Las fuentes del Gobierno no ocultan su satisfacción por el resultado de la tormentosa jornada parlamentaria del pasado jueves. Los cerebros de la Moncloa se muestran convencidos de que el ruido generado, con acusaciones de "golpismo" contra el PP y los magistrados del Tribunal Constitucional, ha permitido desviar la atención de la polémica sobre la derogación de la sedición y la rebaja de penas del delito de malversación.
Sin embargo, en las distintas federaciones del PSOE cunde el desánimo por el coste que estos hechos puede tener en las elecciones autonómicas y municipales del próximo mes de mayo. "Con tanto y ruido y tanto insulto dejamos de ser el PSOE", dicen unos. "Por esta vía ni le hacemos bien al país ni a nosotros, así es casi imposible remontar".
Los más pesimistas en el PSOE son algunos de los mejor informados: que miran las encuestas y las explican territorio a territorio; que van a la compra y sólo ven precios altos "y votantes que ya no lo son, porque no llegan a fin de mes"; o que sufren con el "espectáculo macarra" del pasado jueves en el Congreso. "Esto no puede ser el PSOE".
Esto, ¿qué? "Los pactos con los radicales nos están radicalizando", explica el portavoz de un barón. "Radicalizando a Pedro Sánchez, para el que parece que vale cualquier cosa", apunta otro. Pero pocos alzan la voz en público, en un Partido Socialista que ha desaparecido detrás de la maquinaria de Moncloa y en el que la manu militari hace que una se pueda manifestar a las puertas del Congreso contra lo que va a tener que votar puertas adentro.
Sólo el viejo Felipe González y sus jubilados ministros se "dejan ver", pero ya no cuentan. Y un número -eso sí, creciente- de líderes regionales del PSOE se erigen en herederos del legado felipista y van mostrando su malestar con lo acontecido en las últimas semanas.
De nuevo, los más claros fueron Javier Lambán y Emiliano García-Page. El aragonés dijo que, lejos de derogar la sedición y abaratar las penas por malversación, "habría que reforzar las herramientas del Estado para defenderse". Y el castellano-manchego elevó el tono más que nunca: "Soy muy contrario a la decisión del Gobierno con ERC, que no nos tomen por tontos".
De hecho, Page sugirió una revuelta interna -¿liderada por él?- al anunciar que los servicios jurídicos de su Comunidad Autónoma "estudiarán" si tienen capacidad para elevar un recurso al Tribunal Constitucional.
Que antes de unas elecciones autonómicas sean barones los que se quejan, invita a pensar que lo que pasa es que tienen miedo a que las "decisiones arriesgadas" de Sánchez las paguen ellos en mayo.
Aunque, por otro lado, demuestra que hay un problema. Nadie trataría de huir de la identificación con Sánchez si Sánchez no estuviese haciendo cosas de las que huir, explica con una sencillez aplastante un exdirigente socialista.
Más que el voto
"Pero esto es mucho más que electoral", explican fuentes cercanas a uno de los barones más habladores. "La inquietud va mucho más allá de lo que tiene que ver con las elecciones autonómicas y municipales".
Al otro lado de España, otro dirigente del partido cercano a Sánchez, le pone nombre al sentimiento: "Pesimismo". Ante lo electoral, ante lo económico y ante lo institucional. "No ganamos ni de coña, en términos electorales, esto nos va a costar carísimo", sostiene, "porque la gente podría perdonar lo de la malversación u olvidarlo si las cosas fueran bien... pero no van".
Hay una corriente en el PSOE que habla bajito y que desea fervientemente "equivocarse", aunque no es capaz de confiar en ello. Y creen que la economía condenará a este Gobierno, directa o indirectamente.
Son aquéllos que ven cómo la inflación "se ha maquillado" con medidas que antes o después "habrá que levantar"; los que advierten de que el Banco Central Europeo "seguirá subiendo tipos"; y los que reconocen que la "nueva manera" de contar parados, "sacando a los fijos discontinuos de la ecuación".
Su resumen es que el rechazo al presidente es "personal", y que alcanza a "más del 70%" de la población. Que a Sánchez se le identifica ya definitivamente con un presidente que dice una cosa y hace otra, "Que siempre es por interés personal", lo que le quita legitimidad ante los votantes de clase media. Y que, de puertas adentro del PSOE, se le percibe con una actitud "kamikaze", como en 2016, cuando "no le importó reventar el partido".
Con todo esto, el calendario se presenta "endiablado". Llegan las elecciones locales y regionales, en las que ya ni Guillermo Fernández Vara tiene la reelección asegurada en Extremadura. Porque la cita electoral se juega en un marco plebiscitario. "Tiene razón el popular Juanma Moreno cuando dice que lo que se votará en mayo es Sánchez sí, Sánchez no", concluye una de las fuentes.
"Desastre interno"
En ese entorno, la situación interna del PSOE es de "desastre". Los barones no quieren saber nada del presidente; y el poder se ha trasladado a Moncloa, para concentrar las estrategias en la repetición electoral de Sánchez, lo que ha debilitado definitivamente la autoridad interna en el partido.
"Este caos desmotiva a la militancia, más allá de Madrid", explican desde una de las baronías. Y la sensación de más que posible derrota lleva a que "todos estén ya luchando por mantener su puesto" después de 2023. Ferraz ya no llama, no reúne, no coordina, constatan desde varios territorios.
El abandono de la organización interna, apostándolo todo a las generales de diciembre, tiene trampa para los territorios. Por un lado, no tienen al aparato del partido trabajando en su favor. Pero por el otro, la "oleada de derechas" que vislumbran en mayo creen que terminará de condenar a Sánchez.
"No se puede remontar las encuestas con esta estrategia de confrontación", diagnostica un socialista que pide olvidar la radicalización y competir por el centro.
Y después vendrá el deterioro económico. La inflación oficial "no esconde la realidad, que la percibe la gente, y es que la cesta de la compra, las facturas y la hipoteca se han puesto imposibles". Las subidas de tipos de interés no sólo encarecen la letra mensual de los ciudadanos, sino los intereses de la deuda pública, disparada, insostenible en ese entorno.
"Habrá que quitar el descuento al combustible, y los trenes gratis no pueden ser para siempre", coinciden varios, mientras los más duros de la Unión Europea exigen un plan de consolidación fiscal creíble. Y eso le quitará el "maquillaje" al IPC español y presionará la deuda pública, aún más, al alza.
"El votante no es ideológico, lo que quiere es que le arreglen problemas", concluye otra persona cercana al presidente. "Y todo este escándalo como el del jueves en el Congreso sólo encorajina a los que estaban allí. Con la sedición, la malversación y la toma del Constitucional no se come".
O gestiona tu suscripción con Google
¿Qué incluye tu suscripción?
- +Acceso limitado a todo el contenido
- +Navega sin publicidad intrusiva
- +La Primera del Domingo
- +Newsletters informativas
- +Revistas Spain media
- +Zona Ñ
- +La Edición
- +Eventos