Última llamada para subirse al tren de Sumar. En línea con la polémica de las primarias que lleva una semana trufando al espacio la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, ha tendido la mano a Yolanda Díaz para alcanzar un acuerdo in extremis antes del domingo. A menos de 24 horas de que la vicepresidenta presente su candidatura a las elecciones generales, la formación morada es la única que falta por confirmar su asistencia y completar la foto de familia de la izquierda.
"Yolanda Díaz tiene en su mano que mañana Podemos esté en el acto de presentación. Basta con que esta misma tarde firmemos una declaración en la que nos comprometamos a celebrar unas primarias abiertas", ha señalado Belarra a la salida del Consejo Ciudadano Estatal. El órdago, no obstante, tiene más de escenificación que de realidad, dado que ninguna de las dos partes concibe un acuerdo antes de mañana.
Es la misma premisa que llevan defendiendo desde enero, cuando empezaron las negociaciones entre la ministra de Derechos Sociales y la de Trabajo para unir sus siglas en las elecciones generales. El punto de choque no se ha movido desde entonces: Podemos quiere que las listas de Sumar se hagan mediante primarias abiertas y Yolanda Díaz no.
Así, la clave está en la letra pequeña. Díaz teme que la militancia de los morados, mucho más movilizada que la del resto de partidos del espacio, pueda controlar las listas mediante el voto. La vicepresidenta, en representación de los partidos minoritarios, pide que el mecanismo de elección se hable más tarde y se pacte con todos teniendo el mismo peso.
El problema, en este caso, es que ninguna de las dos partes se mueve desde hace meses. Si en algún momento hubo esperanzas de llegar a un acuerdo, estas se desvanecieron por completo la semana pasada, con ambos partidos reprochándose el uno al otro su falta de cintura. El último intento tuvo lugar el martes, con Díaz ofreciendo "una declaración política" de que organizaría primarias, sin mencionar si serían abiertas.
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Belarra se negó en redondo. Desde la formación morada sospechan que Díaz nunca ha querido abrir el proceso a todos los votantes, como ella misma reclamó la semana pasada. La sensación es que la presentación del próximo domingo en Magariños es menos importante que los términos de la coalición, así que no tienen prisa por llegar a un acuerdo ni vergüenza por desmarcarse de la foto de familia.
Sumar, dividido
"Es legítimo que algunas personas, incluso dentro de nuestro espacio, piensen que Podemos tenga que jugar un papel secundario en el espacio del cambio. Yo pienso que no", ha sentenciado Belarra, en clara alusión a Díaz. "Tampoco nos conformamos con revalidar el Gobierno de coalición, queremos ser la fuerza mayoritaria", recordó en relación al PSOE.
Esta semana, fuentes de la dirección del partido anticipaban esta línea de discurso. "Les molesta que estamos aquí para disputarles el Estado, no para ser su muleta", resumían a este periódico. En el espacio temen que el tándem Sánchez-Díaz acabe fagocitando a Podemos, sus posturas y su peso dentro del Gobierno, con el PSOE apostando claramente por la vicepresidenta como líder del espacio, sin que los morados pueda intervenir.
"Sin primarias, la militancia del PSOE jamás le hubiese ganado la partida al aparato, Pedro Sánchez no habría vuelto a ser secretario general y hoy no tendríamos un Gobierno de coalición progresista en España", ha recordado Belarra. "Le pido a Yolanda que cerremos ya ese acuerdo y nos pongamos juntas a hacer campaña y apoyar a los candidatos de Unidas Podemos".
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Que la vicepresidenta aparezca o no apoyando a los candidatos morados durante las elecciones de mayo, donde se juegan seis gobiernos autonómicos, fue uno de los primeros problemas en surgir, ya que Díaz ha preferido esquivar la mayoría de territorios en disputa.
Yolanda Díaz ha dicho por activa y por pasiva que no quiere tener un papel protagonista en las elecciones, sobre todo porque muchos de los partidos que podrían integrarse en Sumar se enfrentarán entre sí el 28 de mayo. Así, promocionar la campaña de uno podría tomarse como un agravio hacia otro y alejar el proyecto común. Aunque Podemos (todavía) no forme parte de él.