"¿Insolvencia o mala fe?". En la sede del Partido Popular sonríen al recordar aquel eslogan que lanzaron Moncloa y el PSOE en septiembre contra Alberto Núñez Feijóo. Es más, fuentes de la dirección de Génova revelan a este periódico que, desde el pasado diciembre, el PP ha llegado a renunciar al intento de marcar la agenda política.
"Para desestabilizar al Gobierno, ahora mismo, tenemos su ayuda inestimable", explica un alto dirigente popular: los trenes inservibles, los autónomos a los que se cobran impuestos de más, las excarcelaciones de violadores...
"Hoy, toca abrir la bolsa de palomitas", comenta un colaborador directo de Alberto Núñez Feijóo, ante la sucesión de "chapuzas, errores y desastres" que llenan los titulares de prensa, en lo que se refiere a la gestión de Pedro Sánchez al frente del Gobierno, desde el pasado mes de diciembre.
"En Moncloa querían que con las campanadas de Nochevieja los españoles no sólo cambiaran de año, sino de relato", apunta un alto directivo popular. "Pero nos fuimos de vacaciones de Navidad con la sedición, la malversación, el asalto al Tribunal Constitucional, el escándalo del marido de Nadia Calviño... y ahora, hemos pasado un enero de escándalo en escándalo".
Insolvencia por mala fe, parecen pregonar en Génova: "Las rebajas de penas por el desastre anunciado del Sí es sí, los trenes de FEVE que no caben en sus túneles, los autónomos a los que se cobran 220 euros de más por el caos en la Seguridad Social", enumera esta misma fuente. "La gente duda de que este Gobierno funcione".
Con razón, apuntan, Cuca Gamarra no tuvo ni que gastar todo su tiempo el miércoles pasado, durante la sesión de control, para enumerarlo todo. "No había más que verlo", a Sánchez. "Estaba desbordado, marcando mal los tiempos, y tratando de sacar a Vox para atacarnos cuando ni venía a cuento ni ayudaba a dar respuesta a nada de lo que le planteó la portavoz".
Según evalúan en el PP, el presidente está viviendo "su peor momento", asistiendo a la acumulación de "irresponsabilidades de un Consejo de Ministros desquiciado y sin rumbo". Una fuente del PSOE consultada al respecto, coincide: "Vaya desastre... si el PP no nos arrasa es para colgarlos de un pino".
Dos 'librillos'
El Partido Popular tiene una estrategia de fondo, pero maneja dos librillos de táctica política. El objetivo es, evidentemente, llegar a la Moncloa en diciembre. El camino elegido es el de presentar a Feijóo como el candidato que "solucionará los problemas frente al que los crea". Es decir, Sánchez.
Y por eso, nada más llegar al liderazgo del PP, presentó una batería de propuestas y pactos de Estado. "Queríamos marcar la agenda, mostrarnos propositivos", explica esta fuente. Pero, desde hace unos meses, "toca dejar al Gobierno cocerse en su salsa, porque el problema es Pedro Sánchez".
Y así, en lugar de crear nuevos marcos políticos, los populares aprovechan en este momento el que genera el propio Gobierno. "No es que nos quedemos quietos". Apunta otra fuente. "Es que ante el problema que genera Sánchez con el Sí es sí, ofrecemos nuestros votos y proponemos una solución conjunta; o si un alcalde del PP alimenta la crispación, lo corregimos de inmediato".
Es decir, que a Feijóo, ahora mismo, le basta con que se vean las "insolvencias" de Moncloa y plantear soluciones. "Sánchez es la soberbia y el hacer lo que sea por seguir en el poder", concluye una diputada popular. "Nosotros somos distintos, y en vez de centrarnos en que la política económica es un desastre, ahora mismo nos conviene exhibir eso, que nuestras formas son otras".
"Desacreditar a Feijóo"
Efectivamente, el pasado mes de septiembre, los equipos de comunicación del PSOE y de Moncloa se coordinaron en una campaña de descrédito contra Feijóo.
Fuentes cercanas a Sánchez desvelaban entonces a este diario la estrategia conjunta entre Ferraz y el equipo del presidente: "La imagen de Sánchez está dañada, es cierto, de modo que lo primero que se está haciendo es equilibrar la balanza", explicaba un colaborador cercano al jefe del Ejecutivo. "Hay que desacreditarlo, dañar esa percepción de gestor solvente".
En estas fechas se cumple un año de los últimos días de Pablo Casado, encerrado en su búnker de Génova, en un intento de resistir al frente del partido que, incluso, amenazó con "hundir el PP", según detectaban los barones en las encuestas de opinión.
Su sucesor, el entonces presidente de la Xunta de Galicia, atendió la llamada de sus pares territoriales y encabezó la "revuelta palaciega". Pero no tomó el poder en el PP hasta finales de abril. Y así, el llamado efecto Feijóo estaba en lo más alto a la vuelta de verano: los sondeos ya le ponían "una autopista sin curvas" hacia la presidencia del Gobierno.
"Decían que el efecto Feijóo era pasajero", apunta otro colaborador del líder popular. "Pues bien, estamos en febrero, después de tantos insultos y descréditos desde la misma mesa del Consejo de Ministros, y el PP ya suma solo más votos y escaños que toda la izquierda junta".
Las últimas dos semanas, de hecho, son paradigmáticas para definir el momento político del presidente y apuntalar la actual táctica del PP. Sánchez ha encadenado dos cumbres: la Reunión de Alto Nivel (RAN), en Rabat, y el Consejo Europeo extraordinario del pasado jueves, en Bruselas.
"Decían que éste era su fuerte, la política internacional... y vuelve de Marruecos con dos desplantes del rey", concluye este colaborador de Feijóo. "Ni Mohamed VI recibe a Sánchez ni Sánchez logra siquiera que reconozca la españolidad de Ceuta y Melilla".
Y después de una cumbre excepcional de la UE, "no responde a las peticiones de Volodímir Zelenski, ni logra avances sobre migración... y su único titular es que, a pesar de todo, la coalición no peligra".
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