"Una foto con Yolanda Díaz te puede cambiar las elecciones". Es la reflexión que esta semana compartían dos dirigentes progresistas que, como toda la izquierda, se la juegan el 28 de mayo. A la maraña de partidos que anidan más allá del PSOE —muchos compitiendo entre ellos— no le sobran perfiles potentes con los que enfrentar las autonómicas. Por ello miran a la vicepresidenta como su tabla de salvación. El problema es que nadie la tiene garantizada.
Hasta hace unas semanas, quien desde luego descartaba por completo la implicación de Díaz era Podemos. Los morados se juegan en 2023 seis gobiernos autonómicos (Navarra, La Rioja, Aragón, Comunidad Valenciana, Baleares y Canarias) en los que participan, pero la volátil relación que mantienen con la vicepresidenta del Gobierno alejaba las opciones de una aparición estelar. Por lo menos, si se presentan en solitario.
Ahora, a menos de 100 días de los comicios, han apretado el acelerador. De las doce comunidades en juego, Podemos e Izquierda Unida han cerrado acuerdos electorales en nueve, más que nunca, con adhesiones en Navarra, Murcia, Canarias y Cantabria, que nunca habían tenido una papeleta con ambos nombres. Con los dos partidos juntos, el llamado frente amplio acerca a la vicepresidenta y le pide implicarse.
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Yolanda Díaz ha dicho por activa y por pasiva que no quiere tener un papel protagonista en las elecciones, sobre todo porque muchos de los partidos que podrían integrarse en Sumar se enfrentarán entre ellos el 28 de mayo. Así, promocionar la campaña de uno podría tomarse como un agravio hacia otro y alejar el proyecto común para el que lleva más de un año trabajando.
En el entorno de la vicepresidenta reconocen que la decisión sobre su presencia en campaña no está tomada, pero se baraja. Sobre todo, donde no exista competición a la izquierda del PSOE y donde las perspectivas electorales sean favorables. Plazas como Cataluña se dan por hecho, algunas como La Rioja y Comunidad Valenciana están a punto de cerrarse y otras, Asturias y Aragón, parecen imposibles.
Particulares son los casos de Andalucía, Galicia y Castilla y León, que sólo celebran elecciones municipales. En el entorno de la vicepresidenta descartan apariciones incluso en capitales donde hay acuerdo Podemos-IU, como es el caso de Jaén, Córdoba, Sevilla y La Coruña.
Aun así, las perspectivas son favorables en los territorios. La semana pasada se reeditó el pacto para autonómicas y municipales en Castilla-La Mancha (junto a los ecologistas de Equo y Alianza Verde), el último de la lista. Semanas antes ya se habían firmado los de Extremadura, Baleares, Cantabria, Madrid, Murcia, Navarra (con Batzarre e Independientes) y Canarias. Nueve pactos de doce posibles en los que asegurar la papeleta es, en cierta medida, allanar el camino para Yolanda Díaz.
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Emplazados a junio
Díaz confirmó hace unos días que lleva desde enero abordando con Podemos las bases de lo que será su negociación para las elecciones generales. Desde el equipo de la vicepresidenta aseguran que son reuniones bilaterales, recurrentes pero informales, y que se empezó por los morados por ser el partido más grande del espacio. Pero queda mucho por hacer.
Las principales batallas que están por librarse en los cimientos de Sumar son, principalmente, tres: el programa electoral, la autonomía de los partidos y las listas. De ellas, sólo esta última ha salido a colación, y fuentes cercanas aseguran que ya se está planteando la celebración de unas primarias de cara a final de año. No obstante, nadie cuenta con llegar a la letra pequeña hasta pasadas las autonómicas, ya en junio.
Entonces se sabrá realmente con cuánta fuerza cuenta cada formación. Ya en diciembre el ministro de Consumo y coordinador federal de Izquierda Unida, Alberto Garzón, planteó una mesa de partidos en igualdad de condiciones con todos los actores principales, desde Podemos hasta Más Madrid, pasando por Compromís o la propia IU. En Sumar lo desecharon rápido para no ofender a Podemos.
Llegado el 2023, el pragmatismo se ha impuesto. Los morados apenas tienen estructura territorial y, tras perder la mayoría de "ayuntamientos del cambio" en 2019, el riesgo de desaparición es real en territorios donde otros partidos les disputan el voto de la izquierda más progresista. Precisamente, aquellos en los que Díaz no puede ayudarles para no caer en la competencia desleal.
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Pactos insuficientes
Donde el equilibrio es más inestable de cara al 28-M es, precisamente, en las dos plazas clave de Madrid y Valencia, donde Más Madrid y Compromís concurrirán por separado de Podemos-IU y esperan mejores resultados, tanto en municipales como en autonómicas. Ambos forman parte de la órbita de Sumar y no ocultan su afinidad por Yolanda Díaz, pero la lista de agravios, traiciones y disputas entre ellos y los morados hacen insalvable la distancia. Al menos de momento.
El propio candidato de Compromís a la Generalitat, Joan Baldoví, ya ha pedido en público y en privado a Díaz que le asista en la campaña. "Me encantaría compartir escenario con ella si se deja", reveló esta semana en una rueda de prensa en el Congreso de los Diputados.
En Canarias, por su parte, los partidos negociaron durante meses en una mesa quíntuple y estaban a punto de cerrar un preacuerdo electoral. No obstante, la aparición de Alberto Rodríguez con su Proyecto Drago y su posterior inclusión al Acuerdo del Turia —la alianza de partidos liderada por Errejón— lo dinamitó todo. Finalmente habrá doble acuerdo: Podemos-IU-Sí Se Puede por un lado; Verdes Equo Canarias-Ahora Canarias-Los Verdes, por otro.
La diversidad de estrategias sobre cómo afrontar las elecciones autonómicas contrasta con la unanimidad sobre las generales. Todas las fuentes consultadas coinciden en que el posible éxito o fracaso del espacio político a finales de 2023 pasa, inevitablemente, por la capacidad para reeditar la unidad a la izquierda del PSOE. La capacidad de Yolanda Díaz.
Para entonces, el objetivo de la vicepresidenta es construir una coalición de hasta quince partidos, todo el espacio político, y presentarse en todos los territorios. El punto de control de las generales será capital para cada uno de ellos, que podrán pedir más o menos cuotas en función de sus resultados de mayo. Y Díaz sigue callada.