El posible éxito o fracaso de la izquierda en 2023 pasa, inevitablemente, por su capacidad para reedificar puentes dinamitados. El objetivo de volver a unir todas las piezas de lo que alguna vez fue Unidos Podemos y sumar al resto de fuerzas progresistas lleva años en el aire, pero nunca ha sonado tan fuerte como ahora. El motivo: la inminente candidatura de Yolanda Díaz y su cometido profético de reagrupar a ese grupo de personas, de partidos, que de la noche a la mañana se vieron envueltos en una guerra civil sin saber cómo, cuándo ni por qué.
El conflicto que enfrenta a Díaz con Podemos es sólo una de las muchas patas en este heterogéneo espacio político. Durante los actos de presentación de Sumar por toda España no es raro encontrarse a dirigentes de distintos partidos sentados unos junto a los otros, arropándola, pero la realidad va mucho más allá de lo que sale en la foto. Entre bastidores hay zancadillas, miedos y presiones.
Las altas esferas de Podemos aseguran desconocer por completo la hoja de ruta de la vicepresidenta, que siempre ha sido muy celosa con revelar sus tiempos y agendas. En su entorno dicen que no se dejan presionar, que ni siquiera piensa en las elecciones y que su atención está puesta en terminar su "proyecto de país". Mientras tanto, todos los ojos de todo el espacio están fijos en cada gesto. Dónde aparece y al lado de quién.
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Unidas Podemos se juega en 2023 seis gobiernos autonómicos –Navarra, La Rioja, Aragón, Comunidad Valenciana, Baleares y Canarias– y, siempre según la versión oficial, Díaz sólo visitará aquellos donde las perspectivas sean favorables. Todo el mundo da por hecho que se implicará en la campaña catalana, donde tiene más apoyos internos, pero que teme dejarse ver en los territorios en disputa, esto es, donde haya más de una papeleta a la izquierda del PSOE.
Donde el equilibrio es más inestable es en dos plazas clave, Madrid y Valencia, donde partidos como Más Madrid y Compromís concurrirán por separado de Podemos y esperan mejores resultados. Ambos forman parte de la órbita de Sumar y no ocultan su afinidad por Yolanda Díaz, pero la lista de agravios, traiciones y disputas entre ellos y los morados hacen insalvable la distancia. Al menos de momento.
En Valencia, la lista de Pilar Lima (Podemos) competirá directamente con la de Joan Ribó (Compromís); en Madrid, Podemos e IU han cerrado un preacuerdo para presentarse al margen de Más Madrid. Los dos partidos regionales secundan el proyecto de la vicepresidenta, pero ella no puede devolverles el guiño. No sin ofender a un Podemos de capa caída que coquetea con quedarse sin escaños y con el que ya tiene bastantes problemas.
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Candidata de nadie
Díaz es la candidata de unidad, pero no de consenso. Lo que esto quiere decir es que tiene de su lado las encuestas, el capital político y el tiempo, pero no el poder orgánico. Al fin y al cabo, es una candidata que no manda sobre ningún partido, y por tanto es susceptible de las riñas que se producen dentro del espacio. Por mucho que vayan juntos a las elecciones de diciembre, antes se enfrentarán los unos con los otros en las de mayo.
Sumar no tiene este problema. La vicepresidenta ha dicho por activa y por pasiva que no se presentará a las elecciones autonómicas porque no le da tiempo a tener lista su plataforma electoral, algo que desde ciertos sectores de Podemos se ha interpretado como un deseo de que los morados fracasen el 28-M y, a partir de sus ruinas, refundar el espacio.
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"¿Quién piensa que le puede ir bien a una candidatura de izquierdas en las generales si a Podemos le va mal en las elecciones municipales y autonómicas? ¡Hay que ser estúpido!", lanzó Pablo Iglesias hace unos meses, en clara referencia a Yolanda Díaz. Desde Sumar no entienden la actitud de Podemos y aseguran que "no hay alternativa" a ir todos juntos bajo la batuta de la vicepresidenta.
Podemos le critica que va demasiado por libre y no se coordina con el partido. Desde su entorno rebaten que ella fue designada heredera del espacio, pero que no es secretaria general "como sí lo era Pablo", por lo que no tiene potestad ni necesidad de reunir a la mesa confederal.
De momento, y a pesar del ruido de sables que anuncia una papeleta con el nombre de Irene Montero, Podemos no está ideando una candidatura en solitario para las elecciones generales, pero sí se prepara para unas autonómicas en las que Díaz no aparezca a su lado. Mientras tanto ponen la pelota en su tejado, pero decidiendo ellos los términos.
A ella le molesta. La idea de la vicepresidenta tanto para las autonómicas como para las generales es apoyar a los territorios sin divisiones palpables, con candidaturas plurales y más presencia de la sociedad civil. Dicho de otro modo, su idea es apoyar a las regiones que estén haciendo en mayo el trabajo que ella quiere replicar en diciembre.
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