A día de hoy, a falta de un año para las elecciones generales, la pelota política descansa en el tejado de la izquierda más allá del PSOE y en sus opciones para esclarecer una candidatura conjunta. Esta unidad de la izquierda, por encima de los nombres que encabecen las listas, es la prioridad para salvar los muebles y tener opciones de revalidar el Gobierno.
Esta es la lectura que ha hecho este sábado la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, a la salida del Consejo Ciudadano Estatal del partido. La dirigente morada, que también es ministra de Derechos Sociales, ha tendido la mano a la vicepresidenta Yolanda Díaz tras más de un mes de riñas e incertidumbres en el espacio.
"Para nosotros la unidad es aún más importante que el nombre del candidato o candidata al que le toque la dificilísima tarea de encabezar el cartel electoral", ha señalado Belarra, en clara referencia a Díaz y su proyecto Sumar. Pero recuerda: "Puede que con Podemos no alcance, pero sin Podemos no se puede".
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Las dudas sobre cómo se presentará el actual Unidas Podemos a las elecciones afectan a todos los rincones de la Moncloa, no sólo al espacio. Como ya adelantó EL ESPAÑOL, en la Moncloa temen que una división a la izquierda del PSOE –esto es, una candidatura de Díaz y otra distinta de Podemos– le vaya a pasar factura en las elecciones. Las encuestas confirman este miedo.
El diagnóstico es claro para todos los implicados en el grupo confederal: o se presentan unidos o los números no dan. No obstante, los desmanes de los últimos meses han alejado bastante este horizonte, con un Podemos criticando el "egoísmo" de la que hasta hace poco era "candidata de consenso" y una Díaz que prefiere marcar sus propios tiempos.
El movimiento de Belarra este sábado es un nuevo capítulo en esta historia de presiones veladas, pero más pacíficas que en las últimas semanas. Históricamente, Podemos ha sido la pata que más ha insistido en que la candidatura conjunta a las generales se decidiera cuanto antes. La vicepresidenta no.
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El paso de Díaz
Díaz se propuso antes del verano una hoja de ruta, unos tiempos, que ahora parecen demasiado lejanos. Su plan era anunciar la candidatura de Sumar en febrero, a la vez que las conclusiones de su "proceso de escucha", pero las presiones de Podemos –con quien mantiene una guerra abierta desde hace meses– y de los territorios le piden que se apresure.
La idea original era que la candidatura se anunciara a la vez que el "proyecto de país", es decir, el programa electoral en el que está inmersa desde hace meses y que la está llevando gira por España. El problema radica en que, si bien ella no tiene prisa, el resto del país vivirá antes de unas elecciones municipales y autonómicas en las que ella no participará.
En realidad, nadie en el Ministerio de Trabajo, en Unidas Podemos ni en el espacio que rodea a Sumar tenía dudas de que Díaz acabaría dando un paso adelante, pero la vicepresidenta nunca ha querido pronunciarse al respecto. Una y otra vez, en diferentes contextos, ha pedido "prudencia" para que la dejen trabajar según sus tiempos. Ahora empieza a barajar que ha sido demasiado paciente. Y Belarra insiste.