Moncloa y el PSOE sólo pueden asistir como testigos mudos al divorcio entre Pablo Iglesias y Yolanda Díaz. La portavoz de los socialistas y ministra de Educación, Pilar Alegría, evitó este lunes en rueda de prensa pronunciarse sobre el asunto, y se limitó a desear que las fuerzas progresistas "tengan capacidad de movilizar al electorado".
Varios miembros de la Ejecutiva socialista sí expresan en privado su preocupación por la repercusión que esa división puede tener en el Gobierno de coalición, por el efecto en el resultado de la izquierda en las futuras citas electorales y, además, por las posibles consecuencias en las difíciles negociaciones abiertas sobre leyes e iniciativas del Gobierno.
Lo primero se refiere a la necesidad de que en las elecciones generales haya una candidatura fuerte a la izquierda del PSOE, como única forma de poder sumar escaños suficientes frente al bloque de la derecha, con PP y Vox, y reeditar un Gobierno de coalición.
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Los socialistas desean que esa izquierda esté liderada por Yolanda Díaz, por entender que es quien mejor puede garantizar un buen resultado de ese espacio político y, además, porque la actual vicepresidenta segunda siempre ha garantizado su voluntad de mantener la coalición tras las generales de 2023, si la aritmética lo permite.
Respecto a las negociaciones en marcha, las citadas fuentes socialistas explican que Díaz es su interlocutora en el Gobierno para asuntos como la Ley de Vivienda, la Ley Trans y, hasta hace poco, la renovación del Consejo General del Poder Judicial.
Si se debilita esa interlocución o la capacidad de la vicepresidenta para cerrar acuerdos, la vida diaria del Gobierno de coalición se complicará, según las citadas fuentes.
Ya hubo tensiones en la negociación del CGPJ porque Podemos y el propio Iglesias defendían la candidatura de Victoria Rosell, mientras que Yolanda Díaz ya había aceptado incluir a otros dos candidatos. La ruptura de la negociación por parte del PP evitó que los diputados de Unidas Podemos pudieran plantearse no apoyar ese acuerdo.
En la Moncloa y en el PSOE se da por hecho que lo que se vive es un proceso de "divorcio" entre Yolanda Díaz y Podemos, materializado este domingo en un discurso de Pablo Iglesias que no mencionaba directamente a la vicepresidenta segunda, pero que en su entorno nadie duda que hace referencia directa a ella.
Su interpretación es que en el proceso de puesta en marcha de Sumar, como "artefacto político" para aunar a formaciones a la izquierda del PSOE, Podemos pretende marcar terreno y fortaleza para cuando llegue ese momento. A ese propósito atribuyen las palabras de Iglesias en el acto de Podemos.
No obstante, fuentes del PSOE consideran que si Sumar llega a las elecciones de diciembre de 2023 con Yolanda Díaz a la cabeza es muy probable que Podemos no esté integrado. Sí pueden estar Izquierda Unida, Más País, Compromís, los comunes y otras formaciones de izquierdas, pero difícilmente Podemos.
Esa posible ruptura entre Díaz y Podemos, según prevén los socialistas, podría afectar en su momento al Gobierno de coalición. Ya en este momento, las relaciones de la vicepresidenta con la ministra Irene Montero son mínimas y una ruptura total tendría efectos obvios en el Consejo de Ministros y en la estabilidad del Gobierno, según estas fuentes.
Recientemente, esa disputa ya provocó que Ione Belarra destituyera a Enrique Santiago como secretario de Estado, tras ponerse claramente del lado de Yolanda Díaz.
El momento delicado será el de las elecciones municipales y autonómicas de mayo en las que Díaz ya ha asegurado que apoyará sólo a algunas candidaturas concretas, como la de Ada Colau en Barcelona.