No por esperada la noticia duele menos. Sumar, la plataforma que pretende aglutinar a toda la izquierda más allá del PSOE, es una realidad, Yolanda Díaz es candidata a las elecciones generales y Podemos no está presente. La vicepresidenta segunda ha lanzado este domingo la presentación oficial del proyecto con un sabor agridulce, conjugando la foto ilusionante de un proyecto que nace y la preocupante de otro que no termina de –dejarse– morir.
La declaración de intenciones estuvo clara desde el principio, con Díaz irrumpiendo en un polideportivo Antonio Magariños (Madrid) lleno hasta la bandera de la mano de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, la líder de Más Madrid, Mónica García, y la exdiputada regional del PSOE Carla Antonelli. Toda una declaración de intenciones sobre lo que significará el espacio, al menos de momento.
"No somos de nadie. Las mujeres no somos de nadie. Y yo, mujer, tampoco soy de nadie. Estamos cansadas de tutelas, de ser ninguneadas", reflejó la ministra de Trabajo durante su discurso, entre gritos de "presidenta", en clara referencia a las amenazas de Podemos para tener más peso en la coalición. Minutos antes, la vicepresidenta había citado uno por uno a todos los líderes de partidos presentes en el acto.
Así, la candidata de Sumar ha mencionado la labor de Ada Colau, Joan Ribó, Alberto Garzón, Mónica García, Rita Maestre, Compromís, la Chunta, Contigo Navarra y Batzarre, entre otros. "Estamos en Madrid desde Galicia, desde Valencia, desde Extremadura... El futuro ya está aquí y se llama Sumar", ha recalcado la vicepresidenta. Ni una referencia a Podemos.
La relación de la vicepresidenta con los que serán sus socios principales no está en su mejor momento, máxime tras una semana de idas, venidas, negociaciones y rupturas para pactar la asistencia de algún alto cargo morado.
Como ya había pasado durante su papel destacado en la moción de censura (una especie de presentación oficiosa de Sumar), el discurso de Yolanda Díaz ha estado plagado de las referencias que serán las referencias del proyecto: la labor del Gobierno de coalición, el feminismo y la oposición al bloque de la derecha.
La presentación no ha sido sólo de Sumar, sino de ella como candidata –con referencias a su pasado militante y sindical– y como ministra, en una larga explicación sobre los logros del Gobierno esta legislatura y todos los "pendientes" si se llegara a revalidar el Ejecutivo. "Voy a ser la primera presidenta de este país", ha sentenciado ante un pabellón encendido en vítores.
La vicepresidenta ha argumentado sus propuestas en torno a una nueva Carta de Derechos, esto es, "un nuevo contrato social democrático para la España de la próxima década". En su larga lista de promesas, entre las que se incluyen la intervención del mercado energético y alimenticio o el ensanchamiento de la sanidad pública incorporando la salud bucodental, la mental y la óptica, Díaz ha presentado su "modelo de país en positivo".
"Hay algo revolucionario en ese gesto que es escuchar. Hay algo en este verbo, escuchar, que lo transforma todo", continuó Díaz, refiriéndose al inicio de su proyecto político en julio de 2022, cuando planteó por primera vez el proceso de escucha en el que lleva inmersa desde septiembre y que culminó la semana pasada.
Desde el inicio de este proceso se han ido uniendo a Díaz las distintas sensibilidades políticas que hoy por hoy conforman Sumar, incluidos exdirigentes de Podemos como Miguel Vila, Nacho Escartín, Eduardo Santos, Daniel Ripa, Lander Martínez y Óscar Urralburu. También alguno actual, como los diputados Txema Guijarro y Antonio Gómez-Reino, presentes en las primeras filas.
Sin Podemos
Quizá, y de ahí el sabor agridulce, ha sido todavía más atronador el silencio de Podemos que los vítores del resto de partidos. La formación liderada por Ione Belarra, que nunca retrocede en sus amenazas, prometió no asistir a la puesta de largo de Sumar si no había primarias abiertas para conformar las listas electorales, y así fue.
Es la misma premisa que llevan defendiendo desde enero, cuando empezaron las negociaciones entre la ministra de Derechos Sociales y la de Trabajo para unir sus siglas en las elecciones generales. El punto de choque no se ha movido desde entonces: Podemos quiere que las listas de Sumar se hagan mediante primarias abiertas y Yolanda Díaz no.
Así, la clave está en la letra pequeña. Díaz teme que la militancia de los morados, mucho más movilizada que la del resto de partidos del espacio, pueda controlar las listas. La vicepresidenta, en representación de los partidos minoritarios, pide que el mecanismo de elección se hable más tarde y se pacte con todos teniendo el mismo peso.
La parte más paradójica del asunto es que, a pesar de la multitud de desaires cruzados, ni Podemos ni Yolanda Díaz plantean ir separados a las elecciones, pero no coinciden ni en las formas ni en los tiempos de negociación. Algo más distante es la relación de los morados con el resto de miembros del espacio, enemistados por distintos motivos.
Todos ellos dan gracias porque Podemos no haya asistido a la que podría haber sido la primera gran foto de la izquierda sumada. A dos meses de las elecciones autonómicas, aparecer al lado de la vicepresidenta segunda es un impulso de votos que no todos los candidatos pueden rechazar. Esto mismo opinan algunos líderes autonómicos morados, privados de su foto con Díaz mientras sus adversarios directos parten con carrerilla.
De momento ellos callan y Podemos no está, pero todavía se le espera. La fecha marcada en el calendario es junio.