a la agencia Efe.
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La misiva de Rabat al Comité de Derechos humanos de la ONU respondía a otra que la misma entidad le había remitido en julio, preocupada por la muerte de una treintena de personas en la verja de Melilla, un mes antes, tras la represión de la gendarmería marroquí.
Por eso, en su réplica, el Ministerio de Exteriores del país vecino se cuidaba de corregir el término "fronteras hispanomarroquíes" por el que preguntaba la ONU, alegando que "Marruecos no cuenta con fronteras terrestres con España".
En las observaciones preliminares, la carta señala que "la consideración de la línea de separación entre Marruecos y Melilla, en cuanto a las fronteras marroquíes españolas, es inexacta". Y de esta manera, se ratificaba en lo que ya había comunicado a la ONU en 2021, a pesar de la nueva "hoja de ruta" con España.
Posteriormente, a lo largo de las 11 páginas del documento, se menciona a Ceuta y Melilla en varias ocasiones, y siempre refiriéndose a ellas como "presidios marroquíes ocupados" o "enclaves".