La Navidad es tiempo de concordia, de encuentro, de buenas intenciones y propósitos de enmienda para el futuro. La Navidad también es un buen momento para reflexionar, para desarrollar un análisis de conciencia y plantearse actos de contrición, ya sea en clave religiosa, antirreligiosa. Y la Navidad también es tiempo de reivindicaciones, de recados a uno mismo y al prójimo, de avisos de lo que está por venir y de lo que podrá suceder en el futuro inmediato o en el medio plazo del año por llegar. La Navidad es todo eso y los políticos bien lo saben y aprovechan la ocasión.
Están los clásicos, los que simplemente quieren felicitar las fiestas sinceramente y lo hacen con un mensaje de unidad, de amistad y convivencia. Aunque casualmente casi todos los que optan por esta opción suelen ser presidentes autonómicos que se juegan su futuro en las urnas en unos pocos meses.
Es el caso de Lambán o de Vara o de Page. Curiosamente todos ellos amenazados por la corriente crítica con el PSOE que ha provocado Pedro Sánchez en los últimos tiempos.
Inevitablemente, están los menos religiosos, los que no ponen escenas del Portal de Belén o de los Reyes Magos pero aprovechan para destacar otras escenas navideñas menos festivas sobre las que la sociedad debe repensar su posición para evolucionar a mejor. En este 2022 es el caso de Irene Montero o Ione Belarra, que han felicitado las fiestas junto al vídeo de la campaña del Ministerio de Igualdad en el que piden la corresponsabilidad de los hombres, que ya deberían saber que no todo depende de ellas en las fiestas.
Sin embargo, e inevitablemente, quién más ruido ha hecho -por el momento- dentro de la formación morada en sus felicitaciones navideñas ha sido su portavoz en el Congreso de los Diputados. Pablo Echenique, genio y figura en las redes sociales, ha aprovechado para proseguir con su discurso contra el Tribunal Constitucional, al que a lo largo de las últimas semanas ha acusado de dar un "golpe blando" y ha calificado a sus magistrados de "golpistas con toga". Desde luego, coherente es hasta en las celebraciones.
Y luego están los líderes. Primero el presidente del Gobierno, sin necesidad de lanzar mensajes ni proclamas, sin obligaciones electorales (por ahora) y con la única necesidad de lanzar al aire buenos deseos para todos los españoles. Aunque también hay quien puede querer ver un mensaje oculto en sus (pocas) palabras de felicitación.
Como no, la otra felicitación más esperada es la del líder de la oposición, un cargo que este año corresponde a Alberto Núñez Feijóo por primera vez. Sus palabras, también escasas, simplemente desean una Feliz Navidad en castellano y en las lenguas cooficiales. Sin embargo, la imagen que acompaña a su tuit concluye un segundo mensaje: "Aunque el camino no es fácil de recorrer siempre merece la pena". Desde luego habría que estar en su cabeza para saber si refiere a que vale la pena aguantar los embates de la oposición con tal de llegar a Moncloa o si se refiere a que conseguir la España a la que él y su PP aspiran bien vale el viaje hasta las elecciones de final de año. Seguramente sólo él lo sabrá con certeza.