"Yo he venido aquí para ganar y gobernar, y reivindico el PP de las mayorías contundentes”, dijo Alberto Núñez Feijóo el 1 de abril de 2022 en su primer discurso como líder del PP en el congreso de Sevilla.
En ese mensaje, que se refiere al objetivo de buscar una mayoría suficiente o absoluta que le permita gobernar sin pactos con Vox tras las elecciones generales de diciembre, está la explicación de la estrategia que pretende llevar a cabo el líder del PP en los próximos meses, según fuentes de su entorno.
Le favorece la evolución de Ciudadanos hacia su irremediable final, con alfombra roja para que Inés Arrimadas y los suyos entren en la sede de Génova y el empeño de Pedro Sánchez de resucitar en la agenda política el dossier catalán.
La explicación también está en un estudio interno del PP que señala que un 11% de los votos del PSOE pueden decantarse ahora por Feijóo. El mismo destino tendría el 15% de los votos de Vox, con la diferencia de que los populares aún pueden perder un 5% hacia el partido de Santiago Abascal, lo que muestra un saldo de un 10% a favor del PP.
Además, según ese estudio, hay más votos de Ciudadanos que van desde este partido al PP que los que se quedan. En concreto, ese estudio detecta que un 29% de votos de Cs pasa al PP, sólo se queda el 26% y únicamente el 2% va al PSOE.
Es decir, que el PP se nutre sobre todo de votos de Cs y, además, es capaz de captar casi el mismo número de exvotantes del PSOE que de Vox.
Y por supuesto la explicación de esa estrategia está también en los antecedentes históricos que muestran que el PP sólo ha podido gobernar cuando con José María Aznar y Mariano Rajoy lograron agrupar todos los votos que van desde la extrema derecha hasta el centro, en el límite mismo del electorado del PSOE.
El otro antecedente más cercano es el de las elecciones autonómicas andaluzas donde el PP logró la mayoría absoluta porque frenó el crecimiento de Vox, captando el voto útil de ese espectro ideológico, y también porque se hizo con un porcentaje notable de votos procedentes del PSOE.
Para hacer eso, Feijóo tiene que ejercer una especie de contorsionismo político para crecer a la vez por la extrema derecha y por el centro, pisando el electorado del PSOE, según fuentes de Génova.
Para eso tiene que combinar moderación y radicalidad. O, personalizando, tiene que mantener a la vez a Isabel Díaz Ayuso y a Borja Sémper, su flamante fichaje.
Según fuentes próximas al líder del PP, éste llevaba meses intentando convencer a Sémper para que se incorporara a su equipo. Son amigos desde hace tiempo, hablaban con frecuencia e intercambiaban opiniones, pero hasta ahora Sémper no había dado el paso de aceptar ser portavoz de la campaña electoral en las autonómicas y municipales. Según la explicación irónica de Aitor Esteban, “Sémper es un fijo discontinuo”.
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Sémper se fue por discrepar de la radicalidad que acercaba al PP a Vox y ahora ha sido fichado para cubrir el espacio moderado del PP que, a su vez, debe convivir con el más radical. Este último está además reforzado por aliados políticos, empresariales o mediáticos que ya presionaron en su momento a Aznar, a Rajoy y a Pablo Casado.
Las fuentes consultadas explican que a esa parte del partido deben convencerla de que el voto útil para “desalojar a Pedro Sánchez” es el del PP, mientras que el de Vox no necesariamente se transformará en escaños.
Esa misma situación la vivieron en Andalucía cuando una parte de los votantes potenciales de Vox se fue al PP en el último momento, en la semana final de campaña electoral, hasta completar la mayoría absoluta.
En ese caso, el PP encabezado por Juanma Moreno pudo también morder una parte del electorado del PSOE. Esa estrategia fue dirigida por Elías Bendodo, nombrado ahora jefe de campaña de las elecciones municipales y autonómicas de mayo.
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El mensaje entonces fue más o menos el mismo que esta semana ha empezado a desarrollar Feijóo: “Denme el voto para que no gobierne la izquierda sin depender de nadie”. Y ese será el que mantendrá el PP en las próximas campañas.
Feijóo, además, ya vivió en Galicia situaciones similares en las que logró cuatro mayorías absolutas sin que Ciudadanos o Vox tuvieran siquiera representación.
Ahora, el PP ha esperado a que culminara el proceso de primarias en Ciudadanos para culminar el proceso de “absorción” o de “OPA”, según las visiones de cada uno. El resultado de esas primarias favorece la estrategia de Feijóo.
En la dirección del PP cuentan que Inés Arrimadas, siendo líder de Ciudadanos, ofreció a Feijóo un acuerdo para ir en coalición en las últimas elecciones gallegas, con una fórmula similar a Suma Navarra.
El ahora líder de la oposición rechazó no ir con sus siglas y Arrimadas contraofertó que los números dos de las listas del PP de cada circunscripción gallega fuera de Ciudadanos. Tampoco esa fórmula fue aceptada por Feijóo por entender que era desproporcionado respecto al nivel de representación de los dos partidos.
Ahora el equipo de Feijóo desearía poder poner alfombra roja para la entrada de los cuadros de Cs en el PP con todos los honores. De hecho, Feijó ha tenido multitud de contactos con Arimadas en los últimos meses.
Además, mantienen que es posible lograr apoyo en votantes del PSOE desencantados con Pedro Sánchez. De ahí lo de “partido sanchista” para caracterizar al PSOE.
Explican en Génova que les ayuda notablemente la estrategia de Sánchez respecto a Cataluña. Sostienen que después de meses de intentos de Sánchez para convencer a los españoles de que hay que pasar página de ese asunto, de pronto el presidente del Gobierno “ha dado f-5 y ha actualizado la pantalla” para poner en primera línea de la agenda política el asunto de Cataluña.
De nuevo esta semana los informativos y los periódicos hablan de personajes como Carles Puigdemont, Marta Rovira o Clara Ponsatí que estaban olvidados. Y aparecen como favorecidos por Sánchez. Eso, según el PP, ayuda a captar a esos electores del PSOE y a ensanchar su base electoral.
Esa estrategia del PP es complementaria con la que mantiene Moncloa. Los socialistas intentan desmitificar lo de que “las elecciones se ganan por el centro” y han optado por renunciar a crecer a su derecha. Renuncian al centro político por primera vez para fortalecer su bloque de izquierdas, con asuntos que polaricen y con voluntad de sostener la coalición con Unidas Podemos.
Algunos dirigentes socialistas (especialmente líderes regionales) ven alarmados cómo Sánchez “se ha metido” (les ha metido) en el lío de recuperar Cataluña en la agenda política, haciendo imposible la voluntad de que los españoles lo olviden al llegar las elecciones.
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