Santiago Abascal llegó a la manifestación de Colón como pidiendo perdón antes de entrar. "La Delegación del Gobierno no nos ha cedido la plaza", justificó desde un lateral de la calle Armada Española, recogido, escondido y con un sistema de sonido incapaz de llegar a los cerca de 25.000 asistentes, según fuentes oficiales. De todos los que se reunieron este sábado para pedir la dimisión de Pedro Sánchez, sólo los más próximos podían escuchar con claridad. El resto aplaudía por osmosis, sin enterarse demasiado de lo que estaba jaleando.
El discurso de Abascal fue transmitido más por el boca a boca que por la potencia de los altavoces. "Le ha llamado corrupto", "le ha llamado asesino", cuchicheaba una Plaza de Colón más silenciosa y apagada que en otras convocatorias. Por contra, el tono de moción del presidente de Vox y del líder de su brazo sindical, Rodrigo Alonso, se quedó más en mitin.
"Las decisiones en España no se toman en el Parlamento, se toman en la sede de Bildu", arañó Abascal, arrancando un aplauso en diferido –lo que tardó en transmitirse– y un tenue "uuuuuuuh". Treinta minutos fueron más que suficientes para arremeter contra todo, incluida la ministra de Igualdad, Irene Montero, a quien tildó de "enloquecida" por representar "un numerito".
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Colón, incapaz de seguir el ritmo del discurso, respondía poco con palabras y más con onomatopeyas, banderas de España, alguna Cruz de Borgoña y pancartas de "Sánchez asesino". "¡Está triturándolo todo! Rata", recalcó el político.
Durante su intervención, el presidente de Vox acusó a Pedro Sánchez de beneficiar a "sediciosos y malversadores" mientras se muestra "implacable" con la población. Así, enumeró una lista de motivos por los que exigir la dimisión de Sánchez, como la subida de los precios, la inseguridad o la corrupción, además de la gestión del Covid.
"Las preocupaciones de los partidos políticos no son las de los españoles", refirió el presidente del partido ultraderechista ya casi al final del discurso. En las últimas filas de Colón, la gente ya se daba por vencida y prefería comentar la jugada antes que escuchar a su líder.
Una pareja de amigos saca el móvil para ponerse el discurso por streaming, a ver si se escucha mejor, pero no les carga bien. "Eso es Sánchez, que nos ha quitado internet", reflexiona.